Beyond Today Daily

Un ensayo general para las cosas por venir: La invasión rusa a Ucrania

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La invasión de Ucrania y la pandemia han sido un ensayo general de lo que está por venir. Sin embargo, conocer la profecía bíblica no debe producirnos miedo; más bien, debemos reconocerla como la mano de Dios guiando a la humanidad hacia un mejor futuro.

Transcript

Hay un dicho que escuché tiempo atrás y creo que deberíamos tomar nota de él ahora. "Hay décadas", dice, "en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas". 

En ocasiones atribuida a Vladimir Lenin, es muy apropiada para que la consideremos ahora mientras lidiamos con el impacto de la invasión rusa en Ucrania y lo que estamos viendo como este oso ruso que ha cobrado vida y a despertado en Europa con esta invasión de Ucrania alterando tantas situaciones, creando millones de refugiados; con misiles lloviendo sobre las ciudades ucranianas causando devastación, matando a civiles y estallando una guerra. Y eso está teniendo un impacto ahora en muchas otras partes del mundo.

La gente nos pregunta: "¿Es este el inicio del tiempo de la tribulación? ¿Es el inicio de los acontecimientos que conducirán a la segunda venida de Jesucristo?"

Respuesta corta es: no hemos llegado a ese punto todavía, pero debemos tomar nota de lo que está pasando con la invasión de Rusia a una nación europea y de todas las reacciones a raíz de ello como el rearme de Alemania, de Francia, la OTAN, y todas las demás naciones que están en la región. Esto es algo para tener en cuenta.

En Apocalipsis 6, los sellos de Apocalipsis comienzan a abrirse siendo los primeros cuatro comúnmente llamados “los cuatro jinetes del Apocalipsis”.

Probablemente los conoces. El primero es un jinete sobre un caballo blanco, religión falsa. El segundo sobre un caballo rojo, guerra. El tercero sobre un caballo negro, hambre. Y el cuarto jinete sobre un caballo verde pálido, pestilencia.

Con lo que hemos visto en los últimos dos años con la pandemia de COVID, ciertamente hemos visto un precursor de lo que la pestilencia puede hacerle al mundo con con el impacto de esa pandemia.

Y ahora estamos viendo el impacto de la guerra en Europa con esta invasión particular de Ucrania a Rusia y las consecuencias de esto. Esto es lo que nosotros llamamos aquí en Beyond Today como “ensayos generales”; una guerra una pandemia. Y, francamente, con esta invasión y el vuelco en Ucrania y Rusia es probable que veamos una interrupción en las cosechas de granos en ambas áreas, que son muy críticas para proporcionar suministros de granos a otras regiones del mundo.

La hambruna en algunas áreas podría estar a la vuelta de la esquina. Y nuevamente, estamos viendo lo que leemos en Apocalipsis, “ensayos generales” para lo que vendrá.

Eso es lo que deberíamos entender en este momento mientras observamos lo que está ocurriendo con la devastación de las ciudades ucranianas. La profecía debería preocuparnos e interesarnos, como siempre lo hace pero no debe llevarnos al miedo o a una grave ansiedad. Cuando entendemos que la profecía es la mano de Dios que guía la historia hasta su conclusión que es la venida de Cristo y el milenio, el tiempo del reino de Dios en esta tierra y el fin de la guerra entendemos que a veces hay dificultades que debemos primero atravesar para dejarlas atrás.

Y lo que estamos viendo debe despertarnos y hacernos entender que el día del Señor puede venir como ladrón en la noche, y es importante que no seamos tomados desprevenidos.

Hablaremos más sobre lo que todo esto puede significar y lo que la profecía nos puede decir sobre esta invasión en Europa en próximos episodios.

Esto es "BT Daily". Hasta la próxima

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Darris McNeely

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

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Perspectiva bíblica de la invasión rusa a Ucrania

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La brutal invasión de Rusia a la vecina Ucrania ha sorprendido al mundo y ha sacado a Europa de su prolongado adormecimiento. ¿Arroja la profecía bíblica alguna luz sobre esto?

“Hay décadas en las que no pasa nada, y hay semanas en las que pasan décadas”. Esta frase se atribuye a Vladimir Lenin, el fundador de la Unión Soviética. Sin duda esto encaja muy bien en los tiempos actuales.

La invasión rusa a Ucrania en marzo ha desatado acontecimientos que podrían no haber sucedido en las próximas décadas. En toda Europa y otros países, los Gobiernos están reevaluando con preocupación los temas del orden global predominantes desde el final de la Guerra Fría, e incluso desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Mientras escribo este artículo, las tropas rusas se encuentran básicamente estancadas en Ucrania, enfrentando una fuerte resistencia del ejército ucraniano y de ciudadanos voluntarios que han tomado las armas. Las tropas rusas están usando misiles para bombardear indiscriminadamente las ciudades, generar miedo en la población civil y provocar el colapso de la nación. Millones de ciudadanos han huido a países vecinos en busca de refugio, y se está viviendo la peor crisis humanitaria en Europa desde 1945.

Muchos se preguntan si en la profecía bíblica hay indicios que nos ayuden a entender lo que está sucediendo. La respuesta es que sí los hay. En este artículo analizaremos un pasaje del libro de Daniel que presenta una perspectiva profética sobre los acontecimientos en marcha.

Esta invasión, que tiene una extraordinaria importancia, exige que prestemos gran atención a la Palabra de Dios y reflexionemos seriamente en cuanto al impacto humano de esta guerra. Las escenas que hemos visto de ataques con misiles a hospitales y edificios públicos que albergan civiles demuestran la enconada ferocidad de la invasión rusa. El hecho de haberse perpetrado sin una causa realmente justificada nos hace tomar conciencia de la dureza y frialdad de las fuerzas involucradas. La realidad oculta es que en este conflicto están operando fuerzas espirituales de otra dimensión; somos testigos de una guerra que tiene su origen en el diablo, quien ha sido homicida y mentiroso desde el principio (Juan 8:44).

Jesucristo resume los sucesos del tiempo del fin

Casi al final de su ministerio en la Tierra, los discípulos de Jesús le preguntaron: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). En su respuesta, Jesús enumeró varias señales o condiciones importantes. Las cuatro primeras se relacionan con los primeros cuatro sellos de Apocalipsis 6. La apertura de cada sello describe un jinete y un caballo que representan un aspecto predominante que se intensifica en el tiempo del fin. En conjunto, normalmente se les conoce simplemente como los cuatro jinetes del libro del Apocalipsis.

Notemos cómo los describió Jesús en Mateo 24, comenzando con el primero: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (vv. 4-5, énfasis nuestro en todo este  artículo a menos que se indique lo contrario).

Luego continúa: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (vv. 3-8).

Religión falsa, guerras, hambrunas, plagas y desastres conforman la lista del comienzo de los dolores o, como se traduce en otras versiones, “dolores de parto”, que aumentan en frecuencia e intensidad.

Todas estas calamidades han formado parte de la situación mundial a lo largo de la historia humana. Sin embargo, la cercanía del fin de esta era y la apertura de los sellos por el Cordero (Apocalipsis 5:9) muestran una mayor gravedad, como preámbulo de juicios más severos de Dios y de la ira del diablo durante el tiempo de agitación mundial conocido como la gran tribulación (Mateo 24:21).

Hace dos años vimos un precursor de las enfermedades cuando el mundo fue puesto en cuarentena por la pandemia de coronavirus. Los informes muestran que millones han muerto a causa de esta plaga global; sin embargo, esto no se compara con lo que la profecía revela que vendrá sobre el mundo cuando el cuarto jinete, que representa la pestilencia y otras plagas mortales, comience a cabalgar. Lo que hemos vivido es, en cierto modo, una pequeña muestra de lo peor que aún está por venir.

Europa despierta del sueño

Y ahora ha estallado la guerra en Europa. Este conflicto es diferente a los recientes en otros lugares como Irak o Afganistán. Históricamente, Europa ha sido el centro de las dos catastróficas guerras mundiales del siglo xx. Muchos millones de personas murieron en esos conflictos y el orden mundial cambió. Esas guerras fueron parte de la historia predicha en Daniel 7 y Apocalipsis 13 y 17 respecto a la sucesión de los poderes geopolíticos y sus gobernantes descritos como diferentes “bestias”, cuyas cabezas y cuernos tienen significado profético.

El infortunado repliegue de Estados Unidos de Afganistán, y ahora la violenta invasión rusa a Ucrania, han obligado a los Estados europeos a replantear sus estrategias de seguridad. Alemania anunció intenciones  de aumentar significativamente su gasto militar e incrementar sus fuerzas armadas. Cualquiera que conozca de historia sabe que el poder de una Alemania armada en el corazón de Europa siempre ha sido una sombra siniestra.

Europa ha jugado un papel clave en los asuntos mundiales y la profecía bíblica desde los días del Imperio romano. La intervención rusa ha despertado a otras naciones europeas del letargo. Grandes acontecimientos que conducen a importantes cumplimientos proféticos están avanzando rápidamente.

Un artículo del Wall Street Journal expresó claramente este hecho: “En Europa, la agresión de Putin logró prácticamente de la noche a la mañana lo que décadas de discursos por parte de los presidentes estadounidenses no consiguieron. El canciller alemán Olaf Scholz eliminó Nordstream 2, el gasoducto de 11 000 millones de dólares que transportaba gas a Alemania, y se comprometió a buscar alternativas a los suministros de Rusia. Anunció que Alemania aumentaría inmediatamente el gasto en defensa en 100 000 millones de euros y prometió desembolsos anuales para tal propósito que ascenderían al 2 % del Producto Interno Bruto alemán, frente al 1.4 % actual. También se comprometió a enviar armas a Ucrania, incluidos cohetes antitanques y misiles Stinger que pueden derribar aviones rusos.

“La neutralidad se está desvaneciendo. Finlandia, que no es miembro de la OTAN, y Suecia, que es neutral, se alinearon sólidamente con Occidente en contra de Rusia y, por primera vez, las mayorías en ambos países ahora están a favor de pertenecer a la OTAN. Ambos están enviando armas a Ucrania” (Richard Fontaine, The World That Putin Has Made [El mundo que ha creado Putin], 11 de marzo de 2022).

Refiriéndose a este hecho trascendental como si Europa hubiera “cruzado su propio Rubicón”, el artículo sigue confirmando la verdad del dicho: “Hay semanas en las que pasan décadas”.

También agregó: “Putin intenta detener la expansión de la OTAN, hacer retroceder los avances de la alianza y ejercer dominio sobre lo que él considera la esfera de influencia rusa. Pero es más probable que el resultado sea lo opuesto. Su guerra podría finalmente causar un mayor fortalecimiento de la OTAN, haciendo que se unifique más, que se arme mejor y que efectúe sus despliegues militares más cerca de Rusia. Por décadas, cuando los miembros de la UE debían lidiar con Rusia generalmente se dividían en dos bandos, oriental y occidental, según su ubicación respecto a ella. Ahora afrontan los problemas por medio de una cooperación conjunta. Una guerra terrestre en el continente bien podría haber contribuido al surgimiento de una nueva Europa”.

¿Se avecina una escasez de alimentos?

Otra diferencia entre esta invasión rusa y otros conflictos recientes es la posibilidad de una escasez masiva de alimentos en todo el mundo. Ucrania y Rusia producen más del 20 % de los cultivos de cereales del planeta y suman alrededor del 30 % de las exportaciones mundiales de trigo. Las naciones en desarrollo más pobres de África, Asia y Oriente Medio dependen grandemente de este suministro de alimentos. Naciones como Kenia y Egipto importan granos esenciales de esa región.

Pero los ucranianos no van a sembrar mucho, si acaso lo hacen, porque este año apenas están luchando por sobrevivir ellos mismos. Además, las sanciones a Rusia impedirán que esta pueda comerciar. La cadena de suministro de alimentos se interrumpirá aún más, haciendo que la gente sufra y muera de hambre. Algo que agrava mucho más el problema es el hecho de que Rusia y Ucrania también se encuentran entre los mayores exportadores de fertilizantes del mundo, y esos suministros se reducirán por las mismas causas. Los costos de los fertilizantes ya se están disparando en todas partes, lo que conducirá a mayores costos y menor rendimiento de los cultivos.

El estratega geopolítico Peter Zeihan escribió esto en su columna del 7 de marzo de 2022: “Rusia es el mayor exportador mundial de trigo y ha invadido a Ucrania, el quinto exportador mundial. La estrategia de guerra de Rusia utiliza técnicas como las usadas inicialmente en la devastación de Grozny durante la segunda guerra chechena, que luego fueron perfeccionadas durante la destrucción de Alepo en la guerra civil siria. La artillería rusa ahora está destruyendo la infraestructura civil de Ucrania, acabando con una ciudad a la vez.

“Estamos siendo saturados con el festín de violencia visual de la destrucción en curso de las ciudades ucranianas con las que nos hemos familiarizado recientemente: Kiev, Kharkiv, Mariupol. Pero acallado en el fragor de la devastación de los grandes centros de población de Ucrania está la aniquilación mucho más metódica, y claramente hitleriana, que Rusia inflige a las ciudades y pueblos ucranianos, que son el alma y vida para el sustento del sector agrícola del país. Ucrania no plantará cultivos esta primavera o verano. El mundo ha perdido una de sus fuentes más grandes y confiables de trigo, girasol, cártamo y cebada.

“Ucrania tampoco volverá a ser uno de los principales proveedores de alimentos. La ola rusa de destrucción deliberada pronto llegará a la ciudad portuaria de Odesa. Esta ciudad no solo es la capital comercial de Ucrania (su caída no solo significaría el cierre del acceso marítimo de Ucrania), sino que además es el punto de exportación de casi toda la producción agrícola de la nación. Hasta que sea liberada del control ruso y restaurada, estaremos lejos de acceder a las exportaciones ucranianas a gran escala” (The Ukraine War: Agriculture Edition [La guerra en Ucrania: El tema de la agricultura], Zeihan.com, énfasis en el original).

Esto es una muestra de lo que vemos en la profecía de Cristo y en el escenario de Apocalipsis. La guerra genera caos; el caos produce escasez de alimentos; esto da lugar a la hambruna; esta a su vez acarrea enfermedades y epidemias, y todo esto conlleva a otras cosas similares.

Esto debiera hacer que nos detengamos a reflexionar un momento sobre lo que la Biblia dice que va a suceder en los próximos años. La profecía es tan real como cualquiera de los titulares de hoy; de hecho, más real, pues hay muchas mentiras en lo que dicen los medios y los Gobiernos. Cuanto más entendamos acerca de la profecía, mejor equipados estaremos para lidiar con el desasosiego y la confusión. Dios nos advierte con antelación lo que sucederá en el mundo para que podamos arrepentirnos y aceptar el evangelio de su reino venidero de paz y salvación.

¿Y qué sigue?

Daniel 11 contiene la profecía más larga y detallada de la Biblia. A partir del versículo 40, describe específicamente los sucesos del tiempo del fin: “Pero al cabo del tiempo el rey del sur [en relación a Jerusalén] contenderá con él [un futuro rey del norte]; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas estas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón” (vv. 40-41).

Esta crucial profecía detalla la invasión del Medio Oriente por un poder llamado el rey del norte. La historia y la profecía identifican a este poder como un sucesor de los sirios, los griegos y los romanos, un renacimiento del Imperio romano del tiempo del fin centrado en Europa. El rey del sur es una potencia con sede en el Medio Oriente y en el norte de África y probablemente se trate de una confederación de Estados árabes-musulmanes que “embestirán” (atacarán) a esta potencia del norte, provocando una represalia. Este poder europeo del norte luego invadirá la “tierra gloriosa”, la Tierra Santa de Israel y Jerusalén. Probablemente habrá una conexión religiosa con este hecho, como lo indican otras profecías.

Este escenario tiene un patrón a lo largo de la historia que se remonta al surgimiento del islam y su invasión de las regiones que antes formaban parte del Imperio romano: Israel, Egipto, el norte de África, España y la Galia (Francia), donde fueron vencidos en la batalla de Poitiers en el año 732 d. C. por los ejércitos de Carlos Martel, abuelo de Carlomagno. Más tarde, en el siglo xii, la Europa cristiana lanzó las cruzadas enviando ejércitos para recuperar Jerusalén del control musulmán. Durante la Edad Media y el Renacimiento, los ejércitos musulmanes intentaron dos veces volver a apoderarse de Europa, pero los ejércitos del Sacro Imperio Romano Germánico los detuvieron a las puertas de Viena. La profecía de Daniel muestra otro choque entre estos dos poderes en el tiempo del fin.

A través del tiempo, muchos se han preguntado cómo podría ocurrir esto. Durante décadas, Europa ha carecido de la capacidad militar y la voluntad para hacer algo semejante. ¿Cómo podría cambiar esta realidad geopolítica para dar paso a un suceso tan decisivo? Con el ataque de Rusia a Ucrania, una nación soberana contigua a la Unión Europea, ahora podemos ver una Europa que se despereza y levanta de su letargo, como una bestia que despierta. Europa ha experimentado una abrupta remecida.

Aparentemente Rusia juega un papel en la profecía de Daniel 11. Con respecto al rey del norte, que entonces se encontrará en el Medio Oriente, el versículo 44 dice que “las noticias del oriente y del norte lo atemorizarán”. Esto podría significar tanto el oriente como el norte o la dirección combinada nororiente, para la que no existía una palabra específica en el idioma hebreo en el que escribió Daniel. De cualquier manera, Rusia está al norte de Israel y la región circundante, así como al nororiente, y se extiende por toda Asia.

La invasión de Tierra Santa por parte del rey del norte tendrá un efecto dominó en otras partes del mundo. Las naciones musulmanas que rodean a Jerusalén, cerca o lejos, probablemente considerarán esto otra “cruzada” contra el islam y reaccionarán. La tradición musulmana todavía considera su conflicto con Europa y Occidente como parte de la interminable yihad, o lucha, por la supremacía.

Más allá de estas naciones musulmanas del norte solo hay una gran potencia: Rusia. La profecía no excluye la posibilidad de que China pueda estar involucrada en este hecho, particularmente si “oriente” se entiende por separado, y Apocalipsis muestra a varios reyes de Oriente oponiéndose a la invasión del Medio Oriente por parte de Europa.

Otras profecías en Apocalipsis describen dos importantes avances de tropas desde el oriente que incluyen el río Éufrates, límite oriental del antiguo Imperio romano. Los ejércitos avanzarán sobre Tierra Santa en preparación para lo que se describe como “la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:14). Para obtener más detalles sobre estas importantes profecías, descargue o solicite nuestra guía de estudio gratuita El Medio Oriente en la profecía bíblica.

¿Por qué tiene importancia todo esto?

La mayoría de nosotros puede pensar que Ucrania está muy lejos y que su situación no nos afecta. ¿Se apresurarán otras naciones a derramar la sangre de sus soldados en Ucrania? Después del desastroso abandono de Afganistán el año pasado, la mayoría de los analistas creen que Estados Unidos no enviará tropas, y parece probable que otras naciones europeas tampoco lo harán.

Más allá del terrible costo humano y las consecuencias económicas en otras naciones, ¿por qué es importante esta crisis internacional? ¿Por qué debe preocuparle un evento como este a alguien que estudie la Biblia?

El sentimiento generalizado entre muchos es que esto no tiene nada que ver con la Biblia ni la vida espiritual de uno. Sin embargo, pensar así es un error. Como hemos demostrado, lo que está sucediendo ahora en Ucrania está cambiando el panorama de Europa, y podría transformar al mundo rápidamente cambiante que conocemos en algo sustancialmente diferente, con consecuencias que podrían afectar a muchos países y a millones de personas.

Cuando terminó la Guerra Fría con la disolución de la Unión Soviética en 1991, el mundo entró en lo que algunos han llamado “unas vacaciones de la historia”. Al año siguiente, el politólogo y economista Francis Fukuyama escribió un libro titulado The End of History and the Last Man (El fin de la historia y el último hombre). Se pensó que los principales conflictos mundiales finalmente terminarían y surgiría un período con un orden global de paz.

Ese sueño se hizo añicos el 11 de septiembre de 2001. Hoy, dos años después del estallido del covid-19 como pandemia mundial, China busca reemplazar a Estados Unidos como líder mundial en todos los ámbitos de preeminencia. Estados Unidos está pasando por una agitación interna que amenaza su papel histórico entre las naciones. En cuestión de solo semanas estamos presenciando el despertar de una nueva Europa tras décadas de letargo. El mundo se sorprenderá con el resultado final. Puede que no sea de inmediato, pero se está gestando.

El corolario de “unas vacaciones de la historia” es “unas vacaciones de la profecía”. Tal vez usted piense que no tiene ninguna necesidad real de comprender la profecía bíblica y su relevancia en el escenario mundial de hoy, pero nada podría estar más lejos de la realidad. Uno no puede tomarse “un descanso de la profecía” y ser a la vez un estudiante serio de la Biblia.

Los acontecimientos mundiales no se van de vacaciones, ni tampoco Dios. La profecía bíblica es la única herramienta para comprender adecuadamente lo que está sucediendo en nuestro actual escenario geopolítico, cultural y religioso. Si uno cuenta con una sólida base de comprensión profética, puede tener la confianza, la tranquilidad y la seguridad de que Dios controla la historia y los principales acontecimientos mundiales.

Cuando la profecía bíblica se entiende como corresponde, debe motivarnos a tomar en serio la vida y a conducirnos correctamente (2 Pedro 3:11). Estamos viviendo un momento delicado de la historia contemporánea. Las semanas van pasando velozmente. Los eventos de los últimos dos años han cambiado drásticamente al mundo, y en nuestra vida el cambio será aún más traumático y devastador. ¡Usted tiene que estar preparado!

Ojalá que estos sucesos sean una advertencia para su vida, como escribió el apóstol Pablo a los creyentes en Romanos 13:11: “Y esto, sabiendo el tiempo, que ya es hora de levantaros del sueño; porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando creímos por primera vez”.  BN

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

 

El despertar del oso ruso

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Las recientes acciones de Rusia en Ucrania son solo la continuación de una larga historia de opresión imperialista. ¿Será posible que estos eventos estén conduciendo al mundo al umbral de la extinción nuclear?

Durante la campaña presidencial de 2012 en los Estados Unidos, muchos se burlaron del candidato Mitt Romney por referirse a Rusia como “la mayor amenaza para la política internacional”. ¿Acaso eso no era cuestión del pasado, algo que había concluido junto con la Guerra Fría en la década de 1990? Irónicamente, ahora son muy pocos los que se mofan de tal idea.

Bajo el liderazgo del presidente Putin, y para asombro y preocupación de muchos, Rusia ha retomado su antiguo papel provocador y desestabilizador invadiendo primero Georgia, luego la península de Crimea y finalmente la misma Ucrania. Las argucias, engaños, acusaciones mutuas y hasta guerras sin cuartel han hecho que las tensiones entre Rusia y Occidente aumenten dramáticamente.

Debido a mis fuertes lazos con Rusia, Ucrania y la ex Unión Soviética y a mi amplia experiencia en dicha región, he estado vigilando de cerca las tormentosas nubes de guerra que se ciernen sobre Europa Oriental y Asia.

La lucha por Ucrania ha provocado un gran número de muertes, incluidos muchos civiles y niños. Millones más han visto desintegrarse sus vidas para convertirse en refugiados anónimos. Y la sombría posibilidad de un conflicto mundial a una escala no vista desde la Segunda Guerra Mundial parece mucho más probable.

Con la toma y ocupación de Crimea en 2014, Rusia capturó buques de guerra de la era soviética y recuperó un puerto de aguas cálidas, libre de las limitaciones que presenta el hielo marino, desde el cual puede hacer zarpar sus nuevos submarinos nucleares y cruceros de guerra.

La paz ha desaparecido completamente en esta región, y la ferviente esperanza de independencia ininterrumpida después de la disolución de la Unión Soviética hace casi 24 años se ha hecho trizas.

¿Cómo terminará el conflicto entre Rusia y Ucrania? ¿Se extenderá a las naciones bálticas y aún más allá? ¿Adónde se dirige todo esto, y qué significa para usted y para mí?

¿Podría el aumento de las tensiones culminar en un intercambio nuclear?

El mundo actual difiere muchísimo del de los años cincuenta y sesenta, cuando la Guerra Fría drenaba el planeta de recursos. En ese entonces, la fantasiosa doctrina de la destrucción mutua parecía mantener a los protagonistas en sus puestos, a pesar de que la Unión Soviética y los Estados Unidos se provocaban y estorbaban mutuamente en conflictos por todo el orbe.

Y de repente, a principios de la década de 1990, un mundo asombradísimo vio cómo la bandera soviética descendía de lo alto del Kremlin para ser reemplazada por el emblema tricolor de Rusia. ¡Lo impensable había sucedido! La poderosa y temida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se había desmoronado; la Unión Soviética había llegado a su fin, y con ella, la Guerra Fría.

Sin embargo, en la actualidad los renovados vientos de un peligroso futuro soplan despiadadamente sobre nuestros rostros, mientras vemos el renacimiento de sentimientos nacionalistas hostiles.

¿Estaremos reviviendo circunstancias parecidas a las que precedieron a la Segunda Guerra Mundial? En aquel entonces, mientras Hitler invadía a sus vecinos al son de los vítores del pueblo alemán, nadie estuvo dispuesto a detenerlo. Y todos conocemos el fin de esa historia: una conflagración mundial que dejó 60 millones de muertos.

Debido al apoyo de las naciones occidentales a Ucrania cuando fue invadida por Rusia, el ruido de los sables nucleares rusos se ha vuelto a escuchar nítidamente, como en el periodo de la Guerra Fría, solo que ahora el sonido proviene del armamento táctico de nueva generación emplazado cerca de las fronteras de las naciones de Europa del Este y de la región báltica pertenecientes a la OTAN.

¿Qué posibilidad hay de que tales armamentos sean usados? Mijaíl Gorbachov, último líder soviético y ganador del Premio Nobel 1999, dio su opinión al respecto hace algunos años. En una entrevista que le hizo el diario alemán Der Spiegel a principios de enero de 2015, Gorbachov advirtió que las crecientes tensiones entre Rusia y las potencias europeas causadas por la crisis en Ucrania podrían culminar en un conflicto de grandes proporciones, incluido un intercambio nuclear.

De hecho, un drástico cambio (que antes hubiera sido impensable) por parte del canciller alemán Olaf Scholz respecto a la política exterior pacifista de su país, que ha durado décadas, ha revelado el peligro que se avecina. Además de paralizar el muy lucrativo y largamente disputado gasoducto Nord Stream 2 (que habría permitido que el gas ruso llegara directamente a Alemania, pasando por alto y aislando a Ucrania e incrementando así la dependencia alemana de Rusia para sus necesidades energéticas), Scholz anunció que su Gobierno enviaría armas a Ucrania y aumentaría el gasto militar en 100 000 millones de euros adicionales en 2022.

No debemos olvidar que la Federación Rusia mantiene (según un tratado con los Estados Unidos) más de 1600 cabezas nucleares montadas en más de 500 misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos de lanzamiento submarino y bombarderos estratégicos. Rusia tiene además 2000 cabezas nucleares tácticas, algunas de las cuales han sido reinstaladas recientemente a lo largo de las fronteras europeas, y todavía debe desmantelar 3700 cabezas nucleares adicionales [en cumplimiento del tratado mencionado arriba].

Se ha calculado que hasta “un pequeño” intercambio nuclear –por ejemplo, un simple ataque mutuo entre Rusia y Ucrania, entre Irán e Israel o entre India y Pakistán– podría dejar al mundo entero en condiciones no aptas para la vida humana. Y tomemos en cuenta que actualmente se sabe de la existencia de más de 17 000 armas nucleares. La Biblia habla de este tiempo en el que vivimos, pero nos referiremos a ello más adelante.

No obstante, mucha gente ni siquiera se preocupa de las peligrosas tensiones nucleares mundiales. Tal vez usted haya leído que el famoso Reloj del Juicio Final [reloj virtual creado por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, para representar cuán cerca nos encontramos de un desastre nuclear, científico o medioambiental ocasionado por el hombre y capaz de eliminar la vida humana en la Tierra] fue cambiado a “tres minutos para la medianoche” (medianoche aquí denota una destrucción universal masiva, ¡y posiblemente la extinción de la raza humana!). ¡El cambio más reciente lo adelantó a “100 segundos para la medianoche” a principios de 2022!

El colapso del imperio soviético

En diciembre de 1991, el mundo observó incrédulo el desplome de la Unión Soviética. Prácticamente de la noche a la mañana, 15 países independientes surgieron casi sin derramamiento de sangre. Los Estados bálticos y Ucrania, en particular, no desperdiciaron tiempo librándose del yugo de la URSS.

¿Cómo pudo esta superpotencia, que llegó a encabezar la carrera espacial, hacerse añicos tan rápidamente?

He viajado muchas veces a las regiones de la antigua Unión Soviética, comenzando en 1967. Ese año visité la zona como fotógrafo periodístico y traductor para cubrir el cincuentenario de la Revolución de Octubre ocurrida en 1917, que estableció el comunismo en Rusia y a la cual le siguió la creación de la Unión Soviética. Pude apreciar muy de cerca cómo se vivía en casi todos los países del Bloque del Este (las naciones que estaban bajo el dominio soviético) antes y después del colapso del comunismo.

Antes de que este cayera, parecía no haber límite posible a lo que el presidente Reagan llamó “el imperio del mal”. Sin embargo, después de 70 años el Gobierno comunista colapsó debido a su propia podredumbre provocada por el ateísmo, la corrupción, la opresión y un sistema económico fallido.

Miles de millones de personas por fin pudieron respirar con libertad. “Los cielos se abrieron”, pensaban todos. ¡Habían evitado el holocausto mundial! En poco tiempo volvieron a forjarse muchas alianzas políticas, económicas y militares, y la gente se felicitaba por su buena fortuna. En 1991 nadie quería pensar mucho en la posibilidad de otras amenazas globales en el futuro. La extinción nuclear ya era cosa del pasado.

Pero eso fue entonces. Más de 2000 millones de personas han nacido desde que el oso ruso comenzó su hibernación en 1991. Ellas no tienen ningún recuerdo de lo que quedó grabado en mi mente y en las mentes de otros miles de millones de personas que vivieron antes de ese tiempo. Y ahora que el oso ruso ha despertado, muchas son incapaces de reconocer el peligro que este representa.

Muchos desean que Rusia restaure su imperio

En Rusia, la súbita pérdida del imperio soviético no ha sido olvidada. Para muchos rusos de la tercera edad (exciudadanos de la Unión Soviética) dicha pérdida fue muy humillante. Hoy en día muchos rusos, incluyendo a gente joven, quieren el regreso de su imperio y que la grandeza de su país sea restaurada. El presidente Vladimir Putin cree que su misión es devolverle a Rusia su antigua gloria como superpotencia mundial.

Esto explica en gran parte lo que está sucediendo en Ucrania. El hecho de que este país, exmiembro de la Unión Soviética, simpatice con Occidente y con la OTAN, reaviva viejos temores en cuanto a la seguridad de Rusia. Mis amigos en Ucrania hace poco me dijeron que cuando Rusia se apoderó de Crimea, uno de los mensajes propagandísticos rusos afirmaba que si no se rendían ante la ocupación, ¡Estados Unidos instalaría en Crimea misiles apuntando a Rusia!

Como usted puede leer o ver por sí mismo, el intento de restaurar la gloria y la expansión de Rusia se está haciendo abiertamente. ¿Qué puede hacer este mundo al respecto? ¿Cómo puede responder Occidente a las ocupaciones territoriales de Putin? ¿Habrá más Ucranias en nuestro futuro?

Las pequeñas naciones de Estonia, Letonia y Lituania poseen territorios en la costa del mar Báltico, que Rusia también codicia. En tiempos del imperio soviético, los rusos mantenían bases militares de alta seguridad en los países bálticos, y muchas áreas estaban absolutamente prohibidas a los visitantes. Una de esas áreas era la ciudad de Tartu, en Estonia, donde se hallaba la mayor base de bombarderos en la región báltica. Ahora los visitantes pueden viajar libremente a Tartu. La Iglesia de Dios Unida, que publica Las Buenas Noticias, ha efectuado servicios religiosos y mantiene una oficina allí. Actualmente  la base de bombarderos está abandonada.

¿Pero qué nos depara el futuro? Mientras me encontraba en Estonia hace unos cuantos años, algunos de mis amigos rusos viajaron desde San Petersburgo para visitarme. Estaban visiblemente descontentos por una nueva exigencia de visa que había impuesto Estonia a los rusos que querían ingresar a ella. En tiempos de la URSS esta nación había sido de fácil acceso por tierra para ellos. “Dejen que batan sus alas . . . ¡mientras puedan!”, se burlaban, expresando así su molestia ante la libertad de que disfrutaba Estonia.

Siglos bajo una dictadura autoritaria

La ubicación de Rusia, sin salida al mar, ha jugado un importante rol en la formación del carácter nacional ruso y en las ambiciones imperialistas de sus líderes (vea “Perspectiva geográfica de Rusia” en la página 10). Otro factor de mucha influencia en la mentalidad rusa han sido los siglos de gobierno autocrático.

Desde 1240 hasta cerca de 1480, los rusos estuvieron sometidos a los gobernantes mongoles del Lejano Oriente. Esos casi 250 años de gobierno foráneo todavía están grabados en las mentes rusas, y hasta cierto punto se manifiestan en actitudes xenofóbicas hacia la vecina nación de China, que también posee armas nucleares.    

Los chinos superan en cantidad a los rusos en proporción de cinco a uno, y ambos pueblos comparten una frontera de 4345 kilómetros, a lo largo de la cual ha habido enfrentamientos militares ocasionales. (Sin embargo, Rusia y China están uniéndose más y más en oposición a Estados Unidos y otras potencias occidentales).

Tras el fin del reino mongol, los regímenes de los zares (término derivado de “César”) dominaron Rusia durante casi cuatro siglos, desde 1547 hasta 1917.

Su dictatorial control fue alentado y permitido por la Iglesia ortodoxa de Rusia, que oprimía al pueblo aplicando de manera muy particular el capítulo 13 de Romanos, donde dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (vv. 1-2).

Mientras Europa pasaba por la Reforma protestante, el Renacimiento y la Ilustración, Rusia se quedó estancada en el pasado medieval y los zares continuaron castigando despiadadamente a sus disidentes. El sometimiento a la opresión totalitaria se convirtió en un rasgo del carácter ruso.

La revolución comunista y sus consecuencias

Después del estallido de la Primera Guerra Mundial, Rusia sufrió enormes pérdidas y derrotas debido a la incompetencia de sus líderes y sus bajas se contaban por millones. El pueblo oprimido ya no pudo soportar más la corrupción del Gobierno, y una sublevación popular protagonizada por un grupo de mujeres en San Petersburgo encendió la chispa que terminó en un golpe de Estado. El último zar, Nicolás II, fue destronado en la revolución de febrero de 1917 y luego ejecutado junto a su familia en julio de 1918.

El nuevo gobierno provisional duró muy poco y fue derrocado a fines de ese mismo año por los bolcheviques en la Revolución de Octubre, iniciándose así el Estado comunista. Una prolongada guerra civil entre los “Rojos” (bolcheviques) y los “Blancos” (facciones antisocialistas) concluyó con la victoria de los bolcheviques y el establecimiento de la Unión Soviética en 1922. Su primer líder, Vladimir Lenin, murió poco después, en 1924.

Lenin fue sucedido por uno de los líderes más brutales de todos los tiempos: José Stalin. Mi madre nació en Ucrania durante su gobierno, que duró 29 años y fue extremadamente cruel. Entre sus atrocidades hubo matanzas, expulsiones, desterramientos obligatorios, reclusión en campos de trabajos forzados, hambrunas programadas, torturas, asesinatos masivos y masacres. Aún se debate la cifra total de las víctimas de Stalin, pero se calcula que alcanza a decenas de millones, a lo cual se agregan los que murieron a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

Mi madre ucraniana tenía siete años cuando sobrevivió a la hambruna impuesta por Stalin a los habitantes de Ucrania en 1933, año en que murieron seis millones de personas. Según lo que ella me contó años más tarde, aún recordaba cómo en su pueblo natal los cuerpos de los fallecidos eran depositados afuera de las casas para ser recogidos, en una tarea interminable.

Mis padres emigraron a los Estados Unidos en calidad de refugiados en 1949, a poco de mi nacimiento. Todavía recuerdo cómo los inmigrantes ucranianos en Estados Unidos estallaron de alegría cuando escucharon el anuncio de la muerte de Stalin en 1953. Este dictador malvado, psicópata e inmoral no tenía ningún respeto por la vida humana y eliminaba a todo el que pareciera amenazar su poder.

Devastación provocada por la Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial, conocida en la URSS como “la Gran Guerra Patriótica”, fue un conflicto horripilante detonado por la invasión alemana a la Unión Soviética. Esta invasión, que comenzó en junio de 1941, fue apodada “Operación Barbarroja” por Adolfo Hitler. Quienes habían estado bajo el mandato ruso habían sufrido la mortandad de millones entre la Primera Guerra Mundial, la Revolución bolchevique, la guerra civil y las purgas políticas de Stalin, y ahora experimentaban otros 20 a 40 millones de muertes, entre militares y civiles. ¡Estas cifras son verdaderamente pasmosas e impensables para nosotros!

Cuando viajé a la Unión Soviética en 1967 como traductor para un editor y profesor universitario de 38 años, él notó que había una ausencia absoluta de hombres de su edad. Y tenía toda la razón: no existían, porque de todos los que vivían en la URSS y entraron a la milicia a los 19 años durante la Segunda Guerra mundial, solo volvieron del frente uno de cada cien hombres.

Mientras visitaba un cementerio militar en Járkov, Ucrania, vi muchas piedras con inscripciones y pregunté qué significaban. ¡Me dijeron que cada piedra representaba a 14 000 muertos!

Los cementerios y monumentos conmemorativos soviéticos son gigantescos. Me tocó estar en Stalingrado (ahora Volgogrado) poco después de la inauguración de la impresionante Estatua de la Madre Patria, de 83 metros, erigida sobre la colina Mamáyev en honor a los millones que murieron en batalla en ese lugar. Los generales alemanes no podían creer  que los líderes militares rusos tenían tan poco respeto por sus hombres, que los enviaban en gran número a la batalla, como simple carne de cañón.

Los monumentos conmemorativos de guerra en Kiev y Moscú también son magníficos, y muestran gran respeto y honra a los caídos. ¡Ojalá se les hubiera manifestado tal honor mientras vivían!

Desaparición del comunismo y destrucción de nuevas esperanzas

La historia de la Unión Soviética es sin duda muy lamentable, y también lo son su economía y su sociedad fracasadas. La ideología del comunismo, que el Gobierno soviético se empeñó en grabar en los corazones y las mentes de su pueblo, nunca echó raíces firmes.

Cuando viajamos por la Unión Soviética en 1967, nos sorprendió el escaso rendimiento de las enormes granjas colectivas estatales. Por el contrario, las pequeñas parcelas privadas que se le permitía tener a la gente eran muy productivas, y una considerable parte de las hortalizas para el consumo nacional provenía de estas diminutas huertas.

Bajo el comunismo existían los ideales de igualdad y justicia, pero sus promotores malentendían radicalmente la naturaleza humana. A la gente se le decía que estaba “en un paraíso del trabajador”, pero todos sabían que eso no era cierto. Como dice un popular chiste, las personas llegaron a ser todas iguales: igualmente pobres.

En 1985, Gorbachov asumió el poder después de casi siete décadas de tragedia nacional y fracaso económico bajo la opresiva dictadura socialista. El país sufría un gravísimo estancamiento y profundos problemas económicos. Gorbachov intentó ser revolucionario e implementó un sistema dual para resucitar a la nación: primero inició la glásnot, una política que promovía la transparencia de las operaciones gubernamentales a la vez que alentaba una creciente libertad de expresión. Su segunda iniciativa fue la perestroika, que significa “restaurar” o “reestructurar”.

Durante mi recorrido por la URSS aquella vez, se escuchaban rumores de que tomaría cinco años, o diez, o toda una generación para que se hicieran realidad los cambios que la gente quería. Sin embargo, al permitir la libertad de expresión Gorbachov dio rienda suelta a pasiones largamente reprimidas y a ideas políticas que estallaron de manera inesperada y fluyeron con gran fuerza. Pero la reforma económica era lenta e ineficaz, y los resultados que la gente esperaba no se materializaban. El pueblo soviético puso en práctica sus nuevas libertades y se volvió en contra de Gorbachov, causando su ruina.

Esto llevó directamente a la disolución de la URSS el 26 de diciembre de 1991, y varios países de la unión se convirtieron en Estados independientes. Boris Yeltsin asumió como primer presidente de la Federación Rusa, y fue sucedido por Vladimir Putin el 31 de diciembre de 1999.

Los sueños de un mundo mejor siguen sin materializarse

En un comienzo parecía que veríamos una Rusia nueva y civilizada dándole la espalda a su pasado tradicional de beligerancia e intimidación; pero lamentablemente no fue así. El mismo espíritu que animó e hizo actuar a los zares y a los jefes soviéticos sigue vivo y muy saludable.

No obstante, por mucha esperanza que abriguemos en cuanto a un cambio en la naturaleza de las naciones y los individuos, las palabras del profeta Isaías resuenan y se imponen: “No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos” (Isaías 59:8).

En uno de mis viajes a Rusia conversé largamente con la conductora de un tren. Ella me preguntó: “¿Por qué ustedes [los estadounidenses] desean guerra, cuando todo lo que nosotros queremos es paz?” ¡Me impactó mucho su manera de pensar! ¿Qué le habían enseñado? ¿Cómo habían manipulado su mente?

Nuestra experiencia humana es una sucesión de tragedias y violencia; y lo que se vislumbra en el horizonte de esta nación probablemente va a desembocar en más miseria, producida por gobiernos opresores, guerras y muerte. Esto me afecta profundamente, porque he trabajado extensamente en esta parte del mundo y le tengo gran aprecio; allí es donde se encuentran mis raíces ancestrales.

La gente rusa puede ser la más generosa, hospitalaria, amable y cariñosa que uno pueda encontrar, y lo mismo se aplica a los ucranianos. Conozco a muchas personas de ambas naciones, no solo por mis viajes a la región sino también por mi trabajo con ellas a través de proyectos humanitarios y relacionados con la Iglesia de Dios Unida.

Sin embargo, debido a que los rusos son tan obedientes y humildes ante la autoridad, se someten sin darse cuenta a líderes oportunistas que se aprovechan astutamente de los vacíos de poder y después se vuelven en contra de sus gobernados atropellándolos, oprimiéndolos y destruyéndolos, como claramente han demostrado varios líderes belicosos de Rusia y la URSS. Putin es simplemente la manifestación más reciente de ello.

¿Qué pretende Putin? Él parece no inmutarse frente a lo que haga Occidente y está decidido a implementar sus planes de recuperar lo que se perdió en el colapso de la URSS. Él quiere los recursos y los 45 millones de personas de Ucrania, pero ¿se detendrá ahí? Occidente sigue acomodándose a Rusia en sus conversaciones, a pesar de que esta sigue mintiendo descaradamente y negando sus acciones, todo al estilo soviético. Es que con poder en las manos y falta de resistencia, uno puede hacer lo que le venga en gana.

(Un aspecto digno de tomar en cuenta es lo que nos dice la Biblia sobre el resurgimiento en los últimos días de un Imperio romano centrado en Europa. Y las últimas acciones de Rusia han suscitado serias discusiones entre las naciones europeas para independizarse de Estados Unidos y tomar los asuntos de seguridad en sus propias manos, como por ejemplo, estableciendo una fuerza militar europea).

A la espera de una solución segura

Quienes tenemos fuertes vínculos con personas de estas áreas también tenemos un intenso deseo de que puedan gozar de paz y una vida normal. Y aunque no tengamos tales lazos, todos debemos sentir compasión por aquellos que sufren bajo situaciones tan difíciles; sin embargo, humanamente sentimos mucha impotencia frente a lo que podemos hacer. ¿Cuál es la respuesta?

En un largo relato profético acerca de los tiempos del fin, Jesucristo declaró respecto a los últimos días antes de su retorno: “Orad, pues . . . porque habrá entonces gran tribulación, cual no la habido desde el principio del mundo hasta ahora” (Mateo 24:21). Él continúa diciendo que aquel tiempo será tan terrible, que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo . . .” (v. 22, énfasis nuestro en todo este artículo). Desgraciadamente, la extinción humana mediante destrucción masiva es ahora posible.

¡Pero hay muy buenas noticias para un mundo amenazado por el espectro de la guerra nuclear y catástrofes devastadoras! Jesús afirmó a continuación: “. . . más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” ¡La humanidad sobrevivirá!

Este calamitoso periodo del tiempo del fin es anunciado en muchas profecías bíblicas; su desenlace, sin embargo, depende de la intervención de Dios y de su plan de salvación, y en ellos ponemos nuestra confianza y esperanza. No necesitamos vivir atemorizados ni esconder nuestras cabezas en la arena; debemos poner nuestra fe en las palabras consoladoras y fidedignas de Jesucristo, nuestro Salvador.

Se avecina un tiempo de restauración para los rusos, los ucranianos y para todos los pueblos de la Tierra. Vivimos en un mundo muy peligroso y aunque deseamos fervientemente el advenimiento de aquel tiempo, aún tenemos que esperar un poco más.

Junto con acercarse a ese terrible tiempo de lucha por la supervivencia, el mundo se ha degradado moralmente y ha descendido casi universalmente a los niveles conductuales más abyectos y primitivos; pero aun así, la Biblia nos exhorta claramente a aferrarnos a la esperanza y al camino de Dios, perseverando hasta el fin.

Vale la pena esperar las promesas del mundo que vendrá. Dios les dice a quienes estén dispuestos a esperar: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26, Nueva Versión Internacional). De hecho, Dios dice: “Y . . . derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28). “Toda carne” incluye a los rusos, ucranianos y todos los demás pueblos. ¡Dios cambiará nuestra naturaleza para que se asemeje a su propia naturaleza amorosa!

Entonces, ¿qué podemos hacer por el momento? Nos esperan tiempos muy difíciles y turbulentos, ¡pero actualmente Dios les da a quienes lo siguen el poder y la guía para salir victoriosos! Él nos ordena que cambiemos nuestra manera de pensar y aceptemos el nuevo corazón que quiere darnos ahora mismo. Como Jesús mismo nos dice: “Se ha cumplido el tiempo . . . El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!” (Marcos 1:15, NVI). La palabra traducida como “arrepiéntanse” en este pasaje significa cambiar nuestra mente o propósitos, es decir, abandonar nuestra manera de hacer las cosas para buscar a Dios y hacerlas a la manera de él.

¿Cuál es el consejo que Dios nos da en estos tiempos? “Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40). No tenemos por qué sentirnos solos ni desesperanzados frente a la creciente oscuridad que se cierne sobre este mundo. Aunque nuestro planeta sea remecido por una terrible devastación, que aparentemente incluirá una guerra nuclear, este no será el fin de la raza humana ni del plan de Dios para la humanidad. Así como la oscuridad siempre precede a la aurora, un nuevo y glorioso amanecer se acerca y puede estar más cerca de lo que imaginamos. Cuando ello suceda, por fin habrá paz mundial. ¡Que llegue pronto aquel día! BTE

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

 

El despertar del oso ruso

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Las recientes acciones de Rusia en Ucrania son solo la continuación de una larga historia de opresión imperialista. ¿Será posible que estos eventos estén conduciendo al mundo al umbral de la extinción nuclear?

Durante la campaña presidencial de 2012 en los Estados Unidos, muchos se burlaron del candidato Mitt Romney por referirse a Rusia como “la mayor amenaza para la política internacional”. ¿Acaso eso no era cuestión del pasado, algo que había concluido junto con la Guerra Fría en la década de 1990? Irónicamente, ahora son muy pocos los que se mofan de tal idea.

Bajo el liderazgo del presidente Putin, y para asombro y preocupación de muchos, Rusia ha retomado su antiguo papel provocador y desestabilizador invadiendo primero Georgia, luego la península de Crimea y finalmente la misma Ucrania. Las argucias, engaños, acusaciones mutuas y hasta guerras sin cuartel han hecho que las tensiones entre Rusia y Occidente aumenten dramáticamente.

Debido a mis fuertes lazos con Rusia, Ucrania y la ex Unión Soviética y a mi amplia experiencia en dicha región, he estado vigilando de cerca las tormentosas nubes de guerra que se ciernen sobre Europa Oriental y Asia.

La lucha por Ucrania ha provocado un gran número de muertes, incluidos muchos civiles y niños. Millones más han visto desintegrarse sus vidas para convertirse en refugiados anónimos. Y la sombría posibilidad de un conflicto mundial a una escala no vista desde la Segunda Guerra Mundial parece mucho más probable.

Con la toma y ocupación de Crimea en 2014, Rusia capturó buques de guerra de la era soviética y recuperó un puerto de aguas cálidas, libre de las limitaciones que presenta el hielo marino, desde el cual puede hacer zarpar sus nuevos submarinos nucleares y cruceros de guerra.

La paz ha desaparecido completamente en esta región, y la ferviente esperanza de independencia ininterrumpida después de la disolución de la Unión Soviética hace casi 24 años se ha hecho trizas.

¿Cómo terminará el conflicto entre Rusia y Ucrania? ¿Se extenderá a las naciones bálticas y aún más allá? ¿Adónde se dirige todo esto, y qué significa para usted y para mí?

¿Podría el aumento de las tensiones culminar en un intercambio nuclear?

El mundo actual difiere muchísimo del de los años cincuenta y sesenta, cuando la Guerra Fría drenaba el planeta de recursos. En ese entonces, la fantasiosa doctrina de la destrucción mutua parecía mantener a los protagonistas en sus puestos, a pesar de que la Unión Soviética y los Estados Unidos se provocaban y estorbaban mutuamente en conflictos por todo el orbe.

Y de repente, a principios de la década de 1990, un mundo asombradísimo vio cómo la bandera soviética descendía de lo alto del Kremlin para ser reemplazada por el emblema tricolor de Rusia. ¡Lo impensable había sucedido! La poderosa y temida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se había desmoronado; la Unión Soviética había llegado a su fin, y con ella, la Guerra Fría.

Sin embargo, en la actualidad los renovados vientos de un peligroso futuro soplan despiadadamente sobre nuestros rostros, mientras vemos el renacimiento de sentimientos nacionalistas hostiles.

¿Estaremos reviviendo circunstancias parecidas a las que precedieron a la Segunda Guerra Mundial? En aquel entonces, mientras Hitler invadía a sus vecinos al son de los vítores del pueblo alemán, nadie estuvo dispuesto a detenerlo. Y todos conocemos el fin de esa historia: una conflagración mundial que dejó 60 millones de muertos.

Debido al apoyo de las naciones occidentales a Ucrania cuando fue invadida por Rusia, el ruido de los sables nucleares rusos se ha vuelto a escuchar nítidamente, como en el periodo de la Guerra Fría, solo que ahora el sonido proviene del armamento táctico de nueva generación emplazado cerca de las fronteras de las naciones de Europa del Este y de la región báltica pertenecientes a la OTAN.

¿Qué posibilidad hay de que tales armamentos sean usados? Mijaíl Gorbachov, último líder soviético y ganador del Premio Nobel 1999, dio su opinión al respecto hace algunos años. En una entrevista que le hizo el diario alemán Der Spiegel a principios de enero de 2015, Gorbachov advirtió que las crecientes tensiones entre Rusia y las potencias europeas causadas por la crisis en Ucrania podrían culminar en un conflicto de grandes proporciones, incluido un intercambio nuclear.

De hecho, un drástico cambio (que antes hubiera sido impensable) por parte del canciller alemán Olaf Scholz respecto a la política exterior pacifista de su país, que ha durado décadas, ha revelado el peligro que se avecina. Además de paralizar el muy lucrativo y largamente disputado gasoducto Nord Stream 2 (que habría permitido que el gas ruso llegara directamente a Alemania, pasando por alto y aislando a Ucrania e incrementando así la dependencia alemana de Rusia para sus necesidades energéticas), Scholz anunció que su Gobierno enviaría armas a Ucrania y aumentaría el gasto militar en 100 000 millones de euros adicionales en 2022.

No debemos olvidar que la Federación Rusia mantiene (según un tratado con los Estados Unidos) más de 1600 cabezas nucleares montadas en más de 500 misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos de lanzamiento submarino y bombarderos estratégicos. Rusia tiene además 2000 cabezas nucleares tácticas, algunas de las cuales han sido reinstaladas recientemente a lo largo de las fronteras europeas, y todavía debe desmantelar 3700 cabezas nucleares adicionales [en cumplimiento del tratado mencionado arriba].

Se ha calculado que hasta “un pequeño” intercambio nuclear –por ejemplo, un simple ataque mutuo entre Rusia y Ucrania, entre Irán e Israel o entre India y Pakistán– podría dejar al mundo entero en condiciones no aptas para la vida humana. Y tomemos en cuenta que actualmente se sabe de la existencia de más de 17 000 armas nucleares. La Biblia habla de este tiempo en el que vivimos, pero nos referiremos a ello más adelante.

No obstante, mucha gente ni siquiera se preocupa de las peligrosas tensiones nucleares mundiales. Tal vez usted haya leído que el famoso Reloj del Juicio Final [reloj virtual creado por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago, para representar cuán cerca nos encontramos de un desastre nuclear, científico o medioambiental ocasionado por el hombre y capaz de eliminar la vida humana en la Tierra] fue cambiado a “tres minutos para la medianoche” (medianoche aquí denota una destrucción universal masiva, ¡y posiblemente la extinción de la raza humana!). ¡El cambio más reciente lo adelantó a “100 segundos para la medianoche” a principios de 2022!

El colapso del imperio soviético

En diciembre de 1991, el mundo observó incrédulo el desplome de la Unión Soviética. Prácticamente de la noche a la mañana, 15 países independientes surgieron casi sin derramamiento de sangre. Los Estados bálticos y Ucrania, en particular, no desperdiciaron tiempo librándose del yugo de la URSS.

¿Cómo pudo esta superpotencia, que llegó a encabezar la carrera espacial, hacerse añicos tan rápidamente?

He viajado muchas veces a las regiones de la antigua Unión Soviética, comenzando en 1967. Ese año visité la zona como fotógrafo periodístico y traductor para cubrir el cincuentenario de la Revolución de Octubre ocurrida en 1917, que estableció el comunismo en Rusia y a la cual le siguió la creación de la Unión Soviética. Pude apreciar muy de cerca cómo se vivía en casi todos los países del Bloque del Este (las naciones que estaban bajo el dominio soviético) antes y después del colapso del comunismo.

Antes de que este cayera, parecía no haber límite posible a lo que el presidente Reagan llamó “el imperio del mal”. Sin embargo, después de 70 años el Gobierno comunista colapsó debido a su propia podredumbre provocada por el ateísmo, la corrupción, la opresión y un sistema económico fallido.

Miles de millones de personas por fin pudieron respirar con libertad. “Los cielos se abrieron”, pensaban todos. ¡Habían evitado el holocausto mundial! En poco tiempo volvieron a forjarse muchas alianzas políticas, económicas y militares, y la gente se felicitaba por su buena fortuna. En 1991 nadie quería pensar mucho en la posibilidad de otras amenazas globales en el futuro. La extinción nuclear ya era cosa del pasado.

Pero eso fue entonces. Más de 2000 millones de personas han nacido desde que el oso ruso comenzó su hibernación en 1991. Ellas no tienen ningún recuerdo de lo que quedó grabado en mi mente y en las mentes de otros miles de millones de personas que vivieron antes de ese tiempo. Y ahora que el oso ruso ha despertado, muchas son incapaces de reconocer el peligro que este representa.

Muchos desean que Rusia restaure su imperio

En Rusia, la súbita pérdida del imperio soviético no ha sido olvidada. Para muchos rusos de la tercera edad (exciudadanos de la Unión Soviética) dicha pérdida fue muy humillante. Hoy en día muchos rusos, incluyendo a gente joven, quieren el regreso de su imperio y que la grandeza de su país sea restaurada. El presidente Vladimir Putin cree que su misión es devolverle a Rusia su antigua gloria como superpotencia mundial.

Esto explica en gran parte lo que está sucediendo en Ucrania. El hecho de que este país, exmiembro de la Unión Soviética, simpatice con Occidente y con la OTAN, reaviva viejos temores en cuanto a la seguridad de Rusia. Mis amigos en Ucrania hace poco me dijeron que cuando Rusia se apoderó de Crimea, uno de los mensajes propagandísticos rusos afirmaba que si no se rendían ante la ocupación, ¡Estados Unidos instalaría en Crimea misiles apuntando a Rusia!

Como usted puede leer o ver por sí mismo, el intento de restaurar la gloria y la expansión de Rusia se está haciendo abiertamente. ¿Qué puede hacer este mundo al respecto? ¿Cómo puede responder Occidente a las ocupaciones territoriales de Putin? ¿Habrá más Ucranias en nuestro futuro?

Las pequeñas naciones de Estonia, Letonia y Lituania poseen territorios en la costa del mar Báltico, que Rusia también codicia. En tiempos del imperio soviético, los rusos mantenían bases militares de alta seguridad en los países bálticos, y muchas áreas estaban absolutamente prohibidas a los visitantes. Una de esas áreas era la ciudad de Tartu, en Estonia, donde se hallaba la mayor base de bombarderos en la región báltica. Ahora los visitantes pueden viajar libremente a Tartu. La Iglesia de Dios Unida, que publica Las Buenas Noticias, ha efectuado servicios religiosos y mantiene una oficina allí. Actualmente  la base de bombarderos está abandonada.

¿Pero qué nos depara el futuro? Mientras me encontraba en Estonia hace unos cuantos años, algunos de mis amigos rusos viajaron desde San Petersburgo para visitarme. Estaban visiblemente descontentos por una nueva exigencia de visa que había impuesto Estonia a los rusos que querían ingresar a ella. En tiempos de la URSS esta nación había sido de fácil acceso por tierra para ellos. “Dejen que batan sus alas . . . ¡mientras puedan!”, se burlaban, expresando así su molestia ante la libertad de que disfrutaba Estonia.

Siglos bajo una dictadura autoritaria

La ubicación de Rusia, sin salida al mar, ha jugado un importante rol en la formación del carácter nacional ruso y en las ambiciones imperialistas de sus líderes (vea “Perspectiva geográfica de Rusia” en la página 10). Otro factor de mucha influencia en la mentalidad rusa han sido los siglos de gobierno autocrático.

Desde 1240 hasta cerca de 1480, los rusos estuvieron sometidos a los gobernantes mongoles del Lejano Oriente. Esos casi 250 años de gobierno foráneo todavía están grabados en las mentes rusas, y hasta cierto punto se manifiestan en actitudes xenofóbicas hacia la vecina nación de China, que también posee armas nucleares.    

Los chinos superan en cantidad a los rusos en proporción de cinco a uno, y ambos pueblos comparten una frontera de 4345 kilómetros, a lo largo de la cual ha habido enfrentamientos militares ocasionales. (Sin embargo, Rusia y China están uniéndose más y más en oposición a Estados Unidos y otras potencias occidentales).

Tras el fin del reino mongol, los regímenes de los zares (término derivado de “César”) dominaron Rusia durante casi cuatro siglos, desde 1547 hasta 1917.

Su dictatorial control fue alentado y permitido por la Iglesia ortodoxa de Rusia, que oprimía al pueblo aplicando de manera muy particular el capítulo 13 de Romanos, donde dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (vv. 1-2).

Mientras Europa pasaba por la Reforma protestante, el Renacimiento y la Ilustración, Rusia se quedó estancada en el pasado medieval y los zares continuaron castigando despiadadamente a sus disidentes. El sometimiento a la opresión totalitaria se convirtió en un rasgo del carácter ruso.

La revolución comunista y sus consecuencias

Después del estallido de la Primera Guerra Mundial, Rusia sufrió enormes pérdidas y derrotas debido a la incompetencia de sus líderes y sus bajas se contaban por millones. El pueblo oprimido ya no pudo soportar más la corrupción del Gobierno, y una sublevación popular protagonizada por un grupo de mujeres en San Petersburgo encendió la chispa que terminó en un golpe de Estado. El último zar, Nicolás II, fue destronado en la revolución de febrero de 1917 y luego ejecutado junto a su familia en julio de 1918.

El nuevo gobierno provisional duró muy poco y fue derrocado a fines de ese mismo año por los bolcheviques en la Revolución de Octubre, iniciándose así el Estado comunista. Una prolongada guerra civil entre los “Rojos” (bolcheviques) y los “Blancos” (facciones antisocialistas) concluyó con la victoria de los bolcheviques y el establecimiento de la Unión Soviética en 1922. Su primer líder, Vladimir Lenin, murió poco después, en 1924.

Lenin fue sucedido por uno de los líderes más brutales de todos los tiempos: José Stalin. Mi madre nació en Ucrania durante su gobierno, que duró 29 años y fue extremadamente cruel. Entre sus atrocidades hubo matanzas, expulsiones, desterramientos obligatorios, reclusión en campos de trabajos forzados, hambrunas programadas, torturas, asesinatos masivos y masacres. Aún se debate la cifra total de las víctimas de Stalin, pero se calcula que alcanza a decenas de millones, a lo cual se agregan los que murieron a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

Mi madre ucraniana tenía siete años cuando sobrevivió a la hambruna impuesta por Stalin a los habitantes de Ucrania en 1933, año en que murieron seis millones de personas. Según lo que ella me contó años más tarde, aún recordaba cómo en su pueblo natal los cuerpos de los fallecidos eran depositados afuera de las casas para ser recogidos, en una tarea interminable.

Mis padres emigraron a los Estados Unidos en calidad de refugiados en 1949, a poco de mi nacimiento. Todavía recuerdo cómo los inmigrantes ucranianos en Estados Unidos estallaron de alegría cuando escucharon el anuncio de la muerte de Stalin en 1953. Este dictador malvado, psicópata e inmoral no tenía ningún respeto por la vida humana y eliminaba a todo el que pareciera amenazar su poder.

Devastación provocada por la Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial, conocida en la URSS como “la Gran Guerra Patriótica”, fue un conflicto horripilante detonado por la invasión alemana a la Unión Soviética. Esta invasión, que comenzó en junio de 1941, fue apodada “Operación Barbarroja” por Adolfo Hitler. Quienes habían estado bajo el mandato ruso habían sufrido la mortandad de millones entre la Primera Guerra Mundial, la Revolución bolchevique, la guerra civil y las purgas políticas de Stalin, y ahora experimentaban otros 20 a 40 millones de muertes, entre militares y civiles. ¡Estas cifras son verdaderamente pasmosas e impensables para nosotros!

Cuando viajé a la Unión Soviética en 1967 como traductor para un editor y profesor universitario de 38 años, él notó que había una ausencia absoluta de hombres de su edad. Y tenía toda la razón: no existían, porque de todos los que vivían en la URSS y entraron a la milicia a los 19 años durante la Segunda Guerra mundial, solo volvieron del frente uno de cada cien hombres.

Mientras visitaba un cementerio militar en Járkov, Ucrania, vi muchas piedras con inscripciones y pregunté qué significaban. ¡Me dijeron que cada piedra representaba a 14 000 muertos!

Los cementerios y monumentos conmemorativos soviéticos son gigantescos. Me tocó estar en Stalingrado (ahora Volgogrado) poco después de la inauguración de la impresionante Estatua de la Madre Patria, de 83 metros, erigida sobre la colina Mamáyev en honor a los millones que murieron en batalla en ese lugar. Los generales alemanes no podían creer  que los líderes militares rusos tenían tan poco respeto por sus hombres, que los enviaban en gran número a la batalla, como simple carne de cañón.

Los monumentos conmemorativos de guerra en Kiev y Moscú también son magníficos, y muestran gran respeto y honra a los caídos. ¡Ojalá se les hubiera manifestado tal honor mientras vivían!

Desaparición del comunismo y destrucción de nuevas esperanzas

La historia de la Unión Soviética es sin duda muy lamentable, y también lo son su economía y su sociedad fracasadas. La ideología del comunismo, que el Gobierno soviético se empeñó en grabar en los corazones y las mentes de su pueblo, nunca echó raíces firmes.

Cuando viajamos por la Unión Soviética en 1967, nos sorprendió el escaso rendimiento de las enormes granjas colectivas estatales. Por el contrario, las pequeñas parcelas privadas que se le permitía tener a la gente eran muy productivas, y una considerable parte de las hortalizas para el consumo nacional provenía de estas diminutas huertas.

Bajo el comunismo existían los ideales de igualdad y justicia, pero sus promotores malentendían radicalmente la naturaleza humana. A la gente se le decía que estaba “en un paraíso del trabajador”, pero todos sabían que eso no era cierto. Como dice un popular chiste, las personas llegaron a ser todas iguales: igualmente pobres.

En 1985, Gorbachov asumió el poder después de casi siete décadas de tragedia nacional y fracaso económico bajo la opresiva dictadura socialista. El país sufría un gravísimo estancamiento y profundos problemas económicos. Gorbachov intentó ser revolucionario e implementó un sistema dual para resucitar a la nación: primero inició la glásnot, una política que promovía la transparencia de las operaciones gubernamentales a la vez que alentaba una creciente libertad de expresión. Su segunda iniciativa fue la perestroika, que significa “restaurar” o “reestructurar”.

Durante mi recorrido por la URSS aquella vez, se escuchaban rumores de que tomaría cinco años, o diez, o toda una generación para que se hicieran realidad los cambios que la gente quería. Sin embargo, al permitir la libertad de expresión Gorbachov dio rienda suelta a pasiones largamente reprimidas y a ideas políticas que estallaron de manera inesperada y fluyeron con gran fuerza. Pero la reforma económica era lenta e ineficaz, y los resultados que la gente esperaba no se materializaban. El pueblo soviético puso en práctica sus nuevas libertades y se volvió en contra de Gorbachov, causando su ruina.

Esto llevó directamente a la disolución de la URSS el 26 de diciembre de 1991, y varios países de la unión se convirtieron en Estados independientes. Boris Yeltsin asumió como primer presidente de la Federación Rusa, y fue sucedido por Vladimir Putin el 31 de diciembre de 1999.

Los sueños de un mundo mejor siguen sin materializarse

En un comienzo parecía que veríamos una Rusia nueva y civilizada dándole la espalda a su pasado tradicional de beligerancia e intimidación; pero lamentablemente no fue así. El mismo espíritu que animó e hizo actuar a los zares y a los jefes soviéticos sigue vivo y muy saludable.

No obstante, por mucha esperanza que abriguemos en cuanto a un cambio en la naturaleza de las naciones y los individuos, las palabras del profeta Isaías resuenan y se imponen: “No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos” (Isaías 59:8).

En uno de mis viajes a Rusia conversé largamente con la conductora de un tren. Ella me preguntó: “¿Por qué ustedes [los estadounidenses] desean guerra, cuando todo lo que nosotros queremos es paz?” ¡Me impactó mucho su manera de pensar! ¿Qué le habían enseñado? ¿Cómo habían manipulado su mente?

Nuestra experiencia humana es una sucesión de tragedias y violencia; y lo que se vislumbra en el horizonte de esta nación probablemente va a desembocar en más miseria, producida por gobiernos opresores, guerras y muerte. Esto me afecta profundamente, porque he trabajado extensamente en esta parte del mundo y le tengo gran aprecio; allí es donde se encuentran mis raíces ancestrales.

La gente rusa puede ser la más generosa, hospitalaria, amable y cariñosa que uno pueda encontrar, y lo mismo se aplica a los ucranianos. Conozco a muchas personas de ambas naciones, no solo por mis viajes a la región sino también por mi trabajo con ellas a través de proyectos humanitarios y relacionados con la Iglesia de Dios Unida.

Sin embargo, debido a que los rusos son tan obedientes y humildes ante la autoridad, se someten sin darse cuenta a líderes oportunistas que se aprovechan astutamente de los vacíos de poder y después se vuelven en contra de sus gobernados atropellándolos, oprimiéndolos y destruyéndolos, como claramente han demostrado varios líderes belicosos de Rusia y la URSS. Putin es simplemente la manifestación más reciente de ello.

¿Qué pretende Putin? Él parece no inmutarse frente a lo que haga Occidente y está decidido a implementar sus planes de recuperar lo que se perdió en el colapso de la URSS. Él quiere los recursos y los 45 millones de personas de Ucrania, pero ¿se detendrá ahí? Occidente sigue acomodándose a Rusia en sus conversaciones, a pesar de que esta sigue mintiendo descaradamente y negando sus acciones, todo al estilo soviético. Es que con poder en las manos y falta de resistencia, uno puede hacer lo que le venga en gana.

(Un aspecto digno de tomar en cuenta es lo que nos dice la Biblia sobre el resurgimiento en los últimos días de un Imperio romano centrado en Europa. Y las últimas acciones de Rusia han suscitado serias discusiones entre las naciones europeas para independizarse de Estados Unidos y tomar los asuntos de seguridad en sus propias manos, como por ejemplo, estableciendo una fuerza militar europea).

A la espera de una solución segura

Quienes tenemos fuertes vínculos con personas de estas áreas también tenemos un intenso deseo de que puedan gozar de paz y una vida normal. Y aunque no tengamos tales lazos, todos debemos sentir compasión por aquellos que sufren bajo situaciones tan difíciles; sin embargo, humanamente sentimos mucha impotencia frente a lo que podemos hacer. ¿Cuál es la respuesta?

En un largo relato profético acerca de los tiempos del fin, Jesucristo declaró respecto a los últimos días antes de su retorno: “Orad, pues . . . porque habrá entonces gran tribulación, cual no la habido desde el principio del mundo hasta ahora” (Mateo 24:21). Él continúa diciendo que aquel tiempo será tan terrible, que “si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo . . .” (v. 22, énfasis nuestro en todo este artículo). Desgraciadamente, la extinción humana mediante destrucción masiva es ahora posible.

¡Pero hay muy buenas noticias para un mundo amenazado por el espectro de la guerra nuclear y catástrofes devastadoras! Jesús afirmó a continuación: “. . . más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” ¡La humanidad sobrevivirá!

Este calamitoso periodo del tiempo del fin es anunciado en muchas profecías bíblicas; su desenlace, sin embargo, depende de la intervención de Dios y de su plan de salvación, y en ellos ponemos nuestra confianza y esperanza. No necesitamos vivir atemorizados ni esconder nuestras cabezas en la arena; debemos poner nuestra fe en las palabras consoladoras y fidedignas de Jesucristo, nuestro Salvador.

Se avecina un tiempo de restauración para los rusos, los ucranianos y para todos los pueblos de la Tierra. Vivimos en un mundo muy peligroso y aunque deseamos fervientemente el advenimiento de aquel tiempo, aún tenemos que esperar un poco más.

Junto con acercarse a ese terrible tiempo de lucha por la supervivencia, el mundo se ha degradado moralmente y ha descendido casi universalmente a los niveles conductuales más abyectos y primitivos; pero aun así, la Biblia nos exhorta claramente a aferrarnos a la esperanza y al camino de Dios, perseverando hasta el fin.

Vale la pena esperar las promesas del mundo que vendrá. Dios les dice a quienes estén dispuestos a esperar: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26, Nueva Versión Internacional). De hecho, Dios dice: “Y . . . derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28). “Toda carne” incluye a los rusos, ucranianos y todos los demás pueblos. ¡Dios cambiará nuestra naturaleza para que se asemeje a su propia naturaleza amorosa!

Entonces, ¿qué podemos hacer por el momento? Nos esperan tiempos muy difíciles y turbulentos, ¡pero actualmente Dios les da a quienes lo siguen el poder y la guía para salir victoriosos! Él nos ordena que cambiemos nuestra manera de pensar y aceptemos el nuevo corazón que quiere darnos ahora mismo. Como Jesús mismo nos dice: “Se ha cumplido el tiempo . . . El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!” (Marcos 1:15, NVI). La palabra traducida como “arrepiéntanse” en este pasaje significa cambiar nuestra mente o propósitos, es decir, abandonar nuestra manera de hacer las cosas para buscar a Dios y hacerlas a la manera de él.

¿Cuál es el consejo que Dios nos da en estos tiempos? “Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40). No tenemos por qué sentirnos solos ni desesperanzados frente a la creciente oscuridad que se cierne sobre este mundo. Aunque nuestro planeta sea remecido por una terrible devastación, que aparentemente incluirá una guerra nuclear, este no será el fin de la raza humana ni del plan de Dios para la humanidad. Así como la oscuridad siempre precede a la aurora, un nuevo y glorioso amanecer se acerca y puede estar más cerca de lo que imaginamos. Cuando ello suceda, por fin habrá paz mundial. ¡Que llegue pronto aquel día! BTE

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.

 

El despertar del oso ruso

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Las recientes acciones de Rusia en Ucrania son solo la continuación de una larga historia de opresión imperialista. ¿Será posible que estos eventos estén conduciendo al mundo al umbral de la extinción nuclear?

Durante la última campaña presidencial en los Estados Unidos, muchos se burlaron del candidato Mitt Romney por referirse a Rusia como la mayor amenaza para la política internacional. ¿Acaso eso no era cuestión del pasado, algo que había concluido junto con la guerra fría en la década de 1990? Irónicamente, ahora son muy pocos los que se mofan de tal idea.

Para asombro y preocupación de muchos, Rusia, bajo el liderazgo del presidente Vladimir Putin, ha retomado su antiguo papel de provocadora y desestabilizadora, suministrando avanzado armamento a los así llamados “separatistas” en una guerra contra Ucrania. Las argucias, engaños, acusaciones mutuas y hasta guerras sin cuartel han hecho que las tensiones aumenten dramáticamente.

Debido a mis fuertes lazos con Rusia, Ucrania y la ex Unión Soviética y a mi amplia experiencia en dicha región, me he mantenido vigilando de cerca las tormentosas nubes de guerra que se ciernen sobre Europa Oriental y Asia. Sin embargo, esta es una situación que debe mantenernos a todos en estado de alerta.

Por el momento, las tensiones suben y bajan vertiginosamente según frenéticas negociaciones, fanfarronerías y promesas rotas. ¿Qué ha pasado en Ucrania hasta la fecha? Millares de personas han muerto, incluidos muchos civiles y niños. Más de un millón personas han visto desintegrarse sus vidas para convertirse en refugiados anónimos.

Las fuerzas prorrusas se han apoderado de Crimea y han capturado naves de guerra de la era soviética. Aprovechándose de la anexión forzada e ilegal de esta península del mar Negro en 2014, la Madre Rusia pudo retomar un puerto de aguas cálidas, libre de las limitaciones que presenta el hielo marino, desde el cual puede hacer zarpar sus nuevos submarinos nucleares y cruceros de guerra.

La paz ha desaparecido completamente en esta región, y la ferviente esperanza de independencia ininterrumpida después de la disolución de la Unión Soviética hace casi 24 años se ha hecho trizas.

¿Pasará simplemente al olvido este conflicto entre Rusia y Ucrania? ¿O se propagará a los países bálticos [Estonia, Letonia y Lituania] y aún más allá? ¿Adónde se dirige todo esto, y qué significa para usted y para mí?

Aumento de las tensiones: ¿Desembocarán en un posible intercambio nuclear?

El mundo de hoy difiere muchísimo de los años cincuenta y sesenta, cuando la guerra fría drenaba al planeta de recursos. En ese entonces, la fantasiosa doctrina de la destrucción mutua parecía mantener a los protagonistas en sus puestos a pesar de que la Unión Soviética y los Estados Unidos se provocaban y molestaban mutuamente en conflictos por todo el orbe.

Y de repente, hace 24 años, un mundo asombradísimo vio cómo la bandera soviética descendía de lo alto del Kremlin para ser reemplazada por el emblema tricolor de Rusia. ¡Lo impensable había sucedido! La poderosa y temida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se había desmoronado; la Unión Soviética había llegado a su fin, y con ella, la guerra fría.

Sin embargo, en la actualidad los renovados vientos de un futuro peligroso soplan cruelmente sobre nuestros rostros, mientras se gesta una nueva guerra fría y vemos el renacimiento de sentimientos nacionalistas hostiles. Mientras Vladimir Putin avanza aparentemente sin que nada ni nadie lo detenga, ¿estaremos reviviendo circunstancias parecidas a las que precedieron a la Segunda Guerra Mundial? En aquel entonces, mientras Hitler conquistaba a sus vecinos al son de los vítores del pueblo alemán, nadie estuvo dispuesto a detenerlo. Todos conocemos el fin de esa historia: una conflagración mundial que dejó 60 millones de muertos.

Entonces, ¿qué debemos estar observando ahora? La situación se ha vuelto más peligrosa, con una Rusia prácticamente en bancarrota que renueva y actualiza sus armas nucleares. En 2014 Putin autorizó el emplazamiento de misiles de corto alcance y de bombarderos nucleares Iskander-M y Tu-22 en Crimea. Rusia amenaza descaradamente con armas tácticas de última generación, colocadas cerca de las fronteras abiertas de los países bálticos y de Europa Oriental.

¿Qué posibilidad hay de que tales armamentos sean usados? El último líder soviético y ganador del Premio Nobel 1999, Mijaíl Gorbachov, recientemente dio su opinión al respecto. En una entrevista que le hizo el diario alemán Der Spiegela principios de enero de 2015, Gorbachov advirtió que las crecientes tensiones entre Rusia y las potencias europeas causadas por la crisis en Ucrania podían culminar en un conflicto de grandes proporciones, incluso en un impensable intercambio nuclear.

No debemos olvidar que Rusia mantiene (según un tratado con los Estados Unidos) más de 1.600 cabezas nucleares montadas en más de 500 misiles balísticos intercontinentales, misiles balísticos de lanzamiento submarino y bombarderos estratégicos. Rusia tiene además 2.000 cabezas nucleares tácticas,algunas de las cuales han sido recientemente reinstaladas a lo largo de las fronteras europeas, y todavía debe desmantelar 3.700 cabezas nucleares adicionales [en cumplimiento del tratado mencionado más arriba].

Hace poco se calculó que hasta un “pequeño” intercambio nuclear –por ejemplo, un simple ataque mutuo entre Rusia y Ucrania, entre Irán e Israel o entre India y Pakistán– podría dejar al mundo entero en condiciones inadecuadas para la vida humana. Y tomemos en cuenta que actualmente se tiene conocimiento de más de 17.000 armas nucleares en existencia. La Biblia se refiere a este tiempo en el que vivimos, pero hablaremos de ello más adelante.

No obstante, mucha gente ni siquiera se preocupa de las peligrosas tensiones nucleares. Tal vez usted haya leído que el famoso Reloj del Juicio Final [reloj virtual creado por la junta directiva del Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago,para representar cuán cerca nos encontramos de un desastre nuclear,científico o medioambiental ocasionado por el hombre, capaz de eliminar la vida humana en la Tierra] fue cambiado a “tres minutos para la medianoche” (medianoche aquí denota una destrucción masiva universal y posiblemente la extinción de la raza humana). El cambio más reciente se hizo el 22 de enero de 2015, debido a los cambios climáticos y a la modernización de las armas nucleares en Rusia y en los Estados Unidos.

El colapso del imperio soviético

En diciembre de 1991 el mundo observó incrédulo el desplome de la Unión Soviética. Prácticamente de la noche a la mañana, 15 países independientes emergieron casi sin derramamiento de sangre. Los países bálticos y Ucrania, en particular, no perdieron tiempo en librarse del yugo de la URSS.

¿Cómo pudo esta superpotencia, que llegó a encabezar la carrera espacial, hacerse añicos tan rápidamente? Yo he viajado muchas veces a las regiones de la ex Unión Soviética, comenzando en 1967. Ese año visité la zona como fotógrafo periodístico y traductor para cubrir el cincuentenario de la Revolución de Octubre ocurrida en 1917, que estableció el comunismo en Rusia y a la cual le siguió la creación de la Unión Soviética. Pude apreciar muy de cerca cómo se vivía en casi todos los países del Bloque del Este (las naciones que estaban bajo el dominio soviético) antes después del colapso del comunismo.

Antes de que éste cayera, parecía no haber límite posible a lo que el presidente Reagan llamó “el imperio del mal”. Pero después de 70 años el gobierno comunista colapsó debido a su propia podredumbre, provocada por el ateísmo, la corrupción, la opresión y un sistema económico fallido.

Miles de millones de personas por fin pudieron respirar con libertad. “Los cielos se abrieron”, pensaban todos. ¡Habían evitado el holocausto mundial!En poco tiempo volvieron a forjarse muchas alianzas políticas, económicas y militares. En 1991 nadie quería pensar mucho en la posibilidad de otras amenazas globales en el futuro. La extinción nuclear ya era cosa del pasado, y todos se felicitaban por su buena fortuna.

Pero eso fue entonces. Casi dos mil millones de personas han nacido desde que el oso ruso comenzó su hibernación en 1991. Ellas no tienen ningún recuerdo de lo que quedó grabado en mi mente y en las mentes de otros miles de millones de personas que vivieron antes de ese tiempo, y ahora que el oso ruso ha despertado, muchas son incapaces de reconocer el peligro que él representa.

El deseo de ver la restauración del Imperio ruso

En Rusia, la súbita pérdida del imperio soviético no ha sido olvidada. Para muchos rusos mayores (ex ciudadanos de la Unión Soviética) dicha pérdida fue muy humillante. Hoy en día muchos rusos, incluyendo a gente joven, quieren el regreso de su imperio y que la grandeza de su país sea restaurada. El presidente Vladimir Putin cree que su misión es devolverle a Rusia su antigua gloria como superpotencia mundial. 

Esto explica una gran parte de lo que está sucediendo en Ucrania. El hecho de que este país, exmiembro de la Unión Soviética, simpatice con Occidente y con la OTAN, reaviva viejos temores en cuanto a la seguridad de Rusia. Mis amigos en Ucrania hace poco me dijeron que cuando Rusia se apoderó de Crimea, uno de los mensajes propagandísticos rusos afirmaba que si no se rendían ante la ocupación ¡Estados Unidos instalaría en Crimea misiles apuntando a Rusia!

La agresiva postura de Rusia ha contribuido a aumentar grandemente la popularidad del presidente Putin en esta nación, a pesar de los crecientes problemas económicos que la aquejan. La gente aclama sus bravatas y fanfarronadas, y la restauración del antiguo imperio está en la mente de muchos, aunque no lo expresen; al mismo tiempo, los sentimientos hacia los Estados Unidos se han agriado y dado paso a viejos temores y rencores.

Como usted puede leer o ver por sí mismo, todo esto se está haciendo abiertamente. ¿Qué puede hacer este mundo, si se considera cuán apartado está de Dios y de su verdad revelada? ¿Cómo puede responder Occidente a las ocupaciones territoriales de Putin? ¿Habrá más Ucranias en nuestro futuro?

Las pequeñas naciones de Estonia, Letonia y Lituania poseen territorios en la costa del mar Báltico, que Rusia también codicia. En tiempos del imperio soviético, los rusos mantenían bases militares de alta seguridad en los países bálticos, y muchas áreas estaban completamente prohibidas a los visitantes. Una de esas áreas era la ciudad de Tartu, en Estonia, donde se hallaba la mayor base de bombardeos en la región báltica. Ahora los visitantes pueden viajar libremente a Tartu. La Iglesia de Dios Unida, que publica Las Buenas Noticias, ha efectuado servicios religiosos y mantiene una oficina allí. La base de bombardeos está abandonada.

Pero, ¿qué nos depara el futuro? Mientras me encontraba en Estonia hace unos cuantos años, algunos de mis amigos rusos viajaron desde San Petersburgo para visitarme. Estaban visiblemente descontentos por una nueva exigencia de visa que había impuesto Estonia a los rusos que querían ingresar a ella. En tiempos de la URSS esta nación había sido de fácil acceso para ellos. “Dejen que batan sus alas . . . ¡mientras puedan!”, se burlaban, expresando así su molestia ante la libertad de que disfrutaba Estonia.

Siglos bajo una dictadura autoritaria

La ubicación de Rusia, sin salida al mar, ha jugado un importante rol en la formación del carácter nacional ruso y en las ambiciones imperialistas de sus líderes. Otro factor de mucha influencia en la mentalidad rusa han sido los siglos de gobierno autocrático.

Desde 1240 hasta cerca de 1480, los rusos estuvieron sometidos a los gobernantes mongoles del Lejano Oriente. Esos casi 250 años de gobierno foráneo todavía están grabados en las mentes rusas, y hasta cierto punto se manifiestan en actitudes xenofóbicas hacia la vecina nación de China, que también posee armas nucleares. Los chinos superan en cantidad a los rusos en proporción de cinco a uno, y ambos pueblos comparten una frontera de 4.345 kilómetros, a lo largo de la cual ha habido enfrentamientos militares ocasionales.

Después del gobierno mongol, los regímenes de los zares (término derivado de “César”) dominaron Rusia durante casi cuatro siglos, desde 1547 hasta 1917.

Su despótico y controlador gobierno fue alentado y permitido por la Iglesia ortodoxa de Rusia, que oprimía al pueblo aplicando de manera muy particular el capítulo 13 de Romanos, donde dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos” (vv. 1-2).

Mientras Europa pasaba por la Reforma protestante, el Renacimiento y la Ilustración, Rusia se quedó estancada en el pasado medieval y los zares continuaron castigando despiadadamente a los disidentes. El sometimiento a la opresión totalitaria se convirtió en un rasgo del carácter ruso.

La revolución comunista y sus consecuencias

Después de que estallara la Primera Guerra Mundial, Rusia sufrió enormes pérdidas y derrotas debido a la incompetencia de sus líderes, y sus bajas se contaban por millones. El pueblo oprimido ya no pudo soportar más la corrupción del gobierno, y una sublevación popular protagonizada por algunas mujeres en San Petersburgo encendió la chispa que terminó en un golpe de Estado. El último zar, Nicolás II, fue destronado en la revolución de febrero de 1917 y luego ejecutado junto a su familia, en julio de 1918.

El nuevo gobierno provisional duró muy poco y fue derrocado a fines de ese mismo año por los bolcheviques en la Revolución de Octubre, iniciándose así el Estado comunista. Una prolongada guerra civil entre los “Rojos” (bolcheviques) y los “Blancos” (facciones antisocialistas) concluyó con la victoria de los bolcheviques y el establecimiento de la Unión Soviética en 1922. Su primer líder, Vladimir Lenin, murió poco después, en 1924.

Lenin fue sucedido por uno de los líderes más brutales de todos los tiempos: José Stalin. Mi madre nació en Ucrania durante su gobierno. El gobierno de Stalin duró 29 años y fue extremadamente cruel. Entre sus atrocidades hubo matanzas, expulsiones, desterramientos obligatorios, reclusión en campos de trabajos forzados, hambrunas programadas, tortura, asesinatos masivos y masacres. Aún se debate la cifra total de las víctimas de Stalin, pero se calcula que alcanza a decenas de millones, además de los que murieron a consecuencia de la Primera Guerra Mundial.

Mi madre ucraniana tenía siete años cuando sobrevivió a la hambruna impuesta por Stalin a los habitantes de Ucrania en 1933, año en que murieron seis millones de personas. Según lo que ella me contó años más tarde, aún recordaba cómo en su pueblo natal los cuerpos de los fallecidos eran depositados afuera de las casas para ser recogidos, en una tarea interminable.

Mis padres emigraron a los Estados Unidos en calidad de refugiados en 1949, a poco de mi nacimiento. Todavía recuerdo cómo los inmigrantes ucranianos en Estados Unidos estallaron de alegría cuando escucharon el anuncio de la muerte de Stalin en 1953. Este malvado dictador, psicópata e inmoral, no tenía ningún respeto por la vida humana y eliminaba a todo el que pareciera amenazar su poder.

Devastación provocada por la Segunda Guerra Mundial

La Segunda Guerra Mundial, conocida en la URSS como “la Gran Guerra Patriótica”, fue un conflicto horripilante detonado por la invasión alemana a la Unión Soviética. Esta invasión, que comenzó en junio de 1941, fue apodada “Operación Barbarroja” por Adolfo Hitler. Quienes habían estado bajo el gobierno ruso habían sufrido las muertes de millones entre la Primera Guerra Mundial, la Revolución bolchevique, la Guerra Civil y las purgas políticas de Stalin, y ahora experimentaban otros 20 a 40 millones de muertes, entre militares y civiles. ¡Estas cifras son verdaderamente pasmosas e impensables para nosotros!

Cuando viajé a la Unión Soviética en 1967 como traductor para un editor y profesor universitario de 38 años, él notó que había una ausencia absoluta de hombres de su edad. Y tenía toda la razón: no existían, porque de todos los que vivían en la URSS y entraron a la milicia a los 19 años durante la Segunda Guerra mundial, solo uno en cien volvieron del frente.

Mientras visitaba un cementerio militar en Járkov, Ucrania, vi muchas piedras con inscripciones y pregunté qué significaban. ¡Me dijeron que cada piedra representaba a 14.000 muertos!

Los cementerios y monumentos conmemorativos soviéticos son gigantescos. Me tocó estar en Stalingrado (ahora Volgogrado) poco después de la inauguración de la impresionante estatua de 83 metros que honra a los millones que murieron en batalla en ese lugar. Los generales alemanes estaban impactados al enterarse de que los líderes militares rusos tenían tan poco respeto por sus hombres, que los enviaban en gran número a la batalla como carne de cañón. Los monumentos conmemorativos de guerra en Kiev y Moscú también son magníficos, y muestran un gran respeto y honra a los caídos. ¡Ojalá se les hubiera manifestado tal respeto mientras vivían!

Desaparición del comunismo y destrucción de nuevas esperanzas

La historia de la Unión Soviética es sin duda muy lamentable, y también lo son su economía y su sociedad fracasada. La ideología del comunismo, que el gobierno soviético se empeñó en grabar en los corazones y las mentes de su pueblo, nunca echó raíces firmes.

Cuando viajamos por la Unión Soviética en 1967, nos sorprendió la escasa productividad de las enormes granjas colectivas estatales. Por el contrario, las pequeñas parcelas privadas que se le permitía a la gente tener eran muy productivas, y una considerable parte de las hortalizas para el consumo nacional provenía de estas pequeñas huertas.

Bajo el comunismo existían los ideales de igualdad y justicia, pero sus promotores malentendían seriamente la naturaleza humana. A la gente se le decía que estaba en un “paraíso del trabajador”, pero todos sabían que eso no era cierto. Como dice un popular chiste, las personas llegaron a ser todas iguales: igualmente pobres.

En 1985, Gorbachov asumió el poder después de casi siete décadas de tragedia nacional y fracaso económico bajo la opresiva dictadura socialista. El país sufría un gravísimo estancamiento y profundos problemas económicos. Gorbachov intentó ser revolucionario e implementó un sistema dual para resucitar a la nación: primero inició la glásnost, una política que promovía la transparencia de las operaciones gubernamentales y que a su vez alentaba una creciente libertad de expresión. Su segunda iniciativa fue la perestroika, que significa “restaurar” o “reestructurar”.

Durante mi recorrido por la URSS aquella vez, se escuchaban rumores de que tomaría cinco años, o diez, o toda una generación para que se hicieran realidad los cambios que la gente quería. Sin embargo, al permitir la libertad de expresión Gorbachov dio rienda suelta a pasiones reprimidas y a ideas políticas que estallaron con fuerza y fluyeron de manera inesperada. Pero la reforma económica era lenta e ineficaz, y los resultados que la gente esperaba no se materializaban. El pueblo soviético puso en práctica sus nuevas libertades y se volvió en contra de Gorbachov, causando su ruina.

Esto llevó directamente a la disolución de la URSS el 26 de diciembre de 1991, y varios países de la unión se convirtieron en Estados independientes. Boris Yeltsin asumió como primer presidente de la Federación Rusa, y fue sucedido por Vladimir Putin el 31 de diciembre de 1999.

Los sueños de un mundo mejor siguen sin materializarse

En un comienzo parecía que veríamos una nueva y civilizada Rusia dándole la espalda a su pasado tradicional de beligerancia e intimidación; pero, lamentablemente, no fue así. El mismo espíritu que animó e hizo actuar a los zares y a los jefes soviéticos está vivo y coleando.

Por mucha esperanza que abriguemos en cuanto a un cambio en la naturaleza de las naciones y de los individuos, las palabras del profeta Isaías resuenan y se imponen: “No conocieron camino de paz, ni hay justicia en sus caminos” (Isaías 59:8).

En uno de mis viajes a Rusia conversé largamente con la conductora de un tren. Ella me preguntó: “¿Por qué ustedes [los estadounidenses] desean guerra, cuando todo lo que nosotros queremos es paz?” ¡Me impactó mucho su manera de pensar! ¿Qué le habían enseñado? ¿Cómo habían manipulado su mente?

Nuestra experiencia humana es una sucesión de tragedias y violencia; y lo que se vislumbra en el horizonte de esta nación probablemente va a desembocar en más miseria, producida por gobiernos opresores, guerras y muerte. Esto me afecta profundamente, porque he trabajado extensamente en esta parte del mundo y le tengo gran aprecio; allí es donde se encuentran mis raíces ancestrales.

La gente rusa puede ser la más generosa, hospitalaria, amable y cariñosa que uno pueda encontrar, y lo mismo se aplica a los ucranianos. Conozco a muchas personas de ambas naciones, no solo por mis viajes a la región sino también por mi trabajo con ellas a través de proyectos humanitarios y relacionados con la Iglesia de Dios Unida.

Sin embargo, debido a que los rusos son tan obedientes y humildes ante la autoridad, se someten involuntariamente a líderes oportunistas que se aprovechan astutamente de los vacíos de poder y después se vuelven en contra de sus gobernados atropellándolos, oprimiéndolos y destrozándolos, como claramente han demostrado varios líderes agresivos de Rusia y la URSS. Putin es simplemente la manifestación más reciente de ello.

¿Qué pretende Putin? Él parece no perturbarse frente a lo que haga Occidente y decidido a implementar sus planes de recuperar lo que se perdió en el colapso de la URSS. Él quiere los recursos y los 45 millones de personas de Ucrania, pero ¿se detendrá ahí? Occidente sigue acomodándose a Rusia en sus conversaciones, a pesar de las grandes mentiras de ésta y la negación de sus acciones, todo al estilo soviético. Es que con poder en las manos y falta de resistencia uno pude hacer lo que le venga en gana.

(Un aspecto digno de tomar en cuenta es lo que nos dice la Biblia sobre el resurgimiento en los últimos días de un Imperio romano centrado en Europa. Y las últimas acciones de Rusia han provocado serias discusiones entre las naciones europeas para independizarse de Estados Unidos y tomar los asuntos de seguridad en sus propias manos, como por ejemplo, estableciendo una fuerza militar europea).

Esperando una solución segura

Quienes tenemos fuertes vínculos con personas de estas áreas también tenemos un fuerte deseo de que puedan gozar de paz y una vida normal. Y aunque no tengamos tales lazos, todos debemos sentir compasión por aquellos que sufren bajo situaciones tan difíciles; sin embargo, humanamente sentimos mucha impotencia frente a lo que podemos hacer. ¿Cuál es la respuesta?

En un largo relato profético acerca de los tiempos del fin, Jesucristo declaró respecto a los últimos días antes de su retorno:
“. . . habrá entonces gran tribulación, cual no la habido desde el principio del mundo hasta ahora” (Mateo 24:21). Aquel tiempo será tan terrible, que él continúa diciendo que “si aquellos días  no fuesen acortados, nadie sería salvo” (v. 22,énfasis nuestro en todo este artículo). Desgraciadamente, la extinción humana mediante destrucción masiva es ahora posible.

¡Pero hay muy buenas noticias para un mundo amenazado por el espectro de la guerra nuclear y catástrofes devastadoras! Jesús afirmó a continuación: “. . . más por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” ¡La humanidad sobrevivirá!

Este calamitoso periodo del tiempo del fin es anunciado en muchas profecías bíblicas; el desenlace, sin embargo, radica en la intervención de Dios y su plan de salvación, y en ellos ponemos nuestra confianza y esperanza. No necesitamos vivir atemorizados ni esconder nuestras cabezas en la arena; debemos poner nuestra fe en las palabras consoladoras y fidedignas de Jesucristo, nuestro Salvador.

Se avecina un tiempo de restauración para los rusos, para los ucranianos y para todos los pueblos de la Tierra. Vivimos en un mundo muy peligroso y deseamos fervientemente el advenimiento de aquel tiempo, pero aún tenemos que esperar un poco más.

Junto con acercarse a ese terrible tiempo de lucha por la supervivencia, el mundo se ha degradado moralmente y ha descendido casi universalmente a los niveles conductuales más abyectos y primitivos; pero aun así, la Biblia nos exhorta claramente a aferrarnos a la esperanza y al camino de Dios, perseverando hasta el fin.

Vale la pena esperar las promesas del mundo que vendrá. Dios les dice a quienes estén dispuestos a esperar: “Les daré un nuevo corazón, y les infundiré un espíritu nuevo; les quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen, y les pondré un corazón de carne” (Ezequiel 36:26, Nueva Versión Internacional). De hecho, Dios dice: “Y . . . derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Joel 2:28). “Toda carne” incluye a los rusos, ucranianos y todos los demás pueblos. ¡Dios cambiará nuestra naturaleza para que se asemeje a su propia naturaleza amorosa!

Entonces, ¿qué podemos hacer por el momento? Nos esperan tiempos muy difíciles y turbulentos, ¡pero actualmente Dios les da a quienes lo siguen el poder y la guía para salir victoriosos! Él nos ordena que cambiemos nuestra manera de pensar y que aceptemos el nuevo corazón que quiere darnos ahora mismo. Como Jesús mismo nos dice: “Se ha cumplido el tiempo . . . El reino de Dios está cerca. ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!” (Marcos 1:15, NVI). La palabra traducida como “arrepiéntanse” en este pasaje significa cambiar nuestra mente o propósitos, es decir, abandonar nuestra manera de hacer las cosas para buscar a Dios y hacerlas a la manera de él.

¿Cuál es el consejo que Dios nos da en estos tiempos? “Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40). No tenemos por qué sentirnos solos ni desesperanzados frente a la creciente oscuridad que se cierne sobre este mundo. Aunque nuestro planeta sea remecido por una terrible devastación, que aparentemente incluirá una guerra nuclear, este no será el fin de la raza humana ni del plan de Dios para la humanidad. Así como la oscuridad siempre precede a la aurora, un nuevo y glorioso amanecer se acerca y puede estar más cerca de lo que imaginamos. Cuando ello suceda, por fin habrá paz mundial. ¡Que llegue pronto aquel día!  

Darris McNeely works at the United Church of God home office in Cincinnati, Ohio. He and his wife, Debbie, have served in the ministry for more than 43 years. They have two sons, who are both married, and four grandchildren. Darris is the Associate Media Producer for the Church. He also is a resident faculty member at the Ambassador Bible Center teaching Acts, Fundamentals of Belief and World News and Prophecy. He enjoys hunting, travel and reading and spending time with his grandchildren.