Beyond Today Daily

La relevancia de Apocalipsis para hoy

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¿Las profecías del libro de Apocalipsis nos ayudan a comprender la pandemia de coronavirus de hoy y lo que le espera a la humanidad?

Transcript

La primera vez que estudié el libro de Apocalipsis era un adolescente. Nuestro pastor nos llevó a través del libro durante estudios bíblicos entre semana. Versículo a versículo, el libro cobró vida con las imágenes y los detalles de este fascinante libro profético. Todos dibujamos las bestias del libro en grandes trozos de papel con sus cabezas y sus cuernos. Estas imágenes se han quedado conmigo toda mi vida. He estado estudiando el libro desde entonces. Y hoy, lo reviso todos los años con los estudiantes del Colegio Bíblico Ambassador en la clase “Noticias y Profecía del Mundo”. Cada vez que enseño y leo este libro aprendo algo nuevo.

Con la pandemia de COVID-19, mucha preguntas han surgido acerca de esta peste. Por ejemplo ¿cómo este evento encaja en el escenario de las antiguas profecías, de la enseñanza profética de Jesucristo y del Apocalipsis? Bueno, lo cierto es que encajan mejor de lo que crees.

Me gustaría ver tres eventos de Apocalipsis y mostrarte la relevancia de este libro en relación a lo que está sucediendo en el mundo ahora. Te sorprenderán los pasos gigantes que se han dado para cumplir algunas de las profecías clave del libro.

Veamos el evento número 1 de Apocalipsis: la actual pandemia global.

Hemos visto que este virus COVID-19 ha afectado a más de 180 naciones. Ha tenido un gran impacto en nuestra vida cotidiana. En Apocalipsis, el sexto capítulo, leemos sobre una peste masiva, una pandemia, como parte de lo que popularmente se conoce como uno de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis. “Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”.

Esto describe una pandemia global de devastación mucho mayor que la que estamos viendo actualmente. La pandemia COVID-19 de hoy no es este evento específico. Piensa en esto. Lo que Apocalipsis describe es algo mucho más grande. Estos eventos ocurrieron durante la gran tribulación, el día del Señor, el tiempo de prueba y agitación. A diferencia de lo que jamás haya visto el mundo, creará una crisis mundial que hará que las naciones tomen medidas sin precedentes. Lo que hemos visto con el cierre de toda la economía y la vida cotidiana detenida, debería llamarnos la atención. La Biblia es real y le habla al mundo moderno en un lenguaje inconfundible.

Veamos el segundo evento de Apocalipsis. Es lo que podríamos llamar la vigilancia de la vida de las personas. ¿Alguna vez has oído hablar de la marca de la bestia? Leamos sobre esto en Apocalipsis 13, comenzando en el versículo 11

11  Después vi otra bestia que subía de la tierra...

13  También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres.

14  Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia...

16  Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente;

17  y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre.

18  Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis. 

Ahora, esta profecía, siempre conlleva un poco de especulación e incertidumbre. Hemos sentido que se refiere al culto dominical forzado por el poder romano a partir del siglo IV d. C. Cuando era adolescente, recuerdo haber escuchado a la gente especular que las tarjetas de crédito e incluso los novedosos códigos postales eran la marca de la bestia. En el período moderno, otros han conectado innovaciones de alta tecnología como chips insertados debajo de la piel con esta idea. Incluso los teléfonos inteligentes, y la mayoría de nosotros tenemos uno, están asociados con esta marca. Pero a partir de esta pandemia han surgido noticias muy interesantes sobre el uso de la tecnología para controlar nuestros movimientos y hábitos.

Un artículo que vi en "The Times of Londons" hablaba de esto el 6 de abril: "En la China rural, donde un avión policial no tripulado volaba sobre los campesinos increpándolos para que usaran máscaras y se entraran a sus casas. No te rías. Sonó la voz metálica, ¿Qué estás mirando? Vete a casa ahora."

Esto también ha ocurrido en partes de Europa. Drones observando los movimientos de las personas. El artículo continúa: “En todo el mundo, se está aprovechando la última tecnología para fines que nadie se hubiera imaginado jamás a principios de año. La vigilancia informática que antes se usaba en la persecución de terroristas se está empleando repentinamente para rastrear a las personas para que respeten las leyes, o porque están o podrían estar enfermos.

Las aplicaciones también se utilizan para rastrear a las personas que han entrado en contacto con las personas infectadas por el virus y para vigilar sus movimientos después de haber sido confinados a la cuarentena. Se están extrayendo los datos de la tarjeta de crédito para averiguar a dónde fueron las personas infectadas antes de su diagnóstico. Y otros programas sirven como una especie de pasaporte, certificando el estado de salud del portador ". Eso salió de un artículo del 6 de abril en "The Times of London".

Y esto no es una película o un guión de televisión. Esta es la vida real de hoy. Imagine que esto se usa en un escenario futuro para rastrear y controlar la vida de las personas. Nuevamente, Apocalipsis es muy relevante para hoy.

Ahora, veamos un evento más profetizado en el Libro de Apocalipsis. Lo llamaremos evento número tres, un orden mundial único. En Apocalipsis 17, vemos que se describe un momento en la profecía del final de la era en que la crisis mundial llega a un punto en el que una agrupación de 10 líderes nacionales da el control a una persona llamada la bestia, un líder poderoso que promete proteger y mantener este orden mundial. Veamos Apocalipsis 17:12

“Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia”.

Lo que se describe aquí es una superpotencia mundial. Es un sueño de aquellos que hoy promueven algo llamado globalismo transnacional. A medida que las naciones han luchado contra esta pandemia actual, hemos visto sus llamados a unirse para combatir esta crisis y las próximas.

Gordon Brown, el ex primer ministro de Gran Bretaña, ha pedido un acercamiento coordinado entre las 20 naciones más grandes del mundo para combatir la pandemia. Ha dicho: "Esto no se puede tratar en un solo país". Describió la necesidad de un organismo de emergencia con poderes ejecutivos para combatir esta batalla médica y las futuras.

Veremos más de esto en el futuro. 

Es todavía más interesante un artículo escrito por el Dr. Henry Kissinger, ex Secretario de Estado de los Estados Unidos en "The Wall Street Journal", ya que pide que se organice una "Nueva epopeya en el orden mundial". Avala a los líderes de las naciones que están luchando en contra de la pandemia protegiendo a los civiles. Sin embargo, advierte que "abordar las necesidades del momento debe, en última instancia, combinarse con una visión y un programa de colaboración global".

Ahora, para diplomáticos como Henry Kissinger, esto significa un mayor papel de los organismos internacionales para coordinar la ciencia, la medicina y la economía. Describe el papel del gobierno: "Ser lo suficientemente fuerte como para proteger a las personas de un enemigo externo, para satisfacer las necesidades fundamentales de las personas, la seguridad, el orden, el bienestar económico y la justicia. Los individuos ", dice,"no pueden asegurar estas cosas por sí solos".

El Dr. Kissinger es un defensor permanente del orden mundial que ha incluido a las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y el Banco Mundial. Es un transnacionalista global, lo que significa que cree que la solución futura para el orden mundial es un órgano de gobierno supernacional global. Y ve esta pandemia para comprobar que esta visión es correcta. Esta es una visión del mundo que se describe en Apocalipsis 17. Diez líderes mundiales que dan su soberanía nacional a un líder poderoso que promete seguridad, orden, bienestar económico y justicia.

Piensa por un momento solo cuán rápido hemos visto que ciudadanos individuales, usted y yo, y nuestras familias y vecinos, nos hacemos a un lado y permitimos que se cierren las escuelas, que se cierren los negocios, que se cancelen los eventos culturales y que todos estemos confinados en nuestros hogares por tiempo indefinido. Todo esto por la decisión de expertos que han tomado decisiones para nuestro bienestar.

Ahora, no me malinterpreten, quiero ver que este virus detenga su curso. Quiero menos personas muertas y quiero que se sufra la menor cantidad posible.

Estoy en mi casa trabajando como muchos de ustedes, y uso mi tapabocas cuando tengo que salir. Analizar lo que está sucediendo y darle una mirada bíblica exige que nos involucremos en un pensamiento crítico para comprender completamente lo que está sucediendo.

Estamos viviendo en un momento notable. Debemos observar y orar para entender esto como Cristo quiere que lo hagamos.

Hace tantos años, cuando comencé a estudiar Apocalipsis, nunca supe cómo se cumplirían esas profecías. Ahora, hoy, tal vez lo veamos con un poco más de claridad.

El libro de Apocalipsis es un libro relevante para entender nuestro mundo moderno. Nos muestra que Dios tiene el control de la historia. No necesitamos temer. Leer y comprender Apocalipsis ayuda a dar sentido a nuestro mundo sabiendo que Dios intervendrá en los asuntos mundiales. Deberíamos pasar a las páginas de Apocalipsis para ver el futuro con comprensión y con esperanza. Cristo nos dice en este mismo libro: 

He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.

Esto es BT Extra. Hasta la próxima.

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Darris McNeely

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

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El Gran Reinicio: ¿Adónde nos llevará?

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Las élites del mundo pretenden crear un nuevo orden global: un mundo mejor, de acuerdo a cómo ellas lo conciben. Sin embargo, lo que en realidad se está gestando es un mundo que se dirige a una oscuridad que supera todo lo imaginable. Dios nos insta a entender y a no formar parte de él.

Jeremías pensaba que era demasiado joven para ser profeta. Dios le había dicho que aún antes de que naciera lo había destinado para llevar su mensaje a las naciones. ¿Cómo podía él, hijo de un sacerdote de una desconocida aldea, predicar la Palabra de Dios a su propia nación de Judá, y menos aún, a las grandes naciones más allá de sus fronteras?

Dios le dijo a Jeremías que no se fijara en su edad, sino que se enfocara en el poder de Dios para apoyar y cumplir una misión por medio de él. Y luego le dijo: “He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar” (Jeremías 1:9-10).

Y Dios indudablemente cumplió su promesa durante las décadas que duró el ministerio de Jeremías: el poderoso Imperio asirio se derrumbó; Egipto perdió su supremacía hasta convertirse en una potencia de segunda clase; Judá caería en manos de Babilonia, un imperio cuyo linaje sería llevado hacia el oeste, para resurgir en el Imperio romano.

La época de Jeremías fue una de reformas y reinicios. Una era estaba llegando a su fin en aquel mundo antiguo, y los hombres temían por el futuro. Lo que era familiar estaba cambiando y las viejas costumbres estaban desapareciendo. Reyes y líderes procuraban recobrar las culturas y glorias del pasado. El rey asirio Asurbanipal ordenó que se copiaran y conservaran textos antiguos en su biblioteca de Nínive. Había un nostálgico anhelo de volver al pasado, a una época más “normal” en la cual los hombres estaban seguros de su fe e identidad.

Los acontecimientos de aquel periodo de finales del siglo VII y principios del VI a. C. nos proporcionan una lente a través de la cual podemos entender lo que está ocurriendo ahora, en las primeras décadas del siglo XXI. La nuestra es una época de agitación y cambio, acelerados por la reciente pandemia mundial y la creciente agitación global. ¡Muy pocas veces en la historia han confluido tantas corrientes transformadoras de la civilización en un solo momento!

Los orígenes del “Gran Reinicio”

El mundo está siendo sacudido por cambios masivos en la tecnología, la política, la economía, las cuestiones medioambientales y la cultura, que están reconfigurando nuestra visión de la historia y la realidad, y estas ideas se están diseminando por todo el mundo. Los cambios que estamos experimentando son como el desplazamiento de las placas tectónicas de la Tierra, y han creado un movimiento sísmico de acontecimientos en la escena mundial.

Es tentador y tranquilizador pensar que esto es normal, o que el mundo volverá a la normalidad. Pero ya estamos viendo cómo se adoptan ideas que apuntan a un mundo que dista mucho del orden familiar que ha prevalecido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1945.

Algunos piden abiertamente un “gran reinicio” del orden mundial. Esta terminología ha sido adoptada por el Foro Económico Mundial. Su fundador, Klaus Schwab, publicó el año pasado un libro titulado Covid-19: The Great Reset (Covid-19: El Gran Reinicio). Aunque dicho libro fue escrito en 2020, seis meses después del comienzo de la pandemia, pronostica un mundo pospandémico en el que las naciones trabajarán más estrechamente para resolver los problemas que enfrenta la humanidad.

El Foro Económico Mundial organiza anualmente una reunión en Davos, Suiza, para líderes de élite de los negocios, el gobierno y la cultura. Esta reunión siempre ha atraído la atención y muchas sospechas de los teóricos de la conspiración global, que consideran tal encuentro como una cumbre internacional de personas que complotan para apoderarse del mundo.

Es fácil descartar tales teorías, y la mayoría deberían ser descartadas. Pero el hecho es que estos líderes de los negocios, los medios de comunicación y el gobierno ya dirigen gran parte del mundo. Ellos son quienes influencian, lideran y dan forma al entretenimiento, la educación y los medios de comunicación. Tienen un inmenso poder, influencia y riqueza, y muchos de ellos pretenden establecer grandes cambios en el mundo.

El hecho es que este grupo sí existe, y sus integrantes efectivamente están pensando en formas de crear un mundo muy diferente, más parecido a una entidad política mundial. La palabra transnacional se utiliza para describir el mundo que muchos quisieran ver surgir en el futuro. En su opinión, el camino hacia la equidad, la paz y la hermandad en toda la Tierra es un mundo transnacional con menos fronteras, menos nacionalismo y una estructura gubernamental única.

El transnacionalismo no es nada nuevo y existe desde hace mucho tiempo. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial y la creación de las Naciones Unidas, el reinicio transnacional global ha seguido su incansable marcha. La Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, así como muchos otros organismos internacionales, se formaron con la intención de promover la unidad, la paz y la estabilidad, y de evitar el retorno a la guerra global que asoló al mundo dos veces en el siglo xx.

Aparte de Donald Trump, la mayoría de los presidentes de Estados Unidos y sus administraciones en este período han apoyado la visión mundial transnacional en diversos grados. El Departamento de Estado de los Estados Unidos ha trabajado para fomentar una estrecha integración entre la política estadounidense y los objetivos de la comunidad internacional. El presidente George H. W. Bush fue un importante promotor del orden mundial global; sus acciones tras la caída de la Cortina de Hierro y el colapso de la Unión Soviética sentaron las bases del orden mundial que vemos hoy.

Reordenación del mundo y de nuestra forma de vida

Lo que verdaderamente importa en cuanto a los hombres más ricos y poderosos del mundo es que están interesados en reconfigurar el mundo y la forma en que vivimos. Lo que dicen al respecto es significativo, y deberíamos prestarles atención. Con ello en mente, leí el libro del Sr. Schwab, coescrito con el economista Thierry Malleret. Covid-19: The Great Reset es vago, superficial y escaso en planes minuciosos para un “reinicio”. No es exactamente un manifiesto detallado para que un orden global se apodere del mundo.

La lente a través de la cual debe verse este libro, y otros que propugnan la misma idea, es la comprensión fundamental de que la élite global está compuesta de transnacionalistas carentes de lealtad nacional. Ellos consideran que los países y las fronteras son obstáculos que hay que eliminar.

Desde su punto de vista, los gobiernos nacionales son reliquias de una época pasada de las cuales hay que deshacerse, y los países son lugares convenientes donde las compañías globales como Coca-Cola, Amazon o Apple existen para servir a la comunidad mundial.

Las referencias al “contrato social” entre el individuo y el Estado argumentan que este último ha fracasado a la hora de garantizar justicia, equidad y libertad para todos los pueblos y razas. Citando como ejemplos el movimiento Black Lives Matter y la revolución de género sexual, los autores sostienen que los gobiernos existentes no han cumplido sus promesas y que carecen de ideas y políticas para hacer frente a los desafíos de las revueltas y manifestaciones en las calles de Estados Unidos y otros países. Queda implícita la necesidad de un nuevo contrato social, pero no se define en qué consistiría.

El papel de Estados Unidos como líder mundial ha concluido

Hay un tema que aparece muy claramente en este libro: el tiempo de Estados Unidos como líder mundial está llegando a su fin. Una de sus secciones lo explica así: “El poder y la prosperidad de Estados Unidos se han construido y reforzado gracias a la confianza mundial en el dólar y a la voluntad de los clientes en el extranjero de mantenerlo, a menudo en forma de bonos del Estado norteamericano. Esto ha permitido a Estados Unidos pedir préstamos baratos en el extranjero y beneficiarse de las bajas tasas de interés en su país, lo que a su vez ha permitido a los estadounidenses consumir por encima de sus posibilidades”.

Esto fue escrito justo después de la primera oleada de dinero gubernamental aprobada por el Congreso de Estados Unidos para hacer frente a las consecuencias económicas de la pandemia. Desde entonces se han repartido más billones, disparando la deuda de Estados Unidos a casi 30 billones de dólares.

Schwab y Malleret señalan, con toda razón, que esto es insostenible. Tanto los gobiernos como los bancos internacionales que confían en que Estados Unidos puede hacerle frente a esta deuda tienen sus límites. Concluyen: “Esta trayectoria insostenible se agravará en la era pospandémica y posrescate financiero. Este argumento sugiere que, por tanto, algo importante tendrá que cambiar, ya sea a través de un papel geopolítico mucho más reducido o un aumento de los impuestos, o ambos; de lo contrario, el creciente déficit alcanzará un umbral más allá del cual los inversionistas no estadounidenses se negarán a financiarlo”.

Una idea fundamental asociada a cualquier “reinicio” sería la sustitución de Estados Unidos en su papel de liderazgo mundial. Este libro vislumbra ciertamente un futuro global de este tipo, y es una característica consistente en la mayoría de los esfuerzos que abogan por un reinicio mundial.

Para ser claros, Estados Unidos tiene muchos problemas, todos graves, y cualquiera de ellos podría llevar al colapso de su actual papel mundial. Uno de ellos es el aumento de la deuda nacional. Esta nación se encuentra actualmente en una maratón de gastos sin precedentes y simplemente insostenible. La inflación está aumentando a medida que una sobreabundancia de dólares baratos mina el valor de los bienes y servicios. La deuda que Estados Unidos sigue acumulando está siendo financiada por otras naciones, pero se acerca el día del ajuste de cuentas. La cuestión es cuándo.

Hasta que ese día llegue, Estados Unidos sigue teniendo la economía más fuerte del mundo y también el ejército más poderoso. Su fuerza naval todavía mantiene la paz en las rutas marítimas del planeta.

Sin embargo, actualmente Estados Unidos está amargamente dividido política y culturalmente. Décadas de cambios sociales han dado lugar a una ideología muy arraigada que pretende reescribir el contrato social de la nación. Los esfuerzos por hacer creer que su fundación se basó únicamente en la esclavitud y la injusticia han echado raíces. La enseñanza de la teoría crítica de la raza busca dividir a la gente, cambiando sus puntos de vista a través de las lentes de ideas raciales maliciosas.

Un cambio ya en marcha

La idea de un Gran Reinicio ya está en marcha y muy avanzada en Estados Unidos, solo que se utilizan otras etiquetas y terminología. Si las ideas impulsadas en el área de la educación, el gobierno y los medios de comunicación llevan al resultado deseado a la nación, en pocos años esta será irreconocible. Esto no es una teoría conspirativa, sino la observación de la realidad que se aprecia leyendo los sitios web de las diversas organizaciones involucradas en este esfuerzo para reinicializar Estados Unidos.

Los lectores de Las Buenas Noticias deberían comprender lo que está sucediendo. Estados Unidos se encuentra en un momento muy crítico, quizás el más peligroso de su historia. Aunque sigue siendo la nación líder en casi todas las categorías, está paralizada por sus propios y graves pecados nacionales, mientras se enfrenta a un mundo cambiante liderado por quienes aspiran a derrocar el actual orden mundial y adjudicarse el liderazgo. China es uno de los principales contendientes, mientras que otros países, como Rusia, se inmiscuyen en aspectos cruciales que suponen un peligro inminente (como los ciberataques, de los que también se acusa a China). Otras potencias regionales, como Turquía e Irán, tratan de reconfigurar el futuro de Oriente Medio.

Los actuales promotores de la idea de un gran reinicio tienen su propia meta: dar forma a un nuevo orden global. Para contrarrestar la influencia de Estados Unidos, apoyan el objetivo de China de convertirse en la potencia mundial dominante y alcanzar su supuesta posición legítima como cultura superior. Mientras tanto, la Unión Europea (UE) tiene una misión similar: dar forma a un mundo alineado con su cultura y visión históricas.

Nuestro mundo está a punto de ver un cambio de las relaciones de poder en los próximos años, quizás en un futuro muy cercano. La pandemia de Covid-19 será probablemente el inicio de la apertura a este nuevo mundo, ya que históricamente las pandemias han reconfigurado el orden mundial. La plaga que asoló Constantinopla a mediados del siglo vi d. C. es un ejemplo de ello. Su impacto determinó el futuro de Europa y Oriente Medio en el periodo posterior al colapso del Imperio romano de Occidente.

Lo que los expertos, líderes y quienes pretenden crear un nuevo orden mundial no conocen ni entienden, es la visión bíblica del mundo revelada en la Biblia. La Palabra inspirada de Dios expone su plan a través de los tiempos, que incluye no solo la historia de la salvación sino también el mapa de la historia del mundo desde su comienzo hasta su conclusión. Una comprensión profunda de lo que comienza en Génesis y concluye en el libro del Apocalipsis proporciona la dimensión fundamental faltante de la historia guiada por Dios, también conocida como profecía.

Los historiadores y pensadores políticos examinan la historia y hacen predicciones basadas en el poder nacional y los patrones observados. Una mirada retrospectiva a la historia fácilmente identifica a Egipto, Roma, Francia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos como potencias dominantes. Muchos factores como la geografía, la tecnología, la sabiduría y el avance tecnológico pueden explicar el ascenso de las grandes potencias del pasado; pero esto por sí solo no puede explicar por qué algunas alcanzaron grandes alturas y otras no.

¿Por qué en el siglo v, por ejemplo, los hunos nómadas no invadieron todo el antiguo Imperio romano ni el mundo vio una larga sucesión de emperadores descendientes de Atila? ¿Por qué en el siglo XV China no salió de su fortaleza asiática para dominar a las potencias europeas y propagar su cultura por tierras lejanas? ¿Y quién habría predicho a principios del siglo VII que una religión mundial dominante saldría de las arenas de Arabia para diseminar su influencia a través de las antiguas tierras de Babilonia, Persia, Grecia y Roma?

La historia a través de otra lente

¿Hay acaso otro prisma para ver la historia? Lo hay. Usted está leyendo una fuente que examina la Palabra de Dios, la Biblia, para entender por qué el mundo funciona como lo hace y por qué algunas naciones son ricas y otras pobres.

Existe un propósito que puede ayudarle a entender por qué han surgido y caído imperios a lo largo del tiempo y por qué el mundo actual está al borde de un reinicio que incluso supera la imaginación de aquellos que trabajan duro para crearlo. La Biblia muestra por qué existe la injusticia, el racismo y los gobiernos fallidos que mantienen a sus pueblos esclavizados bajo sistemas que les privan de libertad, de educación adecuada, de oportunidades económicas, de atención sanitaria apropiada y del conocimiento de los valores correctos. También muestra el origen de un reinicio global venidero diferente a cualquier otro planeado o buscado por las élites del mundo.

El libro del Apocalipsis es el mensaje profético de Jesucristo para el mundo moderno. Como comentario sobre asuntos espirituales, políticos y humanos, es muy preciso. Nos muestra una superpotencia mundial venidera que durante un breve período dominará al mundo para crear un tiempo de paz y estabilidad que asombrará a toda la humanidad. Este poder, al que las Escrituras le dan el nombre de Babilonia la Grande, tejerá una red engañosa de espiritualidad seductora, prosperidad económica y paz en las naciones.

Las imágenes de Apocalipsis 17 muestran a una mujer vestida de escarlata, a horcajadas sobre una bestia fantástica con múltiples cabezas y cuernos. Es la imagen de un poder combinado de Iglesia-Estado que controla los acontecimientos mundiales en los tiempos del fin. Los líderes del mundo han cooperado con esta “mujer”, símbolo de una autoridad espiritual mundial, hasta el punto de no poder ver, hablar, pensar o actuar con sabiduría, prudencia ni verdad. Esto es lo que significa cometer “fornicación” y estar “ebrios del vino de su fornicación” (vv. 1-6).

Lo que sucede en los versículos 12 y 13 es fundamental para nuestra discusión sobre el Gran Reinicio: “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia”.

Aquí se describe un momento en el cual los líderes mundiales ceden su soberanía nacional a un gobierno supranacional que asegura el orden mundial en un momento de crisis que amenaza con derribarlo todo. Un líder con ideas y un plan surgirá al frente de esta alianza geopolítica y ofrecerá un futuro prometedor a los ciudadanos del mundo, ayudándoles a superar estos tiempos difíciles. La vida, tal y como la quieren todos, continuará.

Desde el inicio de la pandemia del Covid-19 y la respuesta de los gobiernos a la misma, hemos estado observando cómo empieza a estructurarse este gran sistema. Un cuidadoso análisis y comprensión de lo que dicen las Escrituras puede ayudarnos a ver las características del nuevo orden emergente.

¿Podemos reconocer lo que está sucediendo?

El libro del Apocalipsis describe un momento en el que las naciones combinan su poder en un sistema mundial que logra el antiguo sueño de “una torre que llegue hasta el cielo” (Génesis 11:4, Nueva Versión Internacional). La tecnología no solo promete un mundo cómodo y conectado, sino también la esperanza de una vida muy larga, y posiblemente incluso la inmortalidad, gracias a la tecnología médica. La capacidad de llegar al espacio y extender la civilización humana parece más cercana a la realidad.

El desarrollo económico mundial ha progresado, y los bienes y servicios de la comunidad global se desplazan libremente a través de mar y tierra, generando riqueza a las compañías multinacionales y un mejor estándar de vida para gran parte del mundo. Apocalipsis 18 describe una escena semejante cuando habla de los bienes enviados por todo el mundo bajo la dirección de la estructura de gobierno de esta Babilonia de los últimos tiempos. Esto lo vemos incluso ahora, pero lo que se describe es algo mucho más grande: “Y todo piloto, y todos los que viajan en naves, y marineros . . . se pararon lejos” (v. 17).

La transición a una economía global más integrada avanza implacablemente. La mayoría de las empresas multinacionales ya no se consideran a sí mismas grandes empresas nacionales. Tienen oficinas en todo el mundo, que emplean a personas de todas las nacionalidades. Los centros de llamadas atienden a clientes desde la India, mientras las reuniones virtuales en las que participan empleados de varios continentes se han vuelto habituales. La transición a un estándar global de cambio de divisas y gobierno solo sería el siguiente paso lógico.

La idea de un orden global que propugna valores universales aplicables a todas las personas, independientemente de su identidad sexual o de género, raza, etnia o identidad nacional, tiene cada vez más aceptación. Cualquier distinción que no se ajuste a la norma global en evolución se considera retrógrada, aborrecible y discriminatoria.

Ahora estamos viendo cómo se moldean las actitudes y los valores para aceptar como normal la agenda LGBTQ y el condicionamiento que hay detrás de la teoría crítica de la raza. Lo vemos en la reformulación de la historia nacional: en Estados Unidos, si se puede convencer a suficientes jóvenes de la próxima generación de que no vale la pena salvar la historia de la nación, se habrá logrado un objetivo importante. Entonces será fácil descartar la condición excepcional y bendecida del país, y en su lugar adoptar una perspectiva histórica diferente, como parte de un orden global que promete libertad, justicia y libertad para que todos vivan y actúen como les plazca, dentro, por supuesto, de límites aprobados por sus líderes.

No piense que esto no puede suceder

¿Suena imposible? ¿Cree que nunca sucederá? Considere la rapidez con la que el mundo comenzó a aceptar un cierre por pandemia en marzo de 2020.

En cuestión de días se clausuraron las escuelas, todos los negocios, excepto los esenciales, cerraron, los deportes profesionales se detuvieron y la gente empezó a trabajar en sus casas por medio de Zoom. No se permitió votar, la discusión terminó tan rápido como empezó, y la nueva realidad pasó a ser la nueva normalidad.

Las originales “dos semanas para aplanar la curva” y el uso temporal o innecesario de mascarillas se convirtieron en un año y medio (y más en algunos lugares) de trastorno nacional. A mediados del verano de 2020 muchos estaban hartos, y algunos estados volvieron a abrir gradualmente solo para cerrar de nuevo si surgía una oleada de casos. Hubo que esperar hasta mediados de 2021 para que gran parte del mundo reanudara los viajes nacionales, mientras que una mayoría del mundo seguía cerrado a los viajes al extranjero. Y ahora algunos están llamando a hacerlo todo de nuevo.

Muchos se han maravillado de la naturaleza del cierre mundial que hemos vivido y de su impacto en la cultura. Las relaciones se alteraron; todos los grupos etarios mostraron un marcado aumento de la ansiedad y el abuso de drogas y las muertes por sobredosis se dispararon. El impacto de lo ocurrido tardará años en comprenderse. Sin embargo, todo ocurrió rápidamente y una mayoría cooperó en nombre de la ciencia, la seguridad sanitaria y la buena voluntad. Imagine una futura calamidad y su consecuente reacción.

Como hemos visto, los gobiernos decretaron y las personas cumplieron, muchas de ellas a costa de su propio perjuicio. Y ciertamente esto no ha terminado. Los eventos descritos en el Apocalipsis ocurrirán a través de un decreto gubernamental. El mundo entero se reajustará y la gente no tardará en darse cuenta de que está atascada en una trampa, un callejón sin salida de tribulación, pues Satanás sabe que solo tiene un breve tiempo para apoderarse de los reinos de este mundo.

El Apocalipsis describe las etapas finales del Gran Reinicio que se avecina: el surgimiento de una coalición de naciones que establecerán un sistema que la Biblia denomina “Babilonia”. Durante un tiempo todo parecerá bien, y mientras el mundo alabe a este sistema y se beneficie de la cooperación económica, rechazará a los siervos de Dios que testifiquen en su contra y se resistan a caer bajo la marca de su autoridad.

Estamos viviendo un momento histórico y profético como el de la época del profeta Jeremías. Los mensajes de Jeremías se dirigían a las naciones que estaban siendo desarraigadas y derribadas. El viejo orden estaba siendo reconfigurado en un tiempo de construcción y siembra. Babilonia se levantó para dirigir y establecer el patrón de un orden mundial que ha perdurado hasta la época moderna.

Estamos presenciando el comienzo de un resurgimiento final de este antiguo sistema que desafía el propósito y los planes del Dios vivo. ¡Ojalá todos tengamos ojos para ver lo que está sucediendo hoy!

Felizmente, como también muestra Apocalipsis, el mundo no se quedará estancado en los tenebrosos tiempos que se avecinan, porque Dios tiene su propio gran reinicio que viene después de este, el mayor reinicio de todos los tiempos, que comenzará con el regreso de Jesucristo y el establecimiento del Reino de Dios sobre todas las naciones (ver “El gran reinicio de Dios”, comenzando en la página 13). ¡Oremos para que este último reinicio del mundo llegue rápidamente! BN

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

 

Un mundo en crisis: ¿Qué es lo que se avecina?

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2020 ha sido un año de gran turbulencia mundial. Ahora que está por concluir, ¿qué deberían entender los lectores de Las Buenas Noticias en cuanto a lo que ha sucedido y lo que ello significa para el futuro?

Para mí, el año 2020 comenzó con un vuelo a Hong Kong el 1 de enero. Decenas de miles de manifestantes se encontraban en las calles de la ciudad aquel día, después de un mes de protestas contra el Partido Comunista Chino (PCCh). Cuatro días después nuestro grupo voló de vuelta a los Estados Unidos, justo cuando China admitía ante el mundo que una nueva cepa de virus llamada covid-19 se había escapado de su control en la ciudad de Wuhan y representaba una seria amenaza.

Fue un comienzo siniestro del que se convertiría en el año más tumultuoso de la historia reciente. A medida que nos acercamos al final de este año, este es un buen momento para examinar lo que ha sucedido en el panorama mundial y comprender lo que ello significa en el contexto más amplio de la profecía bíblica y el propósito de Dios en la historia. Ninguno de los sucesos de este año ocurrió en un vacío, aislado de la participación divina.

Muchos se preguntan, y con mucha razón, si estamos llegando al momento de la intervención de Cristo en los asuntos mundiales para establecer el Reino de Dios en la Tierra.

Visión del profeta bíblico Habacuc

A lo largo del año, a menudo he recordado un pasaje de la profecía bíblica acerca del gobierno de Dios sobre las naciones. En el libro de Habacuc el profeta ve a Dios en visión, de pie entre las naciones, mientras estas se hallan en crisis y son sacudidas por los acontecimientos. Él escribe: “He oído todo acerca de ti, Señor. Estoy maravillado por tus hechos asombrosos. En este momento de profunda necesidad, ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado. Y en tu enojo, recuerda tu misericordia. ¡Veo a Dios cruzando el desierto de Edom, el Santo viene desde el Monte Parán! Su brillante esplendor llena los cielos, y la tierra se llena de su alabanza. Su llegada es tan radiante como la salida del sol. Rayos de luz salen de sus manos, donde se esconde su imponente poder. La pestilencia marcha delante de él; la plaga lo sigue de cerca. Cuando él se detiene, la tierra se estremece. Cuando mira, las naciones tiemblan. Él derrumba las montañas perpetuas y arrasa las antiguas colinas. ¡Él es el Eterno!” (Habacuc 3:2-6, Nueva Traducción Viviente).

Esta visión muestra a Dios marchando entre las naciones y ejecutando juicio. Es como si estuviera haciendo un balance, una medición de los acontecimientos entre los pueblos de la Tierra. Hay agitación y estremecimiento entre las naciones y, curiosamente, peste y plaga. Ciertas cosas que parecen seguras e inamovibles, como montañas y colinas, se hacen añicos y se desmoronan.

La escena muestra un enorme caos entre las naciones. Dios está juzgando en lo que parece ser un preludio de más eventos que están por venir. Este relato nos dice que Dios está siempre presente, y que nada escapa a su conocimiento. Él es el juez de toda la Tierra, y su propósito en la historia y la profecía se desarrolla a su ritmo y de acuerdo a su propio calendario.

Esta imagen tiene la intención de consolarnos, ya que podríamos “temblar” frente a la incertidumbre de los acontecimientos de este año, preguntándonos qué nos espera y ansiando un retorno a la “normalidad”, cualquiera que esta sea. También procura darnos esperanza en un momento conflictivo. Examinemos algunos de estos “temblores” entre las naciones de hoy.

El covid-19 y sus consecuencias

Mientras escribo esto (a principios de septiembre), vemos que muchas naciones están saliendo del cierre mundial decretado en marzo en respuesta a la amenaza de cientos de miles, incluso millones de muertes proyectadas por la pandemia del covid-19. El mundo rápidamente suspendió viajes, cerró negocios y restaurantes, y canceló deportes y actividades de esparcimiento para contener el virus.

En el plazo de un mes, millones de personas quedaron desempleadas. Las naciones organizaron masivos esfuerzos médicos para diagnosticar, tratar y manejar este nuevo virus para el cual no había cura ni vacuna conocida. Felizmente, las muertes reales fueron muy inferiores a las proyectadas y el mundo se está reabriendo gradualmente.

Pero algo peor sucedió: las consecuencias económicas de la pandemia y el cierre son enormes. Nos invade el temor a una depresión al tiempo que persiste la realidad de una recesión. El desempleo sigue siendo alto y parece que muchos segmentos de la economía se recuperarán muy lentamente, si es que llegan a recuperarse. Miles de restaurantes han cerrado sus puertas, y aquellos que han reabierto lo han hecho con capacidad muy reducida debido a las reglas de distanciamiento social. Muchos negocios pequeños que proveen servicios básicos no soportaron el cierre a pesar de los billones de dólares de ayuda gubernamental. Los comerciantes minoristas privados, e incluso grandes cadenas de negocios que han funcionado por décadas, se han declarado en bancarrota. Las aerolíneas, los hoteles y la industria de turismo y de convenciones no esperan reponerse y volver a los niveles prepandémicos por años.

A pesar de todo esto, la Bolsa de Nueva York tuvo una buena racha a finales del verano al superar los 29 000 puntos, cerca de su máximo histórico alcanzado a principios de año, lo cual es una paradoja. ¿Se hundirá la economía mundial en una recesión prolongada, o peor aún, en una depresión? ¿O se recuperará más rápido de lo esperado gracias a una demanda reprimida y la resiliencia de los mercados, la manufactura y la tecnología? Si se descubre una vacuna, la economía mundial podría empezar a reponerse más rápido de lo esperado.

Pero el daño ya está hecho, y en estos momentos el efecto de la creciente deuda de Estados Unidos es incalculable. Esta nación, y en cierta medida el resto del mundo, continúa desafiando la ley de gravedad de la sólida teoría económica. Esto es un testimonio de la gran riqueza económica del mundo desarrollado y, como ya dijimos, de la intervención de Dios incluso en los asuntos financieros. El impacto mental y el trastorno económico y social causados por la pandemia aún están por determinarse. El confinamiento de las familias y el cierre de las escuelas han creado condiciones en las que el abuso de mujeres, ancianos y niños puede perpetrarse sin ser detectado. Los funcionarios de salud temen ver un aumento de suicidios y trastornos mentales entre los grupos más jóvenes de la población, como los adolescentes y los hombres blancos de mediana edad.

¿Dominará China?

El virus se originó en China, y el gobierno de este país negó el peligro y se mantuvo al margen mientras turistas, trabajadores y empresarios chinos propagaban el virus en todo el mundo por medio del transporte moderno.

La pregunta es hasta qué punto China aprovechará esta crisis y continuará su campaña para lograr ejercer dominio en Asia, el Medio Oriente, e incluso en los Estados Unidos. La ambición de China de convertirse en el número uno del mundo no es ningún secreto. Si sus líderes logran su objetivo, se desataría una crisis importante no solo para Estados Unidos sino también para Europa, el resto de Asia y el mundo.

Un reciente informe del Departamento de Defensa de los Estados Unidos sobre el ejército chino reveló el crecimiento de las fuerzas armadas de China. Este país es la potencia militar de más rápido crecimiento en el mundo actual y recientemente alcanzó el objetivo de construir la flota marítima más grande del mundo. Para 2035, China podría ser la potencia global dominante. Para lograrlo debe ser capaz de proyectar su poder en todo el orbe, algo que actualmente no puede hacer porque carece de las bases militares necesarias. Por el contrario, Estados Unidos tiene 80 bases alrededor del mundo, lo que le da una considerable ventaja sobre China. Pero la nación asiática sigue creciendo en cada categoría de importancia con la intención de superar a Estados Unidos. Esto tiene una influencia desestabilizadora en Asia y en las áreas al oeste donde China se está expandiendo.

A principios de este año China tomó drásticas medidas contra Hong Kong, imponiendo cambios en la ley que hacen que cualquier disidencia contra el Partido Comunista sea un crimen. Las protestas en Hong Kong casi han desaparecido, y cuando se producen, es bajo una mirada mucho más atenta de las autoridades y con acciones punitivas más estrictas. El Hong Kong que visité en enero ya no existe.

El siguiente paso que China podría dar para reafirmar su control es apoderarse de Taiwán, el estado separado de la China continental por el estrecho de Taiwán, de 322 km de ancho. La independencia de Taiwán ha sido una espina clavada durante décadas en el costado del PCCh. Taiwán está protegido por tratados con los Estados Unidos que se remontan a 1982, pero si los chinos comunistas invadieran la isla, y se sabe que tienen planes para ello, ¿acudirían los Estados Unidos o cualquier otra nación a defender a los taiwaneses?

China podría eliminar las bases estadounidenses y mantener a raya a la marina de guerra de Estados Unidos si decidiera invadir Taiwán, y esta amenaza podría tener éxito: el mundo no hizo nada mientras China aplastó la disidencia en Hong Kong. ¿Será que los chinos han calculado que otras naciones se quedarán nuevamente al margen y no harán nada en caso de que anexen a Taiwán?

Este podría ser el próximo chispazo en la región, capaz de desatar una crisis de grandes proporciones para las naciones asiáticas y para el dominio de Estados Unidos en el Pacífico.

Las ambiciones de China son reales y de gran alcance. Esta nación está extendiendo su influencia más allá de África y el Medio Oriente. A través de su Iniciativa de la Franja y la Ruta ha hecho préstamos y construido infraestructuras en las naciones africanas, dándoles acceso a la extracción de valiosos minerales y otros recursos naturales, al tiempo que ha ganado influencia territorial que le permite la proyección de su poder. Las relaciones de China con Irán reflejan el deseo de prestar un valioso apoyo a un país maniatado por las sanciones estadounidenses y considerado un paria por los otros Estados musulmanes de la zona. Las acciones de Irán han puesto en peligro la región, influyendo incluso en el reciente acuerdo de paz entre los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y el Estado de Israel. La influencia de China sobre Irán desestabiliza una vez más el delicado equilibrio de la política del Medio Oriente.

Estabilidad asiática

Los objetivos de China de dominar en Asia son contraproducentes para los intereses de Estados Unidos, Australia, India y otras naciones. La forma en que se gestione este conflicto afectará al comercio mundial. Mi viaje a Hong Kong este año incluyó una escala en Singapur y una oportunidad para entender mejor la economía global.

Singapur se encuentra a lo largo del estrecho de Malaca y es el segundo puerto más grande del mundo. El transporte marítimo entre China, Japón y Occidente fluye a través de esta región. Es además el quinto centro bancario más grande del mundo. Singapur, clave para la estabilidad de Asia, no aprecia las ambiciones de China ni el conflicto entre Estados Unidos y China y no quiere elegir un bando en esta batalla. Ansía orden y estabilidad para cumplir un papel histórico que es un legado de la colonización británica en los siglos xix y xx.

Durante mi estancia en Singapur, mis conversaciones con los habitantes del lugar revelaron claramente sus sentimientos positivos hacia los Estados Unidos y otras partes del mundo de habla inglesa. Singapur no quiere que una potencia asiática dominante vuelva a abrirse camino, ya que recuerda muy bien la Segunda Guerra Mundial y la invasión japonesa. Singapur entiende que Estados Unidos debe permanecer enfocado en Asia y mantener una fuerte presencia naval, y al mismo tiempo sabe que una “guerra fría” entre China y Estados Unidos sería desastrosa. Naciones como Singapur, Filipinas, Vietnam y otras se benefician de una fuerte presencia estadounidense que impide el dominio de China.

Volví de mi viaje a Asia, que se extendió desde fines de 2019 hasta principios de 2020, con una mejor comprensión del rol de Estados Unidos en Asia y el mundo, y también con una creciente sensación de que los acontecimientos probablemente harán que ese rol continúe a corto plazo.

La revelación de Dios en la Biblia proporciona información crucial sobre el papel de la geopolítica en el mundo moderno. Las naciones angloparlantes de Estados Unidos y Gran Bretaña han tenido un impacto significativo no solo en las naciones asiáticas, sino también sobre el equilibrio global de poder en nuestro tiempo. Para entender lo que surgirá del actual período de crisis de 2020 debemos basarnos en las promesas proféticas de Dios a los patriarcas bíblicos Abraham, Isaac, Jacob y José.

Los historiadores y expertos geopolíticos de hoy en día carecen de esta comprensión crucial. A esto se debe que ni siquiera los más capacitados de ellos logren discernir por qué se producen ciertos acontecimientos importantes y adónde conducirán. La profecía bíblica es una clave para entender los tiempos actuales y los eventos mundiales futuros, y un ejemplo de ello es China y el orden global emergente. El objetivo principal de China debe conformarse a lo que la profecía bíblica revela, y esta muestra que China no será la potencia mundial dominante al final de los tiempos. Si bien la creciente influencia de China indudablemente tendrá un gran peso, otra potencia global surgirá de un tiempo de crisis que asombrará al mundo (vea nuestras guías de estudio gratuitas El Apocalipsis sin velos y ¿Estamos viviendo en los últimos días?). Para comprender mejor esto debemos analizar otra tendencia actual poco comprendida.

Globalismo en marcha

En los últimos cuatro años hemos observado la firme marcha hacia un nuevo orden mundial que se ha visto algo obstaculizado por la elección del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y sus políticas. El énfasis del presidente Trump en los intereses globales de los Estados Unidos ha sido una espina en el costado de aquellos líderes mundiales que han estado dirigiendo el mundo hacia una unión cada vez más estrecha de naciones sin las restricciones impuestas por las fronteras, leyes e intereses nacionales y locales.

La política exterior de los Estados Unidos ha criticado a las Naciones Unidas, a la OTAN, y más recientemente durante la pandemia, a la Organización Mundial de la Salud. Un gran número de tropas han sido retiradas de Irak y Alemania. El histórico y trascendental pacto comercial del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) entre los Estados Unidos, Canadá y México, fue renegociado a fin de lograr términos más favorables para los fabricantes y trabajadores estadounidenses.

Las políticas de la administración Trump han desviado temporalmente el deseo de eliminar las fronteras nacionales –esencialmente los Estados nación modernos– y crear un orden mundial único dirigido por organismos transnacionales encargados de la justicia, la economía y la política. Esto ha contribuido a generar sentimientos hostiles hacia el presidente y ha creado incertidumbre sobre el compromiso de los Estados Unidos con los tratados que sostienen el proyecto mundial.

Añádase a esto la decisión de Gran Bretaña de abandonar la Unión Europea, prevista para finales de año. El deseo de Gran Bretaña de conservar su autonomía en el comercio y la política mundiales, pero aparte de la cambiante burocracia de la UE, ha presionado a Europa para que reevalúe su intención de crear una unión cada vez más estrecha de Estados que actúen según un solo acuerdo.

El futuro del Reino Unido en el comercio y las alianzas mundiales encierra la posibilidad de una unión más cercana con sus otros grandes socios de la Mancomunidad de Naciones (Canadá, Australia y Nueva Zelanda). Si Estados Unidos llegara a integrar una alianza de países angloparlantes, el mundo podría ser testigo de la creación de un bloque de Estados con un PBI (Producto Bruto Interno) que, combinado, duplicaría el de la Unión Europea.

Estos dos acontecimientos –la reafirmación por parte de Estados Unidos de sus propios intereses nacionales como prioridad, y el brexit– representan un gran obstáculo para quienes desean crear un orden mundial basado en normas transnacionales. Este objetivo de los líderes y pensadores en los escaños de poder es un deseo utópico de larga data: el sueño de una paz mundial bajo un régimen mundial benévolo.

La UE es el mejor ejemplo de esto. Trátese de la lucha entre naciones, la pobreza, las enfermedades o el cambio climático global, sus ideales consideran que las soluciones a problemas universales tan enormes solo pueden encontrarse en un poderoso superestado en el que se abandonen los intereses nacionales en aras de un bien mayor.

Este proyecto mundial, que se ha estado gestando desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se ha visto impedido por estos dos acontecimientos en los últimos cinco años. Debido a que Estados Unidos es la potencia dominante, su participación es fundamental para los objetivos de este orden mundial. Los expertos entienden que para que dicho sistema entre en vigor, Estados Unidos tendría que replantearse y ceder voluntariamente su soberanía nacional a tal potencia global. Pero el actual dominio geopolítico de los Estados Unidos, junto con las políticas de la actual administración, impiden que esto suceda en este momento.

Sin embargo, el panorama podría cambiar rápidamente. Un presidente y una administración diferentes podrían alterar el curso actual y restablecer políticas que permitirían que Estados Unidos sea absorbido por las fuerzas del globalismo. Un cambio financiero provocado por la excesiva deuda de Estados Unidos podría hacer que este perdiera su supremacía económica.

O una nueva potencia en Europa, una con profundas raíces históricas que se remonten a la época del Imperio romano, podría resucitar y presentarse como la fuerza para restaurar el orden en un mundo en crisis y sustituir a Estados Unidos y las naciones de habla inglesa en el orden mundial. Esto llevaría a lo que la Biblia describe como “tiempo de angustia para Jacob” (Jeremías 30:7), un tiempo durante el cual las principales naciones de habla inglesa parecen “desaparecer” de la línea de tiempo profética de la Biblia como la fuerza histórica para el bien del mundo.

La crisis de Estados Unidos

Este último escenario es precisamente lo que la profecía bíblica predice. Podríamos muy bien estar presenciando las causas sistémicas de tal colapso, las cuales han surgido de las organizaciones políticas de Estados Unidos en 2020. Desde mayo, muchas de las principales ciudades estadounidenses han visto cómo la anarquía se ha apoderado de las calles. Disturbios por motivos raciales en Mineápolis, Seattle, Portland, Chicago y Nueva York han dejado al descubierto una masa cancerosa de corrupción social interna que amenaza con destruir la nación desde dentro.

En nombre de la justicia social y de la resistencia al “racismo sistémico”, Estados Unidos ha sido lanzado a un período de agitación que constituye la mayor amenaza para la cohesión social en el último medio siglo. La putrefacción de la corrupción política, la decadencia social y el fracaso institucional ha quedado al descubierto de manera impactante ante una generación entrada en años, con suficiente memoria para entender la amenaza de tal comportamiento.

El mundo en general ha contemplado lo que está sucediendo y se pregunta si Estados Unidos tendrá suficiente autoconciencia y fuerza de carácter nacional para recuperarse y seguir adelante como líder mundial. Si el autodesprecio y la anarquía continúan dominando, la capacidad de Estados Unidos para liderar al mundo podría verse gravemente disminuida.

La descripción que hace el profeta Isaías de la agonía de una nación es siniestramente similar a los titulares de los Estados Unidos de hoy: “¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron al Eterno, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás. ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite. Vuestra tierra está destruida, vuestras ciudades puestas a fuego, vuestra tierra delante de vosotros comida por extranjeros, y asolada como asolamiento de extraños” (Isaías 1:4-7).

Tal vez una de las mayores crisis del mundo actual sea este escenario de polarización y disturbios civiles sin precedentes en los Estados Unidos. Las acusaciones de que Estados Unidos es irremediablemente racista y de que su historia es la de una sociedad malvada que lo único que ha hecho es empeorar el mundo, lo están llevando al borde de una división nacional irreversible. Si esta campaña de falsedades continúa, sofocará el espíritu de un pueblo que ha defendido la libertad y la justicia a lo largo de su historia excepcional, aunque imperfecta. Estados Unidos ha tenido graves defectos, pero es la única nación en la historia que ha consagrado los valores y principios de la libertad en sus documentos fundamentales.

La Declaración de Independencia de los Estados Unidos afirma que “todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables”. Sus más de 240 años de historia son la crónica de un pueblo que procura crear una sociedad en la que se logre este noble y sublime objetivo. Ha luchado por sí mismo por estos ideales y dos veces ha ido a la guerra en Europa para liberar a otras naciones de gobiernos totalitarios que intentaban aplastar esos ideales en su ambición de conquista mundial.

Si en este momento Estados Unidos logra ser engañado y convencido de que es irremediablemente racista, injusto e indigno de dirigir, se creará un vacío de liderazgo en el mundo. Dentro de ese vacío se establecerá una potencia mundial que prometerá paz y orden, pero esa potencia, como revela la profecía bíblica, aplastará a todos los que se le opongan. Esto es lo que vemos al evaluar cómo se ha reconfigurado el mundo en 2020.

Esta es su oportunidad

Si el mundo a finales de 2020 está en un momento de pausa como el descrito en Habacuc, donde Dios está midiendo a las naciones asombradas, quiere decir que cada uno de nosotros tiene a su disposición una oportunidad.

Ahora es el momento de buscar la comprensión y ayuda de Dios. Es hora de que lo busque con todo su corazón y de que pida perdón al Dios de la gracia y la misericordia. Mediante Las Buenas Noticias usted está recibiendo un mensaje de advertencia y un llamado a entender al verdadero Dios y a su Hijo, Jesús de Nazaret. Se le está ofreciendo la oportunidad de conocer a este Dios en toda su plenitud y también el propósito que él tiene para su vida. Al fin y al cabo, Dios es quien gobierna las naciones y está dirigiendo toda la historia para que se cumpla su propósito. Lo que estamos viendo en los acontecimientos mundiales de hoy es más que un ciclo histórico de intereses políticos y nacionales.

¡Estamos viendo los capítulos finales de la experiencia humana que conducen al momento mismo de la aparición gloriosa de Jesucristo en su segunda venida! En aquel momento él traerá a esta Tierra el Reino de Dios para reemplazar a todos los reinos de este mundo. Las Buenas Noticias presenta las claves bíblicas de entendimiento que pueden conducirlo a someter fielmente su vida a Cristo, el Rey de ese reino venidero. Esas claves le muestran el camino para someter su vida a él hoy y confiar en que él, el Cristo viviente, es el juez apostado en el umbral celestial esperando que el Padre le dé la orden de intervenir visiblemente y a escala mundial en la historia.

Comencé este artículo con la visión del profeta Habacuc. Volvamos al final de esa visión sobre el juicio de Dios y su intervención. A pesar del tiempo de prueba, el profeta concluye con estas palabras: “Con todo, yo me alegraré en el Eterno, y me gozaré en el Dios de mi salvación. El Eterno el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de cierva, y en mis alturas me hace andar” (Habacuc 3:18-19).

Ahora es el momento en nuestra vida de que caminemos con Dios el Señor y con Jesús el Cristo, con fuerza y confianza. Sin importar lo que nos deparen los próximos meses, ¡Dios está dirigiendo la historia y conduciéndola hacia el día en que Cristo aparecerá en la gloria de su reino! BN

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

 
Este número infame profético implica no solo la propia libertad de comprar y vender, sino mucho más. Descubra los hechos bíblicos importantes.

Cómo enfrentar los tiempos de crisis

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Dios le está dando al mundo una pausa para que despierte y se arrepienta. ¿Buscaremos a Dios mientras pueda ser encontrado? Es hora de entender cómo el mundo puede cambiar de repente y cómo prepararse para los retos venideros.

Estoy escribiendo este artículo en el cumpleaños de mi esposa, durante la pandemia del Covid-19. El bosque junto a mi casa está empezando a cobrar vida. Tenues briznas de verde anuncian la primavera en el hemisferio norte. Cuando uno observa a los pájaros trabajando mientras recopilan material para sus nidos, nunca se imaginaría que el mundo está luchando contra la pandemia más catastrófica en más de un siglo.

Aquí estamos, lidiando con el prolongado impacto de un evento que nadie hubiera esperado cuando comenzamos el 2020. A fines de abril, cuando se imprimió esta revista, más de 3 millones de personas habían contraído el virus y más de 200  000 habían muerto a raíz de esta plaga mundial. Economías enteras se han trastornado por completo. Los pactos sociales entre el gobierno y los ciudadanos se verán permanentemente alterados, y es posible que suframos las secuelas durante años.

En el punto álgido de esta crisis, nuestro personal de Las Buenas Noticias tomó la decisión de posponer un tema que pronto iba a ir a la imprenta y considerar uno nuevo, enfocado en esta pandemia. Creemos que poner este evento en un contexto bíblico le ayudará a hacer frente a lo que está sucediendo y a estar mejor preparado cuando (no en caso de que) algo de esta magnitud suceda de nuevo.

¿Qué aprenderemos?

Jesucristo se refirió a un aumento de “pestes” o epidemias de enfermedades y también a otros desastres en la seguidilla de eventos que precederán su regreso (Lucas 21:11), y muchos se preguntan si hemos llegado a las etapas finales de esta progresión. Apocalipsis 6 describe a los famosos “cuatro jinetes del Apocalipsis”, que en paralelo a la profecía de Jesús representan el engaño espiritual, la guerra, la hambruna y las plagas de enfermedades y desastres. ¿Hemos llegado a este punto?

Y si bien estas condiciones siempre han formado parte de la historia de la humanidad, un marcado aumento ocurrirá en el tiempo del fin. Hemos visto tal aumento desde las guerras mundiales del siglo pasado, pero el incremento final todavía está por delante. Apocalipsis 6:8 indica que estas catástrofes del tiempo final matarán a una cuarta parte de la población de la Tierra. Con la población mundial acercándose ahora a los 8 000 millones, está claro que aún no nos hemos acercado a esta escala. (Para saber más, ver “Epidemias en la profecía bíblica”, en la página 13).

La profecía bíblica es clara en cuanto a que deben tener lugar otros eventos proféticos cruciales antes de que lleguemos a ese punto. Por tanto, aunque la pandemia global del Covid-19 encaja con la advertencia de Jesús sobre las crecientes epidemias que conducirán al miedo global y a otros problemas, esto es más bien un anticipo de cosas mucho peores que están por venir. Todavía tenemos mucho camino que recorrer antes de los últimos acontecimientos devastadores que precederán el regreso de Cristo.

Saldremos de esta época de pandemia. Con el tiempo volveremos al trabajo, a la escuela y a las rutinas familiares, aunque quizás bajo una “nueva normalidad”, como algunos han especulado. Sin duda los tratamientos para este virus ayudarán a la gente a recuperarse, y es probable que se desarrolle una vacuna que contrarreste esta nueva cepa de virus. Pero debemos esperar dificultades continuas, y esto de ninguna manera será el fin de los virus peligrosos.

Lo que debería preguntarse ahora es esto: ¿Qué ha aprendido a través de esta experiencia? ¿Qué le queda por aprender? ¿Cómo se enfrentará a la próxima crisis?

Porque habrá una próxima crisis, y otras más después de ella. Pero es fundamental que entienda estas crisis en un contexto bíblico. Este es el momento de desarrollar una perspectiva mundial desde el punto de vista bíblico, para entender lo que ha sucedido y lo que la Biblia dice que sucederá en los años venideros.

Una vez que esta pandemia desaparezca, los temas de comercio, nacionalismo y globalismo volverán a estar en primer plano. Las relaciones internacionales se verán afectadas por esta crisis y muy bien podremos referirnos al mundo de los años pasados como “a. C.”, o “antes del Covid-19”. El mundo que le seguirá será diferente.

Nuevamente le preguntamos: ¿Qué está aprendiendo de esto, y cómo reaccionará cuando nos golpee la próxima crisis?

Dos “ensayos generales” de crisis anteriores

Para una perspectiva más amplia, examinemos en retrospectiva las últimas dos décadas. Estados Unidos y el mundo experimentaron dos momentos de crisis importantes en ese periodo.

El primero fue el ataque a los Estados Unidos por terroristas islámicos el 11 de septiembre de 2001, cuando el Centro de Comercio Internacional de Nueva York fue derribado por dos aviones secuestrados. Un tercer avión de pasajeros fue estrellado contra el Pentágono en Washington D. C. Un cuarto avión secuestrado, que según se pensaba se dirigía al Capitolio o a la Casa Blanca, se estrelló en un campo de Pensilvania cuando los pasajeros irrumpieron en su cabina. Ese día fatídico transformó los protocolos de seguridad nacional en Estados Unidos y dio origen a una guerra que cambió las reglas del juego en el Medio Oriente y que todavía continúa, muchos años después.

Inicialmente, Estados Unidos disfrutó un momento de unidad nacional y un breve respiro en la división política. Recuerdo que los miembros del Congreso se reunieron en las escaleras del Capitolio cantando “Dios bendiga a los Estados Unidos” [God Bless America]. Hubo un servicio de oración nacional y un momento para acudir a Dios en busca de respuestas. El presidente George W. Bush llamó a la nación a servir con mayor ahínco, mientras organizaba el contraataque al terrorismo global. Pero aun cuando se produjo una oleada de patriotismo, la unidad política pronto se desvaneció y todos continuamos con nuestras vidas.

La guerra que llegó a Estados Unidos [como se le llamó] no cambió la esencia interna de su gente. Los grandes pecados nacionales del aborto, la pornografía, la drogadicción y la decadencia moral continuaron, y aunque la asistencia a las iglesias aumentó durante un corto tiempo, pronto esas cifras retrocedieron e igualaron a las anteriores al 11 de septiembre de 2001.

La vida espiritual de Estados Unidos continúa decayendo y ejerciendo un impacto muy mínimo en la política y el comportamiento social de la gente. La putrefacción moral y la decadencia espiritual están muy arraigadas en su sociedad. Ninguna reforma, por bien intencionada que haya sido, ha puesto a Estados Unidos de rodillas ante Dios mediante un gran arrepentimiento nacional.

En segundo lugar vino la crisis económica de septiembre de 2008, en la que todo el sistema financiero de Estados Unidos llegó al borde del colapso. Y aunque este descalabro comenzó principalmente en esta nación como resultado de un audaz juego financiero que involucraba préstamos hipotecarios de alto riesgo, se extendió y convirtió en una recesión económica mundial.

Las principales empresas de Wall Street en Estados Unidos, como Lehman Brothers, desaparecieron de la noche a la mañana. Los bancos y los mercados se tambaleaban bajo el peso de dudosos préstamos, y la confianza en la economía estaba al borde del colapso. Se cuentan historias de reuniones de crisis en Washington, de conversaciones frenéticas entre funcionarios que buscaban soluciones a problemas para los que ninguno estaba preparado.

Algunos analistas dicen que Estados Unidos estuvo a 48 horas de que todos los cajeros automáticos se cerraran y rechazaran las transacciones. Incluso hubo preocupación ante la posibilidad de que los dispositivos que leen las tarjetas de crédito en los supermercados y gasolineras no funcionaran.

¡Imagine el pánico que se hubiera desatado! La estructura social hubiera comenzado a desmoronarse, lo que felizmente no ocurrió, pero las acciones se derrumbaron. Grandes empresas, como General Motors, necesitaban la ayuda del gobierno para mantenerse a flote. Fue un momento difícil que se produjo unas pocas semanas antes de las elecciones presidenciales. La crisis financiera impactó significativamente las elecciones de noviembre, que pusieron al presidente Barack Obama en el cargo. Pero Estados Unidos y el mundo se recuperaron de esta crisis financiera y los mercados mundiales de valores volvieron a funcionar.

Demos un salto hasta hoy, 12 años después. Estados Unidos estaba bastante bien: el mercado de valores había alcanzado un máximo histórico y el país experimentaba las cifras de desempleo más bajas de su historia. Pero de repente llegó la pandemia del Covid-19, y de la noche a la mañana nos enfrentamos a un evento que la mayoría jamás había experimentado en su vida.

¿Cuál debe ser nuestra perspectiva frente a estas circunstancias que cambian al mundo? Yo las considero “ensayos generales” de lo que la Biblia dice que serán sucesos más grandes y de mayor impacto al final de esta era. Cada una de estas crisis ha incluido elementos que acompañan la cabalgata de los cuatro jinetes del Apocalipsis, aunque lo que hemos visto es relativamente insignificante en comparación con lo que se avecina. Estamos en un momento en el cual podemos aprender lecciones vitales y así no ser sorprendidos en ignorancia cuando ocurran los grandes acontecimientos profetizados.

La profecía de Cristo sobre el tiempo del fin

Veamos más de cerca lo que Jesucristo dijo que debíamos aprender en este momento crucial de la historia humana.

Jesús fue el más grande de los profetas, pero esta faceta de su misión ha sido descuidada e incomprendida de manera muy lamentable por quienes dicen hablar en su nombre. Nunca ha sido más importante que ahora entender lo que él enseñó sobre esta era actual de la humanidad.

Mientras estaba con sus discípulos en el monte de los Olivos, algunos le preguntaron en privado: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿Y qué señal habrá cuando todas estas cosas hayan de cumplirse?” La respuesta de Jesús comenzó con advertencias sobre engaños espirituales, guerras, terremotos y problemas globales que incluirían hambrunas y pestes (Marcos 13:3-8).

Como ya dijimos, todos estos problemas han estado con nosotros durante siglos y siguen con nosotros hasta hoy. El versículo 8 concluye con estas palabras de Jesús: “. . . principios de dolores son estos” (énfasis nuestro en todo este artículo). La versión Nueva Traducción Viviente expresa así este versículo: “. . . pero eso es solo el comienzo de los dolores del parto”. Efectivamente lo son, y están aumentando en frecuencia e intensidad para señalar que una nueva era está a punto de comenzar.

Jesús dice enseguida: “Cuando esas cosas comiencen a suceder, ¡tengan cuidado!” (v. 9, NTV). Él describe a continuación las persecuciones y traiciones que sus seguidores experimentarían. Pero los alienta a perseverar a pesar de todo y les promete que estará con ellos y que no los dejará solos (versículos 9-13).

Los siguientes versículos dan más detalles sobre los eventos que acompañarán su venida. Un indicador clave es el versículo 14, que habla de un suceso particular que aún no ha ocurrido: “Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda) entonces que los que estén en Judea huyan a los montes”.

Esta profecía tendría más de un cumplimiento. Cristo se estaba refiriendo a un incidente acaecido por primera vez unos 200 años antes, cuando en el templo de Jerusalén erigieron un ídolo pagano y ofrecieron carne de cerdo como sacrificio en el altar. Sus discípulos, conscientes de la historia de su nación, sabían precisamente de qué hablaba.

Pero Jesús dijo que nuevamente ocurriría un evento similar y así fue, cuando los romanos destruyeron Jerusalén en el año 70 d. C. Pero ese no fue el tiempo final que Jesús predijo, sino un precursor, y su principal cumplimiento aún no ha tenido lugar. No creemos que pueda ocurrir bajo la actual configuración política de Jerusalén. Las condiciones deben cambiar. Concluimos entonces, como dijo Jesús en el versículo 7, que “aún no es el fin”.

No obstante, debemos observar y comprender nuestra época (versículos 33, 35, 37). Al leer las declaraciones de Jesús sobre el engaño espiritual, la guerra y otros problemas, vemos su énfasis en nuestra necesidad de entender estos acontecimientos en su contexto histórico y profético.

Cuando analizamos retrospectivamente los casi 2000 años desde que se dio esta profecía, podemos ver fácilmente cómo estos eventos han ocurrido en oleadas a través de los siglos. Hubo un tiempo en el que poderosas combinaciones de poder entre la iglesia y el Estado mataron a personas de fe que se atrevieron a creer lo opuesto a los edictos de la Iglesia católica romana. Las guerras religiosas entre protestantes y católicos, musulmanes y cristianos, e incluso musulmanes contra musulmanes, han cobrado la vida de millones de personas.

La guerra moderna, los gobiernos sádicos y otros problemas también han sido un azote en la Tierra y han segado la vida de más de 100 millones. Jesús dijo: “Y si el Señor no hubiese acortado aquellos días [mediante su intervención], nadie sería salvo” (v. 20). El exterminio de la raza humana solo podría ocurrir en nuestros días debido a la invención de las armas nucleares, químicas y biológicas. La enfática enseñanza de Cristo para nosotros es esta: “Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes” (v. 23).

Velad y orad

En el versículo 33 de Marcos 13, Jesús nuevamente nos recuerda lo que debemos hacer ahora al reflexionar sobre las grandes lecciones de esta pandemia del Covid-19. Nos advierte: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo”. Hoy no sabemos cuándo volverá Cristo, sin embargo, debemos “velar y orar”. ¿Qué significa esto exactamente?

En un sentido bíblico, “velar” y “mirar” tienen un amplio significado que se desprende de las profecías de Ezequiel, el profeta del cual se dijo que era como un vigilante que se paraba en los muros de la ciudad y advertía a la gente del peligro que se avecinaba (véase Ezequiel 33:1-7). El objetivo de su mensaje de advertencia era que la gente se preparara para un tiempo de peligro y asedio y todo lo que conllevaría, incluyendo el hambre y la peste. Debían tomar precauciones para afrontar la prueba, de modo que pudieran resistir y prevalecer.

Cristo usa el término “velar” para decirnos que estemos conscientes y alertas a fin de discernir las condiciones del mundo que nos rodea y entender dónde estamos en la progresión del plan profético de Dios para este mundo. Pero, más que eso, también debemos estar atentos a nuestra propia condición espiritual.

Un discípulo desea entender las señales que anuncian el tiempo del fin y permite que ello lo motive a vivir una vida sobria, santa y piadosa. Cuando uno sabe que un tiempo de problemas y el juicio final están llegando al mundo, vive de manera diferente. Sabe que Dios es real, que su Palabra es una guía segura para la vida, y toma medidas para vivir de acuerdo a su verdad. Eso es lo que hace a un verdadero discípulo.

Un verdadero discípulo también ora a Dios de manera de desarrollar una relación, una conexión espiritual de amor con él. Confiar en el amor de Dios es la fe central que nos permite manejar nuestra salud emocional durante un tiempo de estrés como la presente pandemia. Muchos de nosotros nos enfrentamos a la incertidumbre en el trabajo, la salud y el panorama general de lo que está sucediendo en nuestro país y en el mundo. Cuando vemos naciones y ciudades encerradas bajo cuarentena, estamos frente a algo que nunca hemos experimentado. Es desconcertante y aterrador, y puede provocar que algunos se alteren emocionalmente. Lo veo en algunas de las personas más fuertes que conozco: la preocupación y el miedo están a las puertas.

Sin embargo, a través de la Biblia, Dios el Padre y Jesucristo nos dan la base para entender lo que significa esta crisis global. Al hablar con Dios de rodillas en oración, el Padre y su Hijo nos brindan comprensión y consuelo arraigados en la verdad espiritual. Esa es la clave para superar este momento.

Dios está dando al mundo una llamada de atención, un momento de crisis que puede traer claridad a nuestra vida en 2020. Este mundo nunca será el mismo después de esta pandemia, tal como nunca fue el mismo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El manejo de otros problemas mundiales solo se ha pospuesto temporalmente mientras la atención del mundo se centra en la lucha contra este virus y el impacto que ha creado. Irán y Corea del Norte continuarán desarrollando armas nucleares y amenazando la estabilidad mundial. Millones de personas continuarán huyendo de la guerra, la violencia y la pobreza en el Medio Oriente y América Latina y buscando asilo en Europa y América del Norte.

China hará su próxima jugada para crear una mayor huella global. Las naciones volverán a la meta de forjar un nuevo orden mundial. Ciertas lecciones del manejo de esta crisis actual no serán olvidadas por aquellos que desean un orden global transnacional.

Pronto veremos cómo estas y otras tendencias relacionadas regresan y continúan, alineándose así con la profecía bíblica.

¿Qué tan repentino es de repente?

En menos de dos semanas vimos cómo el mundo pasó de una sensación de normalidad a una reacción urgente ante el Covid-19, lo que cambió la vida cotidiana de cientos de millones de personas. Su brusquedad dejó a muchos sin tiempo para prepararse. Escuelas y negocios fueron cerrados. Grandes eventos deportivos, desde las Olimpiadas de Tokio hasta todos los grandes torneos deportivos del mundo, fueron cancelados abruptamente.

Los vuelos de las aerolíneas se redujeron en un 80 por ciento y más, obligando a quedarse en tierra a la mayoría de los aviones de las principales empresas aéreas y poniendo a estas en peligro financiero. El Congreso de los Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda y estímulo multimillonario, lejos el más grande de la historia. Todos estos son eventos sin precedentes, y todos se desataron de la noche a la mañana. Incluso mientras escribo esto, estamos tratando de comprender la magnitud de lo que ha sucedido.

Cristo dijo en Marcos 13: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase” (vv. 33-34). Él es el Señor de la casa y nosotros los siervos, cada uno con una cuota de autoridad y un trabajo por hacer.

“Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana” (v. 35). Así es para nosotros en este momento: no sabemos cuándo regresará Cristo, pero sí sabemos que tenemos un mandato de él para vigilar, orar y continuar la obra que nos ha encomendado hacer.

Su Iglesia tiene la autoridad del Reino de Dios como respaldo. Quienes producimos Las Buenas Noticias y el programa Beyond Today en español entendemos nuestra parte en la proclamación del mensaje que anuncia la llegada del Reino de Dios. Esto lo hacemos con autoridad, para explicar lo que dicen las profecías de la Palabra de Dios sobre los sucesos del mundo de hoy. Esta autoridad incluye darles a conocer a ustedes y a todos los que escuchan la verdad suprema que Dios está creando su propia familia espiritual, comenzando en esta era con su Iglesia, el Cuerpo de Cristo. Esta es la obra que estamos llamados a hacer, una obra de la cual Dios quiere que usted forme parte.

Jesús concluye sus instrucciones advirtiéndonos: “Velad, pues . . . para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (vv. 35-37). Como hemos visto, “de repente” significa sin aviso, cuando menos se espera.

Las hojas de la higuera

Poco antes de esto, en la misma sesión de enseñanza con sus discípulos, Cristo les entregó una breve parábola sobre la higuera. Ellos estaban familiarizados con estos árboles, ya que en aquellos tiempos abundaban en la Tierra Santa. Las higueras eran muy importantes para la economía, un alimento básico de la dieta y una importante fuente de ingresos y comercio. La destrucción de las higueras y otros productos agrícolas estaba vinculada a las profecías apocalípticas de las Escrituras.

Cristo dijo: “De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación [la generación viva en el momento del tiempo del fin] hasta que todo esto [los eventos que conducen al regreso de Cristo] acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” (Marcos 13:28-31).

Cuando veo que aparecen hojas verdes en la vegetación del bosque, pienso en este pasaje. Lo que veo en él no son higueras (cuyas hojas brotaban antes de la cosecha temprana de trigo en la tierra de Israel más o menos en esta época del año), pero la lección del cambio estacional sigue siendo gráfica y poderosa. Jesús nos dice que habrá un momento en el que todo lo que enseñó sobre el fin del siglo estará cerca y “estas cosas” sucederán. Aquellos que estén atentos a las hojas verdes de las higueras sabrán y actuarán con prudencia y sabiduría.

Vivimos un momento en el que Dios está midiendo a las naciones. Una peste se ha extendido por todo el mundo y la preocupación financiera está en todas partes. Pero tenga la seguridad de que Dios está plenamente consciente de lo que está sucediendo. Él ha permitido esto, así como permite que sucedan todos los asuntos del hombre. Dios está dando a las naciones una oportunidad de detenerse y analizar su Palabra y nuestras vidas.

¿Qué aprenderá de esta pandemia? ¿Aprovechará este momento para buscar a Dios mientras se le puede encontrar, y para entender su verdad?

“¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!”

Previamente mencioné dos momentos de crisis anteriores que golpearon al mundo: el 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera de 2008. En ambos casos, el mundo volvió a la normalidad. Disney World reabrió, los mercados de valores volvieron a subir y continuamos nuestra vida como si nada dramático hubiera ocurrido. Pero, ¿qué pasará ahora?

No desperdicie este momento de crisis pensando que el regreso a la normalidad en las semanas y meses venideros quiere decir que no ha ocurrido nada significativo. Algo significativo sí ha ocurrido, algo muy significativo: Dios nos ha mostrado la absoluta fragilidad de la vida y de la civilización moderna, y que nadie es inmune. ¡Usted debe actuar!

Durante esta pandemia, el tráfico de nuestra página web ha mostrado una pronunciada alza en su actividad, ya que la gente viene a nosotros buscando información sobre lo que esto significa. Vemos a la gente hambrienta de material sobre las profecías de la Biblia, y es que la profecía es verdaderamente crucial: puede ayudarnos a entender mucho sobre Dios y su plan y, lo más importante, debería motivarlo a usted a cambiar su vida y a aferrarse a la esperanza segura de la intervención de Dios en los asuntos humanos.

Fíjese en lo que Pedro dice sobre los eventos proféticos: “Puesto que todas estas cosas han de ser desechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!” (2 Pedro 3:11). Él está diciendo que el entendimiento de la profecía debería obligarnos a vivir una vida santa y piadosa, porque sabemos que se acerca un juicio y debemos prepararnos para enfrentar el próximo momento de prueba con fe y valentía. Este es el momento de preparar su vida. ¡Este es el momento de buscar a Dios y preparar su vida para la era que viene! BN

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.