Preguntas Bíblicas

¿Qué es el Arca del Pacto?

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¿Qué significado y función cumplía este implemento del templo? ¿Qué importancia tiene para nosotros hoy?

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Después de que Dios instruyera la construcción del tabernáculo y sus elementos (Éxodo 36), a continuación también instruyó la construcción del mobiliario del tabernáculo, donde estaba incluido el arca de madera de acacia, el cual tenía que ser recubierto de oro puro por dentro y por fuera (Éxodo 37:1-5).

El arca iba a descansar sobre la mesa del propiciatorio, llamada también la mesa de misericordia, la cual también era de oro puro y, a ambos lados del propiciatorio se iban a ubicar dos querubines de oro (Éxodo 37:6-7). Estos elementos de oro puro se iban a ubicar en el lugar santísimo del tabernáculo.

Ningún israelita, ni sacerdote o levita, podía tener acceso directo al lugar santísimo, excepto una vez al año, en el día de Expiación. En este día, el sumo sacerdote lo hacía vestido totalmente de blanco, (Levítico 16:4), simbolizando así, la pureza y la santidad de Jesucristo, quien entró una vez y para siempre al tercer cielo, habiendo obtenido eterna redención, sentándose en el trono a la diestra del Padre (Hebreos 9:12).

En el interior de la urna de oro se encontraban tres elementos: a saber, el maná escondido, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto (Hebreos 9:4). Se trata de los diez mandamientos que Dios entregó a su pueblo, a través de Moisés, durante la Fiesta de las semanas, o lo que nosotros conocemos como la fiesta de Pentecostés.

Desde un principio, Dios había establecido que su pueblo sería un reino de sacerdotes, y gente santa, siempre y cuando ellos obedecieran y guardaran  sus mandamientos entregados en el Horeb, más comúnmente llamado monte Sinaí (Éxodo 19:6).

Cuando Moisés tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, éste dijo: Haremos todas las cosas que el Eterno ha dicho, y obedeceremos. El pacto que Dios hizo con su pueblo consiste en la obediencia a los diez mandamientos, además de sus estatutos, ordenanzas y leyes (Éxodo 24:7; Levítico 18:4-5). Una prueba de que Dios estableció un pacto con su pueblo a través de los diez mandamientos, se encuentra en Jeremías 31:31-33. 

Los tres objetos dentro del arca tienen un trascendental significado espiritual para la iglesia de Dios, pues simbolizan los tres inmensos milagros que Dios hará en nosotros cuando venga Jesucristo. Solamente los que entren en ese pacto matrimonial con Cristo en su venida, tendrán parte de estas magníficas bendiciones (Apocalipsis 19:7-9).

Primero, tenemos en la urna de oro el maná que representaba "el pan del cielo". Cristo nos aclaró su significado espiritual (Juan 6:48-51).

La segunda recompensa que Dios nos entregará en la venida de Cristo, será la vara de autoridad para poder así servir a todas las naciones (Apocalipsis 2:26-27).

El tercer elemento que entonces nos entregará Jesucristo, serán los Diez Mandamientos. Es decir que, inmediatamente después de habernos dado la vida eterna  (simbolizada por el maná), y la autoridad para servir a las naciones (representada por la vara de Aarón), nos pondrá también su ley en nuestras mentes y en nuestros corazones para no pecar nunca más (Hebreos 8:10).

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Después de que Dios instruyera la construcción del tabernáculo y sus elementos (Éxodo 36), a continuación también instruyó la construcción del mobiliario del tabernáculo, donde estaba incluido el arca de madera de acacia, el cual tenía que ser recubierto de oro puro por dentro y por fuera (Éxodo 37:1-5).

El arca iba a descansar sobre la mesa del propiciatorio, llamada también la mesa de misericordia, la cual también era de oro puro y, a ambos lados del propiciatorio se iban a ubicar dos querubines de oro (Éxodo 37:6-7). Estos elementos de oro puro se iban a ubicar en el lugar santísimo del tabernáculo.

Ningún israelita, ni sacerdote o levita, podía tener acceso directo al lugar santísimo, excepto una vez al año, en el día de Expiación. En este día, el sumo sacerdote lo hacía vestido totalmente de blanco, (Levítico 16:4), simbolizando así, la pureza y la santidad de Jesucristo, quien entró una vez y para siempre al tercer cielo, habiendo obtenido eterna redención, sentándose en el trono a la diestra del Padre (Hebreos 9:12).

En el interior de la urna de oro se encontraban tres elementos: a saber, el maná escondido, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto (Hebreos 9:4). Se trata de los diez mandamientos que Dios entregó a su pueblo, a través de Moisés, durante la Fiesta de las semanas, o lo que nosotros conocemos como la fiesta de Pentecostés.

Desde un principio, Dios había establecido que su pueblo sería un reino de sacerdotes, y gente santa, siempre y cuando ellos obedecieran y guardaran  sus mandamientos entregados en el Horeb, más comúnmente llamado monte Sinaí (Éxodo 19:6).

Cuando Moisés tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, éste dijo: Haremos todas las cosas que el Eterno ha dicho, y obedeceremos. El pacto que Dios hizo con su pueblo consiste en la obediencia a los diez mandamientos, además de sus estatutos, ordenanzas y leyes (Éxodo 24:7; Levítico 18:4-5). Una prueba de que Dios estableció un pacto con su pueblo a través de los diez mandamientos, se encuentra en Jeremías 31:31-33. 

Los tres objetos dentro del arca tienen un trascendental significado espiritual para la iglesia de Dios, pues simbolizan los tres inmensos milagros que Dios hará en nosotros cuando venga Jesucristo. Solamente los que entren en ese pacto matrimonial con Cristo en su venida, tendrán parte de estas magníficas bendiciones (Apocalipsis 19:7-9).

Primero, tenemos en la urna de oro el maná que representaba "el pan del cielo". Cristo nos aclaró su significado espiritual (Juan 6:48-51).

La segunda recompensa que Dios nos entregará en la venida de Cristo, será la vara de autoridad para poder así servir a todas las naciones (Apocalipsis 2:26-27).

El tercer elemento que entonces nos entregará Jesucristo, serán los Diez Mandamientos. Es decir que, inmediatamente después de habernos dado la vida eterna  (simbolizada por el maná), y la autoridad para servir a las naciones (representada por la vara de Aarón), nos pondrá también su ley en nuestras mentes y en nuestros corazones para no pecar nunca más (Hebreos 8:10).

Iglesia de Dios Unida

La misión de la Iglesia de Dios es predicar el evangelio de Jesucristo y del reino de Dios en todo el mundo, hacer discípulos en todas las naciones y cuidar a todos ellos.

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#060 - Éxodo 27-34

"El Tabernáculo (final) y el becerro de oro"
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Continuamos con el estudio sobre el Tabernáculo de Dios.

Como hemos visto, cada parte representaba una etapa en el Plan de Salvación de Dios. Primero venía el llamamiento de Dios, luego nuestro arrepentimiento, el bautismo, la imposición de manos, el alimento espiritual cada sábado y terminaba con nuestras oraciones ante Dios. ¿Qué nos queda?

Sólo los tres objetos que estaban dentro del Arca: "Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció y las tablas del pacto" (Hebreos 9:3,4).

Estos objetos tienen un significado espiritual trascendental, pues simbolizan los tres inmensos milagros que Dios hará en nosotros cuando venga Jesucristo. Sólo los que entran en ese pacto matrimonial con Cristo en su venida tendrán parte en estas magníficas bendiciones (Apocalipsis 19:7-9).

EL MANÁ

¿Cuales son? Primero tenemos la urna de oro con el maná que representaba "el pan del cielo". Cristo nos aclaró su significado espiritual: "Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual Yo daré por la vida del mundo" (Juan 6:48-51). Para recalcar el mensaje de darles la vida eterna, le promete a su iglesia: "Al que venciere, daré a comer del maná escondido" (Apocalipsis 2:17). "Escondido" se refiere a que se encontraba dentro del Arca o porque no es terrenal.

El segundo objeto era la vara de Aarón que reverdeció. El relato del florecimiento de la vara se encuentra en Números 17 donde vemos que era un símbolo de la autoridad de quienes Dios ha puesto en autoridad. Había sucedido una rebelión muy grave dirigida por Coré, y "doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre" (Números 16:1-2).

LA VARA DE AARÓN

Con el fin de terminar con estas disputas sobre quién tenía la autoridad, Dios instruyó a Moisés que pusiera la vara de Aarón "en el tabernáculo de reunión delante del testimonio, donde yo me manifestaré a vosotros. Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros...Y aconteció que el día siguiente vino Moisés al tabernáculo del testimonio; y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras...Y el Eterno dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, vara que se guarde por señal a los hijos rebeldes; y harás cesar sus quejas de delante de mí para que no mueran" (Números 17:4-10).

Esta vara de Aarón fue puesta en el Arca como un recuerdo de que sólo Dios tiene la autoridad para escoger a sus siervos. Coré y sus seguidores quisieron usurpar ese poder y elegirse al puesto de Moisés y Aarón pero sólo consiguieron su propia destrucción.

Por tanto, la segunda recompensa que Dios nos entregará en la venida de Cristo será la vara de autoridad para gobernar a las naciones. "Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre" (Apocalipsis 2:26-27).

La palabra "regirá" es la misma traducida en otras partes como "pastoreará", de modo que la vara es un instrumento pastoril para proteger al rebaño de los depredadores. Cristo mismo, el ejemplo perfecto del amor y la mansedumbre, tiene esa misma vara para castigar a las naciones belicosas. "De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y las regirá con vara de hierro: y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso" (Apocalipsis 19:15).

LAS TABLAS DE LA LEY

Finalmente tenemos el tercer artículo: las dos tablas con los Diez Mandamientos. Este es el tercer elemento que Dios nos entregará en la venida de Cristo. Después de darnos la vida eterna (simbolizada por el maná), la autoridad para regir a las naciones (representada por la vara de Aarón), ahora nos pondrá su ley en nuestras mentes para Jamás desear pecar. "Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor; pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré" (Hebreos 8:10). No seremos capaces de sentir tentaciones para pecar, pues automáticamente desearemos siempre guardar lo bueno expresado por sus leyes (1 Juan 3:2-5).

Así terminamos el estudio de cada uno de los componentes del Tabernáculo de Dios. Son símbolos del proceso que Dios está llevando a cabo para que la humanidad tenga un acceso completo con Dios, el Padre y el Hijo. Como vimos, es un proceso largo que aún no termina, pero con cada paso espiritual que tomamos, representados por los símbolos del tabernáculo, nos acercamos a Dios y a las maravillosas bendiciones que nos aguardan a la venida de Cristo.

Sin embargo, mientras Dios le daba las instrucciones a Moisés sobre la edificación del Tabernáculo, hubo un penoso incidente abajo de la cumbre, en el campamento de Israel.

Habían pasado varias semanas y todavía no había bajado Moisés de la montaña. Se desesperaron y volvieron a pensar en las costumbres egipcias. "Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido"(Éxodo 32:1).

"Ellos suponían que él había perdido su camino en la oscuridad o perecido en el fuego. El pueblo, vinieron "en contra" como debe ser la traducción, de Aarón para obligarle a hacer lo que ellos deseaban. Los incidentes hacen ver el estado de resentimiento de los israelitas, el cual está en singular contraste con el tono de reverencia profunda y humilde que ellos manifestaron en el momento en que fue dada la ley.

En un espacio de unos treinta días, fueron disipadas sus impresiones… de las escenas impresionantes que habían presenciado hace tan poco tiempo atrás… El hecho es que ellos necesitaban, como niños, tener algo que apelara a los sentidos, algún objeto físico como el símbolo de la presencia divina, que marchara delante de ellos, como había hecho la columna de fuego" (Comentario Exegético, p. 88).

Así apartaron los zarcillos de oro que eran tan populares en Egipto para hacer una imagen para adorar. "Los zarcillos de los egipcios, como se ven en los monumentos, eran platos redondos pesados de metal, y como los anillos que llevaban los israelitas, eran de esta clase, su tamaño y número, en la recolección general, han de haber producido una gran cantidad de metal precioso" (Ídem).

Con el oro fundido hicieron una imagen de lo que ellos pensaban era el Dios de Israel – un becerro. Ha habido una controversia sobre este tema, puesto que se adoraba al toro en la forma del dios Apis en Egipto, pero los críticos de la Biblia alegaban que no se adoraba a un becerro en ese entonces. Pues hace menos de dos años atrás se desenterró un becerro hecho de fundición en Israel que data antes del Éxodo y que comprueba la adoración de este animal en ese tiempo. He aquí la figura:  

Becerro de fundiciónUCG.org

"Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto" (Éxodo 32:4).

Aquí vemos que no se puede hacer nunca ninguna imagen religiosa, ni de lo que uno piensa es Dios. Noten que no era una adoración a un dios egipcio sino al verdadero Dios al que hicieron esta imagen. Hoy día, "cristianos" hacen imágenes de Cristo, de cruces, de personas y dicen en efecto: "Cristianos: estos son tus dioses que están en la Biblia". Sin embargo, Dios terminantemente prohibió y castigó duramente a Israel por haberle hecho una imagen.

Al ver esta orgía religiosa, Dios le advierte a Moisés que piensa destruir a Israel y darle a Moisés una nación mejor que ésta. Sin embargo, Moisés intercede por Israel y Dios es movido a escucharle.

No obstante, cuando Moisés presencia esta fiesta pagana de su pueblo, se indigna de tal manera que arroja las dos tablas con los Diez Mandamientos escritas por Dios mismo y se quiebran. Este acto es un testimonio de que las leyes de Dios no son compatibles con la mente carnal del hombre sin el espíritu santo de Dios (Romanos 8:5-9). Sólo cuando sean escritas en la mente, libre de la naturaleza humana podrá venir la reconciliación plena con Dios.

Moisés hace derretir la imagen, mezcla el polvo de oro con agua y hace que el pueblo se trague la bebida amarga. Además, todos los que no se juntan al lado de Moisés y se hacen protagonistas de esta rebelión son muertos por los levitas. Así termina la contaminación rebelde en el campamento.

Dios quedó dolido por esta rebelión y desobediencia de Israel después de todo lo que había hecho por ellos. Toma medidas para no estar muy cerca de este pueblo "de dura cerviz" que significa "porfiados en el camino errado". Aparta la carpa de Moisés del resto del campamento y habla "cara a cara, como habla cualquiera a su compañero" (Éxodo 33:11). Esto significa que Dios hablaba abiertamente con Moisés, pero aún oculto en la nube que lo envolvía pues "No podrás ver mi rostro: porque no me verá hombre, y vivirá" (Éxodo 33:20).

De nuevo sube Moisés al Monte Sinaí por cuarenta días y esta vez, es Moisés quien escribe la ley en dos nuevas tablas de piedra. A pesar del lapso a la idolatría de Israel, Dios los perdona y renueva el pacto quebrado por ellos.

Mientras estuvo arriba, Dios le mostró a Moisés sus espaldas, "y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano, verás mis espaldas: mas no verás mi rostro" (Éxodo 34:22-23).

Era tal el resplandor de Dios que cuando Moisés bajó de la cumbre, "su rostro resplandecía, después de que hubo hablado con Dios… y cuando acabó Moisés de hablar con ellos, puso un velo sobre su rostro" (Éxodo 34).

Ahora el pueblo está listo para construir el Tabernáculo, y el resto de este libro de Éxodo y la gran parte de Levítico están dedicados a desarrollar el sistema de adoración del Tabernáculo y el sacerdocio.

Con este fin, Dios les advierte que no deben trabajar en el día sábado, ni aún para edificar el Tabernáculo. "Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo (sábado en hebreo) consagrado al Eterno; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá... Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo el Eterno los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó (Éxodo 31:15-17).

No había excepciones: "Seis día trabajarás, más en el séptimo día descansarás; aún en la arada y en la siega, descansarás" (Éxodo 34:21). Además, agrega sobre el Tabernáculo: "Estas son las cosas que el Eterno ha mandado que sean hechas: Seis días se trabajará, más el día séptimo os será santo, día de reposo para el Eterno; cualquiera que en él hiciere trabajo alguno, morirá. No encenderéis fuerzo en ninguna de vuestras moradas en el día de reposo" (Éxodo 35:2,3).

La preocupación principal era el celo del pueblo de Israel en la construcción del Tabernáculo hasta el punto de seguir fundiendo las piezas en el día sábado. Había muchos trabajadores y artesanos que tenían el fuego de los pequeños hornos de fundición prendidos en sus casas y debían apagarlos también. Dios no habla aquí del fuego para calentar los hogares o los alimentos que son permitidos (Éxodo 12:16).

La misión de la Iglesia de Dios es predicar el evangelio de Jesucristo y del reino de Dios en todo el mundo, hacer discípulos en todas las naciones y cuidar a todos ellos.

 

#059 Éxodo 25-30

"El Tabernáculo (2a Parte)"
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Como hemos visto, el tabernáculo fue un modelo del trono de Dios en el cielo y una forma de morar ante un Israel escogido pero inconverso.

Como hemos visto, el tabernáculo fue un modelo del trono de Dios en el cielo y una forma de morar ante un Israel escogido pero inconverso.

Cada parte del tabernáculo es un símbolo del camino del cristiano hacia Dios. "Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo...lo cual es símbolo para el tiempo Presente, según el cual se presentan ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto...hasta el tiempo de reformar las cosas, pero estando presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención" (Hebreos 9:13, 912).

Primero tenemos el atrio o el cerco de cortinas que separaba el campamento del área sagrada de Dios. Así también, el mundo no tiene acceso al verdadero Dios si Dios no llama a la persona primero (Juan 6:65).

Una vez que la persona es llamada, en forma simbólica es como tener una invitación para poder entrar al área santa de Dios. Con este fin, uno debe circuncidar su "corazón" o su actitud y comenzar a obedecer las leyes de Dios. "La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios" (1 Corintios 7:19).

Así uno entra simbólicamente por las cortinas que rodeaban el tabernáculo. Al respecto un autor nos explica: "La cerca alrededor del tabernáculo era de 46 m. de largo por 23 de ancho, con la entrada al oriente. Se llamaba el atrio y estaba fabricada de lino fino retorcido, de 2.3 metros de alto y colgadas a unas columnas de 2.3 metros entre sí, con molduras y ganchos de plata, asentadas sobre base de bronce. La puerta, al extremo este, de 9.20 metros de ancho, era de lino azul, púrpura y escarlata" (Halley, p. 127).

Como ya estudiamos, una vez adentro se encontraba el altar de los sacrificios. Era un deber ofrecer un sacrificio de un animal ante Dios.

Así también, una vez que la persona es llamada por Dios y comienza a obedecerle de corazón, el siguiente paso es el aceptar el sacrificio de Jesucristo por sus pecados. Uno debe arrepentirse de sus pecados, y darse cuenta que la sangre de Jesucristo ya fue derramada en "el altar" por nosotros. "Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados: pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios...porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados" (Hebreos 10:11-14).

A la vez, al aceptar el sacrificio de Jesucristo, uno también se ofrece como un sacrificio "vivo" ante Dios. (Romanos 12:1). Así puede cumplir con esta etapa del plan divino de Salvación.

EL LAVACRO

El siguiente paso viene al llegar al lavacro (fuente de bronce), fuente de agua que se usaba para purificar el cuerpo al lavarse. "Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies" (Éxodo 30:18-19). Además, añade que el bronce lo tomaron "de los espejos de las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión" (Éxodo 38:8).

La gran fuente de bronce tenía el propósito de purificar por medio del agua a los sacerdotes antes de que entraran en el tabernáculo. Sin embargo, estos lavamientos "no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consiste sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas...Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura" (Hebreos 9:9-10; 10:19-22).

Así, es apropiado una vez que el cristiano haya mostrado el verdadero arrepentimiento y haya aceptado el sacrificio de Jesucristo que se bautice, con agua lavándose por completo de sus pecados. "Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre" Hechos 22:16).

Ahora por fin, al estar verdaderamente perdonado y reconciliado con Dios, uno puede entrar en forma simbólica al tabernáculo y gozar de una relación mucho más íntima con Dios.

El CANDELERO

Al estar adentro en la primera parte del tabernáculo, había tres objetos en frente. Primero está el candelero. "Hecho de oro puro; una columna central, con tres brazos a cada lado. Se cree que haya sido como de 1.50 m. de alto y 1.05 m. de ancho en la parte superior. Quemaba aceite puro de olivas, y se despabilaba y se encendía cada día” (Éxodo 30:7-8) (Halley, p. 126).

 Es lógico que el candelero fuera el siguiente símbolo del acceso de Dios después de la purificación por el agua. El fin del candelero era generar la luz necesaria dentro del tabernáculo. El aceite es un símbolo del espíritu santo (Hechos 10:38; Mateo 25:13) y el espíritu santo produce la luz espiritual o el ejemplo que todos pueden ver en el cristiano genuino (Mateo 5:1416). Por tanto, después de lavarse de sus pecados con el bautismo, el siguiente paso es la imposición de manos para recibir el espíritu santo de Dios (Hechos 8:14-17). Esto nos permite tener aún más acceso a Dios, pues estamos conectados directamente con él (Juan 14:16-17,23).

LA MESA DEL PAN DE LA PROPOSICIÓN

El siguiente objeto la vista era la cesta de los Panes de Proposición. "92 cm. de largo, 46 de ancho y 69 de alto, de madera de acacia, recubierta de oro. En ella debían exponerse perpetuamente doce panes, que se renovaban cada sábado. Se ponía al lado norte del Lugar Santo" (Ídem). Cada uno de los panes representaban a una de las tribus de Israel y la forma que Dios los mantenía alimentados en lo físico y en lo espiritual.

Ahora nosotros somos los representados por los panes, puesto que somos injertados como Israelitas espirituales (Romanos 11:17-21). Tenemos el acceso al pan espiritual que es la Palabra de  Dios (Mateo 4:4). Los panes de proposición (significa “ante la presencia de Dios”) se cambiaban cada sábado, y esto simboliza el alimento espiritual de la Palabra de Dios que recibimos cada sábado. "Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado" (Hechos 15:21).

Por eso no debemos faltar los sábados, pues un nuevo mensaje, o pan espiritual se prepara para alimentarnos durante la siguiente semana. Los panes no duraban más que una semana y el que falta ese sábado está tratando de "estirar" el alimento de Dios por dos semanas.

EL ALTAR DEL INCIENSO

El tercer objeto en la primera parte del tabernáculo era el altar del incienso. "92 cm. de alto y 46 de cada costado, de madera de acacia, recubierta de oro. En ella debían quemarse incienso perpetuamente, cada mañana y noche (Éxodo 30:7,8). Un símbolo de la oración constante ante Dios (Apocalipsis 8:35)" (Halley, p. 126). El incienso era hecho de la siguiente manera: "Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática, y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti" (Éxodo 30:34-36).

En el sentido espiritual, una vez bautizado, poseedor del espíritu santo y alimentado cada sábado con la Palabra de Dios, el miembro envía sus oraciones ante un Dios que es un verdadero Padre para él. Al igual que el incienso, las oraciones deben ser "molidas como polvo fino", es decir, hay que ser específico en las oraciones. Cada parte debe ser cuidadosamente expresada. Cristo nos entregó los siete ingredientes principales de nuestras oraciones en Mateo 6:9-13. Por eso, debemos rellenar cada sección con nuestras palabras y según las necesidades del momento.

Así estas oraciones ascenderán a Dios como están descritas en la siguiente manera: "todos tenían arpas (los ángeles), y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos" (Apocalipsis 5:8). Noten que son las oraciones de santos, que en la Biblia representan a los miembros que tienen el espíritu santo de Dios (Efesios 1:1, 13-14).

Ahora estamos listos para simbólicamente entrar al Lugar Santísimo que sólo el sumo sacerdote podía entrar una vez cada año. Había un velo pesado que separaba esta sección. "Hecho del lino más fino, de azul, púrpura y escarlata, exquisitamente bordado con figuras de querubines. Separaba el Lugar Santísimo; o por decirlo así, la sala de espera humana y el salón del trono de Dios. El velo se rasgó cuando murió Cristo (Mt 27:51), en señal de que en aquel momento se abría a todos la puerta de entrada a la presencia de Dios" (Ídem. p. 126).

Nosotros ahora podemos entrar al Lugar Santísimo "por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo esto es, de su carne" (Hebreos 10:20). Aquí nos hace entender que cuando "uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua" fue también el momento que se rasgó este pesado velo del templo "de arriba abajo" tal como el soldado lo había hecho con el lado de Cristo.

EL ARCA DEL PACTO

Una vez adentro, lo único que había era el arca del Pacto.

"Un cofre de 1.15 x 0.70 x 0.70 metros, de madera de acacia recubierta de oro. Contenía las dos tablas de los Diez Mandamientos, una vasija de maná y la vara de Aarón. El Propiciatorio (la ofrenda que trae la misericordia de Dios) era la cubierta del arca, una plancha de oro macizo. A cada extremo había un querubín, con las alas extendidas, mirando hacia abajo sobre el propiciatorio. Este, debajo del cual estaban las tablas de la Ley, representaba el lugar de reunión de la ley y de la misericordia, siendo así una "sombra" de Cristo. Los querubines presentaban un cuadro muy gráfico del interés de los seres celestiales en la redención humana. Es probable que Pedro haya tenido esto en mente cuando habló de "cosas en las cuales desean mirar los ángeles" (1 Pedro 1:12).”

"Probablemente el arca se haya perdido en la cautividad babilónica. En Apocalipsis 11:19 Juan vio el arca 'en el templo'. Pero esto fue en una visión, y seguramente no querrá decir que el arca física estaba allí..." (Ídem, p. 125).

Como el arca física era un modelo de lo celestial, el que vio Juan debía ser el espiritual. No se sabe si el físico pereció al destruirse el Templo por los babilonios o esté sepultado bajo los escombros actuales del Templo y será descubierto algún día o desenterrado si existe cuando se establezca el Milenio. Habrá que esperar.

La misión de la Iglesia de Dios es predicar el evangelio de Jesucristo y del reino de Dios en todo el mundo, hacer discípulos en todas las naciones y cuidar a todos ellos.

 

Justicia y equidad para todos

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La felicidad y la paz florecen en una atmósfera de justicia y equidad para todos, sin importar su raza o antecedentes.

Durante la edad dorada bajo David y Salomón, los esfuerzos de Israel por promover la equidad y justicia para sus ciudadanos han sido comparados con los esfuerzos modernos para alcanzar estos nobles ideales. Ambos reyes eran conocidos por gobernar justamente a su pueblo (2 Samuel 8:15; 1 Crónicas 18:14; 1 Reyes 3:3). Como era una nación ejemplar, Israel atrajo a líderes internacionales que buscaban presenciar personalmente su prosperidad y cultura. Uno de estos dignatarios fue la reina de Sabá.

Después de haber probado a Salomón con preguntas y examinado personalmente sus proyectos de construcción y la cultura israelita, la famosa reina le dijo a Salomón: “Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído.

“Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría. El Eterno tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque el Eterno ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia” (1 Reyes 10:6-9; compare con 2 Crónicas 9:1-8).

La felicidad y la paz florecen en una atmósfera de justicia y equidad para todos, sin importar su raza o antecedentes.

Como parte de las instrucciones de su pacto, Dios les había dicho a los Israelitas que fuesen justos con todas las personas que residían dentro de las fronteras de su nación. Él específicamente dijo: “La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros” (Éxodo 12:49). Para explicar este principio, Dios añadió: “Y al extranjero no engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto” (Éxodo 22:21).

Los extranjeros debían tener los mismos derechos que los nativos. Jueces y gobernantes debían aplicar las leyes con equidad. A los extranjeros debía ofrecérselas la oportunidad de adorar a Dios durante las fiestas santas (Éxodo 12:48; Levítico 16:29). Cuando Israel descansaba en el sábado, el séptimo día semanal, los extranjeros en la tierra debían descansar también (Éxodo 20:10).

Tal como los israelitas nativos, los extranjeros podían también ofrecer sacrificios a Dios (Números 15:14). Las leyes de la salud se aplicaban igualmente a nativos y extranjeros (Levítico 17:15), y Dios ordenó a los Israelitas que ayudaran a los pobres y extranjeros entre ellos (Levítico 19:10; 23:22; 25:35). En resumen, Dios les dijo a los israelitas que amaran a los extranjeros y los tratasen como si fuesen nativos de su tierra (Levítico 19:34).

Dios deseaba que el derecho y el privilegio de adorarlo y vivir en su nación ejemplar estuviese disponible para todos. Su expectativa obvia era la “justicia para todos”.

La misión de la Iglesia de Dios es predicar el evangelio de Jesucristo y del reino de Dios en todo el mundo, hacer discípulos en todas las naciones y cuidar a todos ellos.

 

Comercio internacional

Una de las fuentes de riqueza de Salomón
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Con el acceso a esta vasta riqueza, Salomón construyó un templo magnífico para Dios y un complejo palaciego para sí mismo en Jerusalén.

Salomón construyó muchos barcos mercantiles que eran tripulados tanto por marineros israelitas como fenicios. La riqueza acumulada a través de este tráfico marítimo era extraordinaria, incluso comparada con los estándares actuales.

¿Qué tan lejos viajaban aquellas flotas para acumular tanta riqueza? No lo sabemos, pero las Escrituras nos dicen que los navegantes a veces requerían tres años para hacer un viaje de ida y vuelta, debido a las largas distancias. Traían de vuelta productos valiosos como oro, plata y marfil, junto con curiosidades exóticas como pavos y monos (1 Reyes 10:22).

Más de dos siglos después, Fernando de Magallanes navegó alrededor del mundo en un viaje que también tomó tres años. Las flotas de Salomón y de los fenicios podían navegar a lo largo y ancho de los océanos. Las Escrituras afirman que los marineros del rey Hiram eran “diestros del mar” (1 Reyes 9:27).

Como Salomón tenía una flota internacional de barcos, una alianza con los fenicios y el control de las principales rutas de intercambio en el interior del Medio Oriente, emprendió su propio negocio de importación y exportación. Por ejemplo, “Los caballos de Salomón eran importados de Egipto y de Coa, que era donde los mercaderes de la corte los compraban. En Egipto compraban carros por seiscientas monedas de plata, y caballos por ciento cincuenta, para luego vendérselos a todos los reyes hititas y sirios” (1 Reyes 10:28-29, NVI).

La Biblia declara que las ganancias anuales de Salomón alcanzaban a unos 23 000 kilos de oro, sin contar el oro recibido mediante obsequios y tributos (2 Crónicas 9:13-14). Con el acceso a esta vasta riqueza, Salomón construyó un templo magnífico para Dios y un complejo palaciego para sí mismo en Jerusalén.

Recubrió las paredes interiores, e incluso el piso del templo, con oro puro. Las masivas esculturas de dos querubines, cada uno con dos larguísimas alas extendidas, cubrían el propiciatorio en el arca del pacto. Los artesanos enchaparon estas figuras con oro puro, y además hicieron menorás de siete brazos, una mesa para los panes de la propiciación, tazones, calderos, candeleros, despabiladeras para las lámparas, cucharones e incensarios de oro puro (2 Crónicas 3-4).

Salomón tenía un gran trono de marfil cubierto en oro. Equipó a sus guardias con cientos de escudos ceremoniales de oro; los más grandes fueron hechos de aproximadamente seis kilos y medio de oro batido. La vajilla en su palacio incluía vasos y platos de oro. Las Escrituras notan que ninguno de estos había sido hecho de plata durante el tiempo de Salomón, porque esta se consideraba demasiado común (1 Reyes 10:21). Esta fue, literalmente, la era dorada de Israel.

La misión de la Iglesia de Dios es predicar el evangelio de Jesucristo y del reino de Dios en todo el mundo, hacer discípulos en todas las naciones y cuidar a todos ellos.