La edad de la tierra

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Este texto en el hebreo original, comparado con otros pasajes de la Biblia, ha llevado a algunos eruditos a concluir que entre los dos primeros versículos del libro de Génesis pudo haber un intervalo considerable.

La Biblia empieza con el relato de la creación: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:1-2).

Este texto en el hebreo original, comparado con otros pasajes de la Biblia, ha llevado a algunos eruditos a concluir que entre estos dos versículos pudo haber un intervalo considerable. De ser así, entonces no hay discrepancia entre el relato bíblico y los descubrimientos científicos que indican que nuestro planeta podría tener mucho más tiempo que sólo unos pocos miles de años. Por otro lado, si no hubo tal intervalo, la cronología bíblica parecería indicar que la tierra sólo tiene unos 6.000 años, lo cual los científicos no consideran posible.

¿Hay otros pasajes que, al igual que la historia, arrojen alguna luz sobre este asunto?

Algunos eruditos proponen que Génesis 1:2 puede o debería ser traducido de esta manera: “Y la tierra se volvió desordenada y vacía . . .”, que es diferente de lo que dice la traducción más conocida: “Y la tierra estaba desordenada y vacía . . .”. Otros, rechazando esta idea por completo, afirman que el vocablo hebreo hayah debe traducirse por “estaba” y entonces piensan que nuestro planeta fue creado originalmente en ese estado caótico.

No obstante, según muchos libros de consulta, ambas traducciones de esta palabra son posibles; sólo el contexto del capítulo o libro puede determinar cuál es la correcta. El Dr. Gleason Archer, profesor de idiomas bíblicos, dice: “Debe notarse que el verbo estaba en Génesis 1:2 bien puede ser traducido por ‘se volvió’, de manera que diga: ‘Y la tierra se volvió desordenada y vacía’. Sólo una catástrofe cósmica podría explicar la introducción del caos y la confusión en la perfección de la creación original de Dios. Esta ciertamente parece ser una interpretación razonable . . .” (A Survey of Old Testament Introduction [“Introducción general al Antiguo Testamento”], 1974, p. 184).

En una glosa Archer agrega: “Hablando propiamente, el verbo hayah nunca tiene el significado estático como los verbos copulativos ‘ser’ o ‘estar’. Su significado básico es el de volverse o surgir como esto o aquello, o el de venir a existir . . . Algunas veces se pretende establecer una distinción de la siguiente manera: hayah significa ‘venir a ser’ sólo cuando es seguido de la preposición le; de otra manera, no existe el concepto explícito de venir a ser. Pero esta distinción no resiste un examen cuidadoso. En Génesis 3:20 la traducción correcta es: ‘Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella vino a ser madre de todos los vivientes’. En este caso el verbo no es seguido de le. Así también en Génesis 4:20: ‘Jabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas’. Por tanto, no puede haber objeción gramatical en contra de la traducción: ‘Y la tierra se volvió desordenada y vacía’ en Génesis 1:2”.

Otros eruditos están en contra de que el vocablo hayah en Génesis 1:2 sea traducido “volverse” en lugar de “estaba”, porque suponen que esta interpretación es algo que se inventó después de que la geología descubrió que la tierra es muy vieja. Así, consideran esta explicación como un intento desesperado por conciliar el relato bíblico con la geología moderna. La explicación de que entre la hermosa creación original que se menciona en Génesis 1:1 y el caos y desorden del versículo 2, en ocasiones ha sido llamada en forma despectiva “la teoría de la brecha”. Esta idea se le atribuyó a Thomas Chalmers en el siglo xix y a Ciro Scofield en el siglo xx.

Sin embargo, la interpretación de que nuestro planeta “se volvió” desordenado y vacío ha sido debatida por casi 2.000 años. El relato más antiguo que se conoce de esta controversia se puede atribuir a ciertos sabios judíos de principios del segundo siglo de nuestra era. Los eruditos hebreos que escribieron el tárgum de Onquelos, la primera de las versiones en arameo del Antiguo Testamento, tradujeron Génesis 1:2 como “y la tierra fue devastada”. El idioma original les hizo entender que algo había ocurrido que había “devastado” el mundo, y lo interpretaron como una destrucción.

El teólogo y exégeta Orígenes (185-254), en su comentario De Principiis, explica con relación a Génesis 1:2 que la tierra original había sido “derribada” (Ante-Nicene Fathers [“Los padres antenicenos”], 1917, p. 342).

En la Edad Media el erudito flamenco Hugo San Víctor (1097-1141) escribió lo siguiente acerca de Génesis 1:2: “Quizá ya se ha debatido bastante acerca de estos temas, si sólo agregamos esto: ‘¿Cuánto tiempo permaneció el mundo en este desorden antes de que se empezara . . . a ponerlo nuevamente en orden?’” (De Sacramentis Christianæ Fidei, libro 1, parte I, capítulo VI). Otros eruditos de ese tiempo también opinaban que había un espacio de tiempo entre los dos primeros versículos del Génesis.

El erudito holandés Simón Episcopio (1583-1643) enseñó que la tierra originalmente había sido creada antes de los seis días de la creación descrita en el Génesis (The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge [“Nueva enciclopedia Schaff-Herzog del conocimiento religioso”], 1952, 3:302). Esto fue unos 200 años antes de que la geología formulara sus conceptos acerca de la antigüedad de la tierra.

Estos ejemplos demuestran que el concepto de un intervalo entre los dos primeros versículos del Génesis tiene una larga historia. Las afirmaciones de que sólo es de origen reciente (que fue inventado sólo para conciliar el relato del Génesis con los conceptos de la geología) carecen de fundamento.

Quizá la mejor exposición de los diferentes puntos de vista sobre este tema fue dada por Arthur Custance, quien escribió: “Para mí, este asunto es importante, y después de estudiar el problema por unos 30 años, y después de leer todo lo que pude encontrar sobre los pros y los contras, y después de acumular en mi propia biblioteca unos 300 comentarios sobre el Génesis (el más antiguo data de 1670), estoy persuadido, con base en las pruebas, de que hay mucha más razón para traducir Génesis 1:2 como ‘Pero la tierra se había vuelto una ruina y una desolación, etc.’ que la hay para cualesquiera de las traducciones típicas de nuestras versiones modernas” (Without Form and Void: A Study of the Meaning of Genesis 1:2 [“Vacía y sin forma: Estudio del significado de Génesis 1:2”], 1970, p. 7).

 

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